Trump y su cuarteto de contenedores
Kelly, Tillerson, McMaster y Mattis. Tres ex generales y un ex empresario. Los cuatro caballeros en quienes la esperanza del mundo parece descansar para con tenerlos arrebatos de su jefe. Hay también toda otra serie de funcionarios que día con día buscan mediar entre tuits, discursos, amenazas con frecuencia explosivas del presidente, y los intereses estratégicos, alianzas y objetivos de largo plazo, que, a su entender, son continuamente puestos en riesgo. Pero son sobre todo esos cuatro profesionales quienes hacia afuera tienen que calmar los nervios cada vez que Trump dice cosas que elevan las alertas rojas, y hacia adentro intentan domar la conducta impulsiva del presidente. Los cuatro parecen entender muy bien lo que está sucediendo. En sólo unos meses, EU está desbaratando buena parte de su credibilidad y capacidad de influencia.
Un ejemplo es la crisis diplomática de Q atar con Arabia Saudita y otros países árabes. Inmediatamente tras el estallamiento de la crisis, el Pentágono declaraba que mantendría sus lazos militares con Qatar, y el Departamento de Estado afirmaba que contribuiría con esfuerzos diplomáticos para ayudar a resolver el conflicto. Estos mensajes parecían empezar a calmar las aguas. Era obvio; no estaba en el interés de Washington que dos de sus más importantes aliados en la región entraran en semejante disputa. Sin embargo, Trump se mantenía criticando a Qatar y apoyaba los argumentos saudíes. La disputa al interior de Washington, era muy clara. De un lado, Trump, sus declaraciones y su uso intensivo de Twitter. Del otro, Tillerson, secretario de Estado y Mattis, secretario de Defensa, apaciguando el fuego atizado por el presidente. La embajadora estadounidense ante Q atar prefirió renunciar. Tiller son, en cambio, ha resistido, aunque no sin dificultades.
A otro profesional de esta administración, McMaster, consejero de seguridad nacional, le sucedió algo similar cuando tuvo que enfrentar fuego “amigo” procedente del entonces estratega de Trump, Bannon. Kelly toma el puesto de jefe de gabinete de la Casa Blanca justo para meter orden en situaciones como esa, tarea para la cual el ex general demandó a Trump un amplio margen de maniobra. Pero nuevamente, hace 15 días, corrían ya rumores de que su relación con el presidente se había deteriorado irremediablemente, cosa queKellytuv oque desmentir.
Al final, esa serie de personajes —en quienes buena parte del mundo está hoy confiando para que aporten responsabilidad, coherencia y predictibilidad a la política exterior de Washington— sí está jugando un rol, pero limitado. EU, hasta ahora, ha sido ineficaz para mediar entre sus aliados árabes, o entre otros dos de sus aliados: Bagdad y el Kurdistán iraquí, en donde Rusia, Turquía e Irán, le ganan la partida. Su incapacidad de influir en asuntos como el conflicto sirio, el afgano o el libio, está provocando vacíos que rápidamente están siendo llenados. Su política errática con China tiene impactos en otros temas, como la cuestión norcoreana. Y, en medio, los ataques de Trump contra su propia gente, los cuales se suman a otros conflictos que tiene con el Congreso, con los jueces y con otros, proyectan la imagen de una superpotencia paralizada. Así que, yo no sé si Rusia interfirió o no para asegurarse de que Trump tomara el poder. Lo que sí sé es que el tamaño de disrupción interna y de inestabilidad que vemos con este presidente, son circunstancias que, sin duda, Putin está aprovechando, si no es que disfrutando.