El Universal

HACE 105 AÑOS SISMO SACUDIÓ A ACAMBAY

Hace 105 años, un sismo magnitud 6.9 sacudió la zona noroeste del Estado de México y dejó muerte y destrucció­n en los municipios de Acambay, Atlacomulc­o y Temascalci­ngo

- CATALINA DÍAZ —metropoli@eluniversa­l.com.mx

El martes 19 de noviembre de 1912, a las 7:18 horas, la gente de Acambay, en la zona noroeste del Estado de México, sintió cómo la tierra comenzó a estremecer­se. No sólo eso, escuchó como las casas comenzaban a crujir. Al salir de las construcci­ones de adobe, sintieron la polvareda en la garganta.

La mayoría de las viviendas cayó con el sismo de 6.9 que devastó todo el triángulo que se forma entre Acambay, Atlacomulc­o y Temascalci­ngo.

El terremoto del 12 fue registrado por la Estación Sismológic­a Central de Tacubaya y por los centros de monitoreo de Guadalajar­a, Zacatecas, Oaxaca, Mazatlán y Mérida.

No era el primero. Un día antes, el 18 de noviembre, a las 23:08 horas, el poblado de Acambay sintió un temblor, de cuya intensidad no se tiene registro. En abril de ese mismo año, había ocurrido otro.

No sólo se sintió en territorio mexiquense. El 20 de noviembre, el periódico El Imparcial publicó en su primera plana: “Sacudida por un terremoto, la metrópoli parecía bailar la danza trágica de la muerte”.

Varias edificacio­nes colapsaron, especialme­nte en la colonia Guerrero, la zona aledaña a la Alameda Central y el Palacio Nacional. Esa danza quedó ensombreci­da por algo más urgente: La Revolución Mexicana.

Justo un año antes, en noviembre de 1911, Francisco I. Madero había rendido protesta como Presidente de la República. Sólo 20 días después, Emiliano Zapata proclamó su Plan de Ayala y se levantó en armas contra el Maderismo.

El 2 de marzo, Pascual Orozco se rebeló contra Madero y para el 16 de octubre de 1912, Félix Díaz, sobrino del ex presidente Porfirio Díaz, hizo lo propio en Veracruz.

Madero no tenía tiempo para estar lidiando con la catástrofe en una país convulsion­ado por brotes de violencia en todas las zonas.

Manuel Medina Garduño, el entonces gobernador del Estado de México, tampoco se detuvo ante la destrucció­n de Acambay y las poblacione­s aledañas así como sus más de 100 muertos. Medina, partidario del maderismo, estaba más concentrad­o en la inestabili­dad política que se vivía en el país.

La historia fue consignada por el correspons­al de El Imparcial, quien se encontraba en el pueblo minero de El Oro.

El pueblo tenía mil 500 habitantes, de los cuales 700 fueron damnificad­os, es decir, la mitad de la población. La mayoría de los sobrevivie­ntes fueron los que se encontraba­n trabajando en el campo.

Durante los días 20, 21 y 22, los relatos del correspons­al hacían un recuento de los daños: las construcci­ones de Acambay y Tixmadejé quedaron prácticame­nte destruidas; los caminos hacia Atlacomulc­o, Temascalci­ngo, Jocotitlán y Tlalpujahu­a eran intransita­bles.

Para el día 23, se tenía el recuento preliminar de haber rescatado 59 cadáveres de los escombros. El día 24, cinco días después del terremoto, llegó una comisión del Ministerio de Gobierno. La situación se hacía cada vez más complicada: no había agua, comida y los cadáveres se descomponí­an en las calles.

El Imparcial, único medio que acompañó a los habitantes durante la tragedia, asentó en su edición del 25 de noviembre que habría al menos 300 muertos en la región y la cifra podría aumentar debido al número de heridos y la falta de medicinas.

El 29 de noviembre, ese diario presentó una parte de su historia bajo el título: “En la horrible catástrofe de Acambay, muchas personas perdieron la razón”.

En la narración de ese día se revive la tragedia: en la iglesia se habían recuperado 116 cadáveres. El terremoto tuvo su foco entre Acambay, El Oro y Acámbaro, en la ahora célebre falla de Acambay-Tixmadejé.

El sismo de Acambay tuvo aproximada­mente 454 réplicas, de acuerdo con lo registros de la Estación Sismológic­a Central de Tacubaya.

El movimiento también se sintió en Timilpan, Polotitlán y algunas regiones de Michoacán.

Habían pasado dos semanas desde el sismo, pero en plena crisis revolucion­aria, nadie acudió en apoyo de las comunidade­s mexiquense­s.

Fueron los rescatista­s de la Cruz Blanca y Cruz Verde quienes llegaron a la zona a ayudar a los damnificad­os y el inesperado apoyo de la Embajada de Alemania, que llevó dinero, víveres y láminas para la reconstruc­ción de las viviendas.

La cantante de opereta, Esperanza Iris, donó parte de las ganancias de sus presentaci­ones para los afectados. La también actriz fue una de las máximas estrellas del país a finales del siglo XIX y principios del XX.

Para diciembre de 1912, una nevada cubrió las ruinas de las que alguna vez fueron las casas del poblado de Acambay. La situación empeoró pues todo ese mes y en enero de 1913 se registraro­n heladas.

Pero la Revolución y la inestabili­dad de la época no ayudaron a la reconstruc­ción del pueblo y a que los damnificad­os recibieran atención.

El 9 de febrero de ese año, Félix Díaz junto a Bernando Reyes y Manuel Mondragón, intentaron tomar Palacio Nacional. Reyes murió en la batalla y los rebeldes se atrinchera­ron en La Ciudadela. Así comenzó la famosa Decena Trágica.

Diez días de enfrentami­entos en la capital del país. La traición de Victoriano Huerta, el 18 de febrero de 1913, culminó con el asesinato de Gustavo Madero el día 19 y el confinamie­nto de su hermano, el presidente Francisco I. Madero, y el vicepresid­ente José María Pino Suárez.

Ambos serían asesinados atrás del Palacio Negro de Lecumberri el 22 de febrero. Un mes después, el 26 de marzo, Venustiano Carranza lanzaría el Plan de Guadalupe para derrocar al usurpador de Huerta y con la llegada de Álvaro Obregón quedaría conformado el Ejército Constituci­onalista.

En Acambay las cosas no mejoraban. Los albañiles de las comunidade­s aledañas ayudaron a reconstrui­r algunas casas con los materiales que había enviado la embajada alemana y con las donaciones de los pobladores de las zonas.

México temblaba figurativa­mente, sin embargo, los 13,14,20 y 22 de abril, Acambay tembló literalmen­te. Algunas casas que presentaba­n daños terminaron por colapsar.

La destrucció­n del sismo se fue perdiendo en la memoria y de no haber sido por la influencia del poblado de El Oro, la historia de Acambay habría quedado en el olvido.

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 ??  ?? El periódico El Imparcial fue el único medio que dio cobertura a la tragedia posterior al sismo magnitud 6.9 que sacudió el Edomex en 1902.
El periódico El Imparcial fue el único medio que dio cobertura a la tragedia posterior al sismo magnitud 6.9 que sacudió el Edomex en 1902.

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