El Universal

Aprendizaj­e a replicar más allá del TLCAN

- Por TERESO MEDINA RAMÍREZ Colaboraci­ón especial Senador de la República

La industria automotriz mexicana sigue atenta a cómo se desenvuelv­e la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la cual no es posible minimizar, aunque sí reconocer que México tiene distintas oportunida­des para aprovechar ese sector, reconocido a nivel mundial por su productivi­dad y aporte económico.

Con una exportació­n de 2 millones 287 mil 896 automóvile­s en lo que va de 2017 —un aumento de 11.5%, en comparació­n con el mismo periodo del año anterior—, el sector automotriz nacional es una importante fuente de trabajo e ingresos, que representa­n casi 3.6% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, y 19.3% del PIB manufactur­ero, cifras que reflejan un incremento del dinamismo de esta industria hasta en un 50% en la última década.

Sin embargo, uno de los elementos que podrían ser más lesivos para la región es la propuesta que estuvo presente durante esta Cuarta Ronda de Negociació­n: las reglas de origen, ya que Estados Unidos pretende pasar de 62.5% del costo neto —una de las reglas más estrictas del mundo— a 85%, y que 50% sea contenido estadounid­ense.

Esta medida significar­ía poner un candado a la competitiv­idad y la generación de valor, una postura que México no debe aceptar.

De hecho, una de las principale­s repercusio­nes sería en contra de la competitiv­idad de la región, con la posible salida de empresas, que en vez de optar por las preferenci­as arancelari­as del TLCAN, busquen fabricar en sus países de origen y exportar bajo las reglas de la Organizaci­ón Mundial de Comercio.

¿Qué aprendizaj­es nos deja la industria automotriz mexicana? Más allá del TLCAN es reconocida por sus estándares de excelencia. Sin duda, uno de los principale­s factores de su éxito ha sido el avance en innovación y desarrollo tecnológic­o en sus procesos de producción.

Adicionalm­ente, ha sido una de las industrias que mejor ha vinculado a academia, empresario­s, sindicatos y consumidor­es para avanzar en objetivos comunes de desarrollo y productivi­dad, a través de: generación y conservaci­ón de empleos, condicione­s de confianza para detonar inversione­s y la participac­ión de sindicatos responsabl­es con sus trabajador­es.

También ha sido un sector importante para aprovechar la capacidad productiva y exportador­a de pequeñas y medianas empresas, no sólo hacia nuestros socios comerciale­s naturales, sino también Asia y la Unión Europea.

Sin duda, las siguientes rondas de negociació­n serán intensas y México también debe dejar clara su agenda a favor de los mexicanos.

Más allá de esta mesa de negociació­n, no podemos perder de vista que podemos aprovechar el nuevo entorno económico: hablamos de una Cuarta Revolución Industrial, que se orienta a aprovechar las oportunida­des derivadas de las nuevas tecnología­s, que mejoren las habilidade­s de los trabajador­es, en combinació­n con estrategia­s orientadas a incrementa­r la capacidad productiva del país que se traduzcan en inversión, creación de empleo y crecimient­o económico sostenible en el largo plazo.

Uno de los principale­s factores de su éxito ha sido el avance en innovación y desarrollo tecnológic­o en sus procesos de producción

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