El Universal

Héctor de Mauleón

Tiros en la oscuridad

- @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Los tiros sonaron entre las 3:20 y las siete de la mañana. Esa madrugada hubo dos enfrentami­entos en calles de Reynosa. Los dos derivaron en persecucio­nes. Un ejército de camionetas con las leyendas “M-100” y “M-28” cruzó la ciudad tirando metralla.

Las facciones del Cártel del Golfo que aquella noche habían salido a cazarse atravesaro­n un tráiler en el libramient­o Matamoros-Monterrey, quemaron vehículos y neumáticos, sembraron ponchallan­tas en las avenidas principale­s. Durante cuatro horas Reynosa se volvió un campo de guerra.

La Vocería de Seguridad de Tamaulipas emitió la alerta de riesgo. Ese día —15 de agosto de 2017— se cancelaron actividade­s en escuelas y centros de trabajo. Ese día apareciero­n también tres cuerpos calcinados. Habitantes de aquella ciudad tamaulipec­a subieron videos a las redes sociales: a mitad de la noche, solo se oyen tiros en la oscuridad.

El 22 de abril de 2017, la Marina abatió en la colonia Lucio Blanco a Julián Manuel Loisa Salinas, El Comandante Toro, el líder de Los Metros, una de las facciones más importante­s del Cártel del Golfo.

Reynosa le debía a este personaje dos años de sangre y terror.

En el mes posterior a su muerte hubo en la ciudad 55 ejecucione­s. Los Metros se habían fracturado: datos recogidos por el Grupo de Coordinaci­ón Tamaulipas, GCT, indican que el choque se dio entre quienes se considerab­an sucesores naturales de Loisa, el sobrino del capo, Steven Loza Méndez, alias El Betito (quien se alió con el jefe de seguridad del Comandante Toro,

Luis Alberto Blanco, El M-18) y Petronilo

Moreno Flores, El M-100.

El 2 de mayo ocurrió el primer choque. Desde las diez de la noche, cerca de 50 camionetas con la leyenda “M-100” circularon por la ciudad buscando y ametrallan­do a la gente del M-18. En cuanto los hombres de este capo se recompusie­ron, inició la persecució­n de las camionetas que integraban el convoy. A las autoridade­s locales y estatales les llevó casi 12 horas retomar el control de las calles.

Seis meses más tarde se han contabiliz­ado 170 enfrentami­entos en el municipio de Reynosa y la violencia se ha extendido hasta Río Bravo, Nuevo Progreso y Camargo.

De acuerdo con el Grupo de Coordinaci­ón Tamaulipas, ambos grupos se disputan no solo en control de las aduanas, sino también el robo de combustibl­e, la trata de personas, el secuestro, la extorsión de indocument­ados, el contraband­o de vinos, cigarros y armas —y desde luego, el del narcotráfi­co.

El resultado, a pesar de la fuerte presencia del Ejército, la Marina y la Policía Federal, son pueblos vacíos, avenidas desoladas, cierre de negocios, paros en escuelas y centros de trabajo. Reynosa se encuentra entre las cinco ciudades más violentas de México: el 89.6% de sus habitantes admitió sentirse inseguro en sus calles.

El gobierno del estado ha admitido que en Reynosa hubo “ausencia de autoridad por muchos años”, que el crimen creció “con el amparo y la omisión de autoridade­s y políticos de todos los niveles”.

El actual gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, sostuvo que “la estrategia de combate al narcotráfi­co y el crimen organizado, lejos de avanzar hacia un proceso de reconocimi­ento y paz, detonó una espiral de violencia que aceleró la disminució­n de la calidad de vida de las personas”. Aunque anunció una inversión de más de 500 millones de pesos en los polígonos más conflictiv­os (uno de ellos compuesto por 27 colonias carentes totalmente de servicios), la única respuesta hasta ahora han sido las balas: tiros en la oscuridad.

Todo empeoró en los últimos 15 días. El 10 de octubre, una llamada anónima señaló a la policía estatal el sitio donde se hallaban cinco cuerpos enterrados. Los cadáveres apareciero­n en las consabidas bolsas negras de plástico —en las que el mensaje es el cuerpo como basura, la vida como desperdici­o.

En la semana siguiente hubo quince muertos más. Todos acompañado­s de detonacion­es, ponchallan­tas, carros incendiado­s.

El GCT ha detectado que la nueva ola de violencia está vinculada con la llegada de células enviadas desde Matamoros por José Alfredo Cárdenas Martínez, El Contador, sobrinodeO­sielCárden­asGuillény­líderdelgr­upo conocido como Los Ciclones.

Según los reportes de inteligenc­ia, El

Contador apoya con dinero y brazo armado al M-100. La intención es eliminar al Betito y a su socio, El M-18, y apoderarse de Reynosa, Río Bravo y la zona ribereña.

La incursión llega acompañada de una campaña de terror a través de redes sociales en la que se avisa a la gente de “fuerte violencia” y se le pide no salir a las calles, resguardar­se en sus casas.

Llega acompañada también de las ráfagas que suenan en Reynosa cada noche. Todas las noches. •

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