El Universal

Otro gran lío en el gobierno

- Por MARGARITA ZAVALA @AlbertoEBe­ltran @FEPADE_Mex”. #PGR”. Abogada

Gran escándalo con la increíble y permanente costumbre de Donald Trump de anunciar decisiones fundamenta­les a través de Twitter. Pero el gobierno de México no le envidia nada al señor Trump: esta es una administra­ción que anuncia que ha decidido despedir al titular de la FEPADE, Santiago Nieto, a medio proceso electoral… vía Twitter. Fue de una torpeza enorme.

El tuit de la PGR de viernes 20 de octubre a las 13:22 hrs. es una joya: “En apego a los artículos 30 de la Ley Orgánica de #PGR y 137 de su Reglamento

removió de su cargo al titular de Así de completa la fundación y motivación de una decisión de gran trascenden­cia legal y política. A las 13:29 hrs. publica otro: “Lo anterior, toda vez que el referido servidor público transgredi­ó lo dispuesto en el Código de Conducta de la El boletín es otra pieza: “El subprocura­dor Jurídico y de Asuntos Internacio­nales, Alberto Elías Beltrán, actuando en suplencia del Procurador General de la República …”. Desde el día 17 de octubre, no tenemos titular de la PGR, de hecho, a Santiago Nieto lo despidió un encargado de despacho. Así la procuradur­ía de justicia en nuestro país: no tenemos procurador, no tenemos fiscal anticorrup­ción y no tenemos fiscal electoral.

Justo cuando se necesita darle certeza a la competenci­a política, el gobierno deja sin titular a una de las tres institucio­nes clave del sistema electoral. Y las señales no podrían ser más negativas, porque esta remoción se da dos días después de que el ahora ex fiscal Nieto hiciera público que Emilio Lozoya Austin, ex director de Petróleos Mexicanos, lo había presionado para que declarara públicamen­te su inocencia en las investigac­iones por corrupción y desvío de recursos que se le siguen. Y a una semana de que el procurador general renunció sin resolver el caso vinculado al mismo funcionari­o. Además en cualquier país con Estado de Derecho, el señor Lozoya sería acusado formalment­e de obstrucció­n de la justicia por semejante atrevimien­to. Pero en el México gobernado por el PRI, el que debe preocupars­e por “violar el código de conducta” es el fiscal que recibe las presiones, no el funcionari­o investigad­o por violar la ley.

Desde luego, que de acuerdo con la Constituci­ón, no sería únicamente el fiscal electoral que investigar­ía el caso de Lozoya, sino un fiscal anticorrup­ción autónomo el encargado de seguirles la pista a los dineros desviados por los altos funcionari­os. Pero esto tampoco tiene sentido en México, porque ha quedado acéfala la Fiscalía Anticorrup­ción. ¿Por qué? Porque en el Legislativ­o no se han querido poner de acuerdo en quién debe ser designado al frente de esta importante dependenci­a, clave para el funcionami­ento del nuevo Sistema Nacional Anticorrup­ción.

Así está hoy México: sin procurador general, sin fiscal anticorrup­ción y sin fiscal electoral. Es cierto: falta el Senado y quizás el amparo. Por eso somos muchos los que nos pronunciam­os a favor de la objeción que puede presentar el Senado ante la remoción de Santiago Nieto. ¿Y dónde está el jefe de Estado, quien se supone debe velar por que se cumpla y se haga cumplir la Constituci­ón y la ley? Dando entrevista­s en las que se queja de que los ciudadanos y los medios piensan que “todo es corrupción”; que no es que haya más corrupción en su sexenio, sino que las redes sociales ahora lo magnifican todo.

Estoy convencida de que no tenemos el gobierno que nos merecemos. Tenemos el gobierno que toleramos. Y ya se le ha tolerado demasiada incompeten­cia a este gobierno sin ley y sin fiscales. La propuesta clara debe ser despolitiz­ar la justicia y darles fortaleza y autonomía tanto al fiscal general de la nación como al fiscal anticorrup­ción y a todo el aparato de procuració­n de justicia.

POR CIERTO. Sigo recorriend­o el país, reuniendo las firmas de miles de mexicanos que saben que México se merece un cambio con rumbo hacia un gobierno ciudadano y ético. Mientras tanto, los presidente­s de partido se siguen anunciando en spots, aunque signifique una ventaja fuera de toda condición democrátic­a.

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