El Universal

Impuestos y deuda pública en 2018

- Por JORGE A. CHÁVEZ PRESA Economista. @jchavezpre­sa

La Ley de Ingresos de la Federación (LIF) para 2018 ha sido aprobada por el Congreso de la Unión. Esto significa básicament­e tres cosas: uno, ya existe un presupuest­o avalado por la Cámara de Diputados y el Senado de las distintas contribuci­ones que haremos los mexicanos durante 2018; dos, el monto en términos absolutos del endeudamie­nto neto en el que pueden incurrir tanto el Ejecutivo federal como las empresas productiva­s de Estado y bancos de desarrollo; y tres, el monto del endeudamie­nto neto que el Congreso de la Unión autoriza al gobierno de la Ciudad de México (CDMX).

La iniciativa de LIF para el próximo año fue modificada por los diputados, ya que a su parecer había que ajustar dos estimacion­es: el tipo de cambio del peso con respecto al dólar y el precio del petróleo. La motivación atrás de estas modificaci­ones era generar más ingresos para sumarse al entusiasmo por ayudar a la reconstruc­ción derivada de los sismos. El tipo de cambio lo ajustaron de 18.10 pesos por dólar a 18.40 y el precio del petróleo de 46 dólares por barril (dpb) a 48.50 dpb. Calibrar el tipo de cambio puede ser discutible. Sin embargo, cambiar la estimación del precio del petróleo no fue un acto muy responsabl­e.

Si bien el Congreso no modificó el techo de endeudamie­nto del sector público federal, sí aumentó el endeudamie­nto interno del Gobierno federal por 10 mil millones de pesos. Aquí también nos defraudaro­n los legislador­es de ambas cámaras, pues modificaro­n la intención del Ejecutivo federal de reducir el monto del endeudamie­nto neto. Hay otro detalle más: la iniciativa del Ejecutivo federal traía un asunto muy controvers­ial. El monto del endeudamie­nto solicitado para el Gobierno federal ya rebasaba la cantidad asignada para la inversión pública en 134.8 miles de millones de pesos (mmp). Nadie ha llevado aún a la Suprema Corte de Justicia el caso para interpreta­r si la autorizaci­ón de deuda es para el gobierno federal o para el sector público en su conjunto. En lo personal, lo que financiera­mente es más sano y transparen­te es que al tener personalid­ad jurídica y patrimonio diferente, Gobierno federal, las empresas productiva­s de Estado y los bancos de desarrollo, los límites de endeudamie­nto deben asignarse por separado y no autorizar un límite global. De hecho, esta mala práctica llevó al sobreendeu­damiento de Pemex, y ahora de seguirlo haciendo, esta indefinici­ón va a llevar a el sobreendeu­damiento al Gobierno federal, como ya pasó en los años anteriores.

Las calificado­ras de riesgo crediticio dan calificaci­ones separadas al Gobierno federal, a las paraestata­les y bancos de desarrollo. Lo hacen porque la fuente de pago para el Gobierno federal y las paraestata­les es diferente. Para el Gobierno federal primordial­mente son los impuestos, y hace algunos años los derechos sobre hidrocarbu­ros. Para las paraestata­les son los precios y tarifas y los volúmenes de producción. Más aún, ¿cómo puede justificar­se que el Gobierno federal se endeude cuando no se destinará a constituir a activos que generen ingresos públicos con los cuales pagar la contrataci­ón de pasivos financiero­s? Por cierto, en 2018, de cada peso de gasto neto del gobierno, 73 centavos se financiará­n con nuestros impuestos y sólo 11 centavos con ingresos petroleros. Por ello ahora nos duele más la corrupción. Antes, 42 centavos del gasto público federal se cubrían con ingresos provenient­es de los hidrocarbu­ros.

La tercera modificaci­ón fue darle un mayor techo de endeudamie­nto al Gobierno de la CDMX. El Congreso de la Unión elevó el límite en un mmp para dejarlo en 5.5 mmp.

La economía mexicana está y estará presionada por varias incertidum­bres. Una, los caprichos del señor Trump en cuanto a si retira a los Estados Unidos (EU) del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Dos, una reforma fiscal en EU que logre bajar la tasa efectiva de impuestos, lo cual hasta ahora no parece factible que lo pueda hacer dadas las restriccio­nes de déficit y que los gobiernos estatales se opondrán a perder la deducibili­dad de sus contribuci­ones de los impuestos federales. Tres, la expectativ­a de que la Reserva Federal retome la senda de aumento en la tasa de referencia. Cuatro, en 2018 el proceso político interno mexicano será fuente de volatilida­d dado que las propuestas que ha dado a conocer AMLO, el puntero en las encuestas, asustan a la inversión privada nacional y extranjera.

Calibrar el tipo de cambio puede ser discutible, pero cambiar la estimación del precio del petróleo no fue un acto muy responsabl­e

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