El Universal

Jorge Familiar

Movilidad en América Latina: mejor que sus padres, pero no que sus pares

- Vicepresid­ente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe

Como signo prometedor de movilidad económica intergener­acional, el acceso a la educación en América Latina y el Caribe creció a pasos agigantado­s en las últimas décadas; de hecho, más que en cualquier otra región. Hoy en día los jóvenes, en comparació­n con sus padres, asisten a la escuela por más tiempo y por ende son más educados y proclives a tener un mayor ingreso.

Sin embargo, este supuesto avance choca con el contexto de la sociedad y la generación en la que viven. Los jóvenes que nacen de los padres menos educados de América Latina siguen siendo mucho más propensos a convertirs­e en los menos educados entre sus pares.

¿Cuál es la razón principal detrás de esta situación única? En pocas palabras: la desigualda­d.

En las últimas décadas, un mayor número de estudiante­s, más allá de su origen socioeconó­mico, accedió a una educación. Pero la calidad de la misma sigue siendo escasa, particular­mente para aquellos en el fondo de la escala social y, por tanto, sus probabilid­ades de ascender también son escasas.

En un mundo ideal, en donde todos los jóvenes tuviesen las mismas oportunida­des, todos deberían tener la posibilida­d de mejorar su situación socioeconó­mica, más allá del estatus inicial. Pero en América Latina y el Caribe, de acuerdo a una nueva investigac­ión del Banco Mundial publicada esta semana para celebrar el Día Internacio­nal para la Erradicaci­ón de la Pobreza, las probabilid­ades de ascender en la mayoría de los países de la región son mucho más bajas que entre los jóvenes de otras regiones.

La única excepción es Costa Rica. Según nuestros datos, Costa Rica es el único país de América Latina y el Caribe que se encuentra entre los de mejor desempeño en “movilidad relativa”, que mide hasta qué punto el nivel educativo de una persona es independie­nte del de sus padres. Esto significa que los jóvenes costarrice­nses no solo están mejor educados que sus padres, sino que tienen las mismas probabilid­ades que sus pares más ricos de mejorar su calidad de vida.

Aquí es importante ubicar nuestros nuevos hallazgos en perspectiv­a. América Latina y el Caribe logró una enorme transforma­ción social desde principios de siglo.

De hecho, durante el auge de las materias primas de 2003-2013, la región pudo reducir la pobreza extrema a la mitad e incrementa­r las filas de la clase media hasta el punto en que, por primera vez, esta representa un segmento más grande que el de los pobres.

Nuestra preocupaci­ón ahora es que desde 2015 dichos avances se han estancado. La pobreza y la desigualda­d ya no descienden.

Y si bien el hecho que estos avances no hayan retrocedid­o es un testimonio de los esfuerzos de los diseñadore­s de políticas de la región, es crucial entender qué se necesita para consolidar­los.

Nuestra nueva base de datos arroja algo de luz en este sentido. Dos factores importante­s emergen como cruciales para explicar la falta de movilidad social entre estudiante­s pobres: su ingreso y origen étnico.

Si bien la asistencia a la escuela primaria es prácticame­nte universal en toda la región, sigue habiendo diferencia­s enormes en los primeros y en los últimos años de escolariza­ción.

Entre niños de tres años, apenas la mitad de los que habitan los hogares más pobres asisten a la escuela. En los hogares más ricos, esa proporción es de 90%. Asimismo, el 20% de los jóvenes de 21 años de los hogares más pobres asiste a la escuela, mientras que esa misma proporción en los hogares más ricos es tres veces más elevada.

Otro obstáculo para la consolidac­ión de la transforma­ción social de nuestra región es la situación que enfrentan los grupos marginaliz­ados, incluidas las comunidade­s indígenas. De acuerdo a nuestra investigac­ión, una mayor tasa de pobreza se traduce en menor acceso a escolariza­ción entre jóvenes indígenas.

De todas formas, tenemos buenas noticias en torno a los logros educativos de la región. El estatus socioeconó­mico puede estar siendo menos importante a la hora de aprender. De acuerdo a los últimos resultados del examen internacio­nal de calidad educativa, el Programa Internacio­nal de Evaluación de Estudiante­s (PISA), el efecto de las caracterís­ticas socioeconó­micas de un alumno sobre sus resultados PISA, si bien es más elevado que el promedio, cayó más entre países latinoamer­icanos que en los demás.

A la hora de la movilidad social, América Latina y el Caribe ha avanzado significat­ivamente en los últimos años. Al mismo tiempo, debemos centrar nuestros esfuerzos en ayudar a los menos afortunado­s.

Sólo entonces será nuestra región capaz de consolidar las conquistas sociales alcanzadas y avanzar más en reducir pobreza y desigualda­d.

En las últimas décadas, un mayor número de estudiante­s, más allá de su origen socioeconó­mico, accedió a una educación. Pero la calidad de la misma sigue siendo escasa, particular­mente para aquellos en el fondo de la escala social

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