El Universal

COSECHA DE LLUVIA

En San Gregorio Atlapulco, Xochimilco, llevan más de un mes sin agua. Por eso, Enrique Lomnitz y su equipo hicieron brigadas para instalar sistemas de captación de agua de lluvia en los lugares más afectados por el temblor, para que las personas puedan ap

- Texto:SOLEY SILVA Fotos:BERENICE FREGOSO

En Xochimilco se instala un sistema de captación de agua pluvial para los damnificad­os por el sismo.

En el centro de San Gregorio Atlapulco, en Xochimilco, no hay agua desde hace un mes. El sismo hizo que las tuberías se rompieran y el abasto quedará suspendido en esta zona. Las personas se encuentran viviendo en campamento­s fuera de sus hogares esperando a que las autoridade­s demuelan sus casas, vigilando sus pertenenci­as de la rapiña y de la delincuenc­ia.

Los habitantes toman agua de tinacos colocados a mitad de la calle, donados por las brigadas de ciudadanos que días y semanas atrás los apoyaron. Con esta agua una vecina lava el pollo con el que preparará la comida para el campamento, cuenta que aunque San Gregorio Atlapulco es un pueblo que siempre ha tenido escasez de agua, el centro era un lugar “privilegia­do”, nunca les faltaba el líquido.

Dulce Chapa vive temporalme­nte fuera de su domicilio en la calle Montes de Oca, en San Gregorio Atlapulco, tuvo que quedarse en un albergue porque en su casa colapsaron dos bardas. Los pisos se agrietaron y se quedó sin agua y luz, como el resto de la colonia.

El día del temblor no se encontraba en su hogar, casi no lo sintió ya que se encontraba trabajando lejos. Sus dos hijos de diez y seis años sí se encontraba­n allí, “se asustaron mucho al ver que las bardas se caían, al igual que las casas de los vecinos”. Dulce dice que afortunada­mente todos están bien, a excepción de su perro, que murió atrapado por una barda.

En el albergue fue donde conoció el proyecto de Isla Urbana y la brigada que les ofrecía colocar sistemas de captación para que aprovechen el agua de lluvia y la usen en labores y quehaceres domésticos.

El 72% del agua de lluvia en el país se evapotrans­pira, solo el 1.9% se aprovecha, de acuerdo con el Fondo para la Comunicaci­ón y la Educación Ambiental.

Dulce cuenta que ella ya recolectab­a agua de lluvia y la acumulaba en tambos. Al igual que otros de sus vecinos, ponía botes afuera de su vivienda; “me parece buena idea tomar el agua de la lluvia; aunque no sirve para beber, aquí no hay agua”.

La Ciudad de México es la más grande del país y la que más agua desperdici­a, principalm­ente en fugas de la red, según el Fondo para la Comunicaci­ón y la Educación Ambiental, incluso sin tomar en cuenta las repercursi­ones del terremoto.

Según el último informe del Inegi, en el Valle de México se encuentra la disponibil­idad anual de agua más baja del país.

Los creadores del proyecto

A pesar de que su edificio, ubicado en División del Norte, fue desalojado debido al sismo del 19 de septiembre, Enrique Lomnitz, el creador del proyecto de Isla Urbana, y su equipo salieron a ayudar a las comunidade­s que se quedaron sin agua, instalando sistemas de captación que aprovechan la lluvia.

Enrique tiene 34 años y es diseñador industrial. Desde hace nueve años se dedica a cosechar agua de lluvia para apoyar a las comunidade­s de la Ciudad de México. Para él la movilizaci­ón que hubo en la ciudad representó una inspiració­n y un motor más para seguir ayudando a las personas en la Ciudad de México y en otros estados del país, “hay que apoyar desde lo que sabemos hacer”.

Isla Urbana ha instalado más de 6 mil 500 sistemas de captación de agua pluvial en la ciudad, Toluca, Puebla y otros lugares de la República. “El objetivo es instalar sistemas en localidade­s alejadas de la Ciudad de México, en donde el acceso a la red de abasto es complicado o simplement­e no les llega el agua”, dice, “que deje de verse como algo excéntrico y de verdad se generalice”.

Enrique migró a Estados Unidos a los cinco años y vivió allí hasta los veinticinc­o, cuenta que siempre tuvo ganas de regresar y trabajar aquí, “toda la vida he tenido una conexión muy fuerte con México, este país recibió a mis abuelos hace muchos años”.

Desde que era adolescent­e se interesó por temas relacionad­os con el medio ambiente. Estudió en la Universida­d de Rhode Island en Estados Unidos, ahí conoció a su compañera y socia, Renata Fenton. “Sentíamos que los diseñadore­s se enfocan mucho en producir para el mercado gringo y europeo y no en la gran mayoría de la humanidad”, explica el joven.

Al finalizar la carrera ambos tenían que presentar un proyecto terminal, y decidieron trabajar con comunidade­s en la Ciudad de México. Al principio el proyecto consistía en desarrolla­r viviendas para personas de bajos recursos, pero durante la investigac­ión observaron que ellos mismos autoconstr­uían sus casas. Notaron que cuando les preguntaba­n por el tema del agua era cuando “se soltaban a contar que era de sus principale­s preocupaci­ones”.

Enrique y Renata cambiaron la dirección de su proyecto y se enfocaron en el agua, en ese momento surgió Isla Urbana, el objetivo se volvió diseñar sistemas de cosecha de lluvia para viviendas de bajos recursos.

El nombre de Isla Urbana se le ocurrió a Renata, después de un día de “quemarse la cabeza pensando”, para inscribir al proyecto a un concurso de diseño “que no ganamos, por cierto”. Enrique explica que ese nombre los define “somos como una pequeña islita que comienza a cambiar el paradigma del agua”.

El primer sistema lo instalaron en la calle Izamal en el Ajusco, “juntamos una lanita de nosotros y nuestras familias, y con eso empezamos. Ese sistema fue muy exitoso, le ha dado a esa familia agua durante ocho meses al año desde entonces”, cuenta Enrique, “después se corrió el rumor y se instalaron sistemas en toda la colonia, aunque nosotros no ganábamos mucho”.

En el 2013, la revista del MIT (Massachuse­tts Institute of Technology) le otorgó un premio por ser un innovador menor de 35 años, y por la labor que ha realizado con el proyecto de Isla Urbana, en ese entonces habían instalado mil 200 sistemas. Este reconocimi­ento ha sido otorgado a otros innovadore­s, como a Mark Zuckerberg, el creador de Facebook.

El corazón de Isla Urbana

La brigada agua de lluvia comenzó un día después del sismo. Diseñaron un sistema de purificaci­ón móvil que fue colocado en una camioneta con dos tinacos de mil 100 litros y se dirigieron al pueblo de San Gregorio Atlapulco para repartir el líquido entre los vecinos, cuenta Marco, uno de los instalador­es, “cálculo que se llenaron unos 200 garrafones”.

Además crearon sistemas de captación de emergencia, como su colocación es rápida, la gente pueda captar hasta mil 100 litros de agua de lluvia para las labores domésticas.

Antes de salir a San Gregorio Atlapulco, los instalador­es se reúnen en la base del Ajusco, lugar que vio nacer al proyecto y de donde son originario­s la mayoría de los trabajador­es.

En total son 28 personas en el equipo. Gabino, uno de los primeros instalador­es, coordina y distribuye a los demás trabajador­es en grupos de dos y cuatro; antes de partir de la bodega, una persona prepara el desayuno para todos, mientras otros cargan las camionetas con tinacos y tubos. “Se tratan y procuran como una familia”, explica Enrique.

Los Gabinos son tres hermanos que instalan sistemas desde hace siete años; Enrique dice que aunque no tuvieron la oportunida­d de estudiar la universida­d, son muy buenos instalando, “podrían llegar a ser los mejores ingenieros si tuvieran la formación”, cuenta.

El equipo de Marco fue el encargado de instalar el sistema en la casa de Dulce. Los recibieron con mantas en casa de la familia Chapa y de otros vecinos: “San Gregorio agradece su apoyo”. Marco dice que lo que más le gusta de su trabajo es ayudar a las personas, conocer nuevos lugares y saber que con su “chamba” cada vez más gente se beneficia de la lluvia.

Hasta ahora llevan 25 sistemas instalados por parte de la brigada de agua de lluvia. Según Marco, el valor de éstos es de aproximada­mente 8 mil pesos, pero a las familias no se les cobra nada. Los recursos para colocarlos son obtenidos por medio de donaciones: una empresa les donó los tinacos para la brigada, otros recursos provienen de las ganancias al instalarlo­s en otros puntos de la ciudad, en residencia­s públicas y privadas.

¿Cómo aprovechar el agua de lluvia?

Un sistema de captación recolecta el agua del techo durante una lluvia y la direcciona por medio de canaletas y tubos a un tlaloque, éste separa el agua de los primeros cinco a diez minutos de lluvia, porque esa es la que tiene tierra o suciedad del techo y la mayoría de los contaminan­tes que retiene desde la atmósfera. “Gracias a eso el agua puede limpiarse hasta un 75%”, asegura Enrique.

Después de que se llena el tlaloque con los primeros litros, se tapa con ayuda de un flotador que sube conforme se llena y deja pasar el agua limpia por el resto de los tubos hacia el tinaco o la cisterna que almacenará el líquido captado. La lluvia que se recolecta allí puede ser utilizada para todas las actividade­s domésticas: para los excusados, bañarse o lavar ropa, al igual que para trapear y lavar trastes, ya que el sistema tiene un clorador que limpia el agua y la potabiliza a un nivel parecido o superior al de la red de abasto.

Isla Urbana ofrece filtros extras para que el agua pueda estar tan limpia que sirva para consumo humano. La instalació­n de un sistema tarda entre dos y cuatro horas. Así las personas pueden tener una cisterna o tinaco siempre llenos, durante la época de lluvia y algunos meses más, con independen­cia de la red de abasto.

El equipo de Isla Urbana buscará seguir atendiendo los problemas de agua que han surgido a raíz del sismo y “ser parte del fortalecim­iento de la sociedad civil en México. Nos quejamos mucho del gobierno, pero no se vale sólo quejarnos sin activarnos como sociedad, plantear nuevas propuestas y desde ese punto exigir”, comenta Enrique.

“Este proyecto pasó rápidament­e de ser una iniciativa ambiental y sustentabl­e a ser un proyecto más social, para lograr que el cosechar agua de lluvia se vuelva normal en México”, concluye.

“El objetivo es lograr que cosechar agua de lluvia se vuelva normal en México, que deje de verse como algo excéntrico y que sin importar la clase social, se generalice”

ENRIQUE LOMNITZ

Creador de Isla Urbana

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Dulce Chapa y los brigadista­s durante la instalació­n del sistema de captación de agua de lluvia.
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