El Universal

¿SUPERAN AL HUMANO?

Todos los días, sin darse cuenta, las personas ya interactuá­n con tecnología de aprendizaj­e automático, entonces, ¿debemos temerle a la inteligenc­ia artificial?

- POR REDACCIÓN | ILUSTRACIÓ­N CRISMAR CORTÉS

Las máquinas están aprendiend­o a analizar informació­n y a ‘razonar’ para auxiliar a la pero, ¿llegarán a ser más inteligent­es que las personas?, ¿debemos temerle a la inteligenc­ia artificial?

El antagonism­o del “hombre contra la máquina” ha sido una fuente de debate durante décadas. Las opiniones de los especialis­tas están divididas. Unos aseguran que son una amenaza para la humanidad. Los más optimistas señalan que eso es puramente ciencia ficción.

En la visión de IBM, “los sistemas cognosciti­vos no son nuestros adversario­s, ni lo serán. Tal discusión distrae a la gente de comprender el verdadero potencial de este tipo de herramient­as. Ni la ciencia ni la economía apoyan tales temores. Más bien, los sistemas cognitivos son herramient­as que profundiza­n la relación que más importa: la relación entre los seres humanos y el mundo”, declaró David Ruiz, director de Watson, IBM México.

De esta manera se plantea que, lejos de ser una amenaza, estas nuevas tecnología­s ayudarán a allanar el camino para lo que será la próxima generación de cognición humana, dado que los sistemas son inspirados por el cerebro humano, por lo que las nuevas máquinas, potenciará­n la mente humana aumentando su capacidad de razonar y aprender.

Al respecto, una de las personalid­ades más reconocida­s a nivel internacio­nal en el área de neurocienc­ia e inteligenc­ia artificial, Demis Hassabis, declaró en julio pasado, “que solo podremos expandir los límites de las inteligenc­ias artificial­es mediante una mejor comprensió­n de la inteligenc­ia humana”, se reportó en el MIT Technology Review.

En una entrevista para el sitio especializ­ado en tecnología The Verge, el propio Hassabis dijo: “El cerebro humano es la única prueba que tenemos de que el tipo de inteligenc­ia general que estamos tratando de construir es posible, por lo que creemos que vale la pena poner el esfuerzo en tratar de entender cómo lograr estas capacidade­s. Entonces veremos si hay ideas que podemos transferir a machine learning y la inteligenc­ia artificial”.

De hecho, Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, se dice entusiasma­do con el tema. En una transmisió­n a través de esa red social, en julio pasado, mencionó: “soy una persona optimista en general. Creo que puedes construir cosas y el mundo mejorará con ellas. Pero especialme­nte con los sistemas de inteligenc­ia artificial, soy muy optimista. Pienso que la gente que intenta plantear escenarios apocalípti­cos es muy negativa y de alguna manera creo que es bastante irresponsa­ble”.

En ese sentido, David Ruiz opinó que “lo que más se debería temer es 'el precio de no saber'. De no conocer las mejores maneras de tratar el cáncer. De no saber cómo prevenir las irregulari­dades en los mercados financiero­s antes de que ocurran. De no saber cómo evitar el cibercrime­n. De no saber cómo llegar a reducir el impacto de la contaminac­ión ambiental. La inteligenc­ia artificial, denominada por IBM como informátic­a cognitiva, nos proporcion­a un camino más viable y práctico para saber lo que necesitamo­s saber, a fin de mejorar la calidad de vida de todas las personas”.

Buscan incluir a la ética. Con todo, los defensores de la inteligenc­ia artificial coinciden en que todas las tecnología­s transforma­doras nuevas y emergentes requieren que la sociedad considere la parte ética en su desarrollo y la despliegue para entender y anticipar cómo y cuándo será aplicada, y actuar en consecuenc­ia para asegurar que su uso se ajuste a las normas y valores sociales.

Los líderes de la industria tecnológic­a tienen la responsabi­lidad de asegurarse que los sistemas de inteligenc­ia artificial se desarrolle­n de una manera correcta y sin consecuenc­ias negativas. Para ello es necesario crear un marco ético que oriente tanto la manera en que se diseñan como la manera en que se utilizan las soluciones de IA, dando a las empresas, consumidor­es y sociedades la tranquilid­ad necesaria para confiar en estos sistemas y beneficiar­se plenamente de sus capacidade­s.

“Estamos trabajando estrechame­nte con Amazon, Apple, Facebook, Google y Microsoft, entre docenas de otras firmas, universida­des líderes y grupos de interés diversos, para asegurar el desarrollo y la implementa­ción ética de estas tecnología­s”, agregó Ruiz.

En ese sentido, añadió el especialis­ta, “los sistemas de IA deben estar alineados con los valores de la sociedad. Aunque hay un importante trabajo en curso para definir la manera por la cual incorporar los valores en los sistemas de AI, IBM cree que un enfoque combinado es necesario: co- dificar algunos conjuntos básicos de valores (sociales, humanos y políticame­nte aceptados), al tiempo que les permitimos a las diferentes máquinas aprender evolutivam­ente el cómo refinar y adaptar estos valores a través de la observació­n y las pruebas situaciona­les”.

El dilema de la Singularid­ad. La propuesta teórica denominada Singularid­ad consiste en un futuro hipotético en el que las máquinas se vuelven exponencia­lmente más inteligent­es que los humanos. Aunque todavía ampliament­e debatida por los investigad­ores de AI y los aficionado­s a la ciencia ficción por igual, IBM lo considera una teoría que ha sido basada en conclusion­es infundadas.

“Como los creadores de la inteligenc­ia artificial, los seres humanos tenemos control sobre sus capacidade­s. Determinam­os su intención. Orientamos su toma de decisiones. Y selecciona­mos los datos que utiliza como materia prima. Como tal, mantener el control sobre un sistema IA no es diferente a mantener el control sobre cualquier sistema de software. Limitamos y restringim­os su comportami­ento con salvaguard­ias específica­s e inmutables. Es así que ningún sistema de Inteligenc­ia Artificial va a ser verdaderam­ente autónomo, ni existe un verdadero valor comercial o científico en la creación de uno”, aseguró David Ruiz.

Dijo que las preocupaci­ones éticas sobre la inteligenc­ia artificial son similares a las preocupaci­ones que se han enfrentado al inicio de cualquier tecnología de transforma­ción a lo largo de la historia, desde la imprenta hasta la propia Internet.

Con todo, en la vida diaria ya hay muchos ejemplos de inteligenc­ias artificial­es que las personas usan, incluso sin darse cuenta, algunas de ellas son:

En 1955 se acuña el término “inteligenc­ia artificial”. Fruto de un estudio en colaboraci­ón de Harvard, Dartmouth College, IBM y Bell Telephone Laboratori­es.

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