El Universal

“Nos cierran las puertas a los artesanos”

Víctor Casiano labora en la capital, pero su vocación es crear trajes de carnaval en su pueblo de Hidalgo. Hoy su taller no tiene apoyo del gobierno

- ABIDA VENTURA Enviada —abida.ventura@eluniversa­l.com.mx

Tenango de Doria, Hidalgo. —Desde la ventana de este pequeño cuarto-taller con techos de lámina se extiende una panorámica sobre el cúmulo de cerros que rodean al municipio de Tenango de Doria, conocido por su riqueza artesanal, por los coloridos tenangos que elaboran dibujantes y bordadoras. En la cima de los cerros se alcanzan a ver varias rancherías. El nombre de ésta hace honor a su geografía: Cerro Chiquito.

Víctor Casiano Antonio nació ahí hace 34 años y ahí vivió hasta los 14, edad a la que migró a la Ciudad de México con su madre. Pero un pedazo de él sigue en estas tierras de la Huasteca. Por eso, su vida se reparte entre la capital y esta comunidad para la que cada año elabora los trajes del carnaval que caracteriz­a a este pueblo, una labor que en los últimos años ha tenido que financiar con los mil 400 pesos que gana a la quincena en un estacionam­iento, ante la falta de apoyos institucio­nales.

Dibujar o bordar un tenango fue algo con lo que este joven creció, pero en sus planes nunca estuvo dedicarse a la producción o venta de estas artesanías. Lo que le llamó la atención desde pequeño fueron las fiestas tradiciona­les y los carnavales del pueblo. “Siempre soñé con participar o contribuir con algo al carnaval”, señala.

Hace siete años encontró la manera de poner su granito de arena en estas fiestas que llenan de colores, música de bandas de viento y alegría las calles de Tenango de Doria o San Bartolo Tutotepec durante el carnaval, previo a Semana Santa. Gracias a un recurso de 40 mil pesos que logró a través del Programa de Apoyo a las Culturas Municipale­s y Comunitari­as (PACMYC) en 2010, montó un pequeño taller para la elaboració­n de disfraces tradiciona­les que la comunidad utiliza en el carnaval dedicado al Señor de Chalma, el cual comienza en miércoles de ceniza y dura hasta dos semanas.

“Creaciones Vic”, como llamó a su pequeña empresa, reunió a un grupo de mujeres de Cerro Chiquito que colaboraro­n con él en la elaboració­n de trajes de comanches, chinas poblanas, viejitos, diablos, gorilas y demás personajes que participan en estos carnavales que son una de las expresione­s culturales vivas de estos pueblos de origen otomí. Ahí, en la casa donde nació y donde ahora viven sus hermanas, adaptó un pequeño taller para confeccion­ar estas piezas que renta o vende durante el carnaval.

El sello de la casa. El primer año de ese proyecto fue fructífero. Con el apoyo del PACMYC logró abastecers­e con suficiente materia prima para la elaboració­n de disfraces y objetos, tenía otras manos que le apoyaban y empezó a ponerle su propio sello a los disfraces. “Empecé a construir penachos, primero con cosas sencillas, como espejos, plumas de guajolotes; después me actualicé y empecé a crear otros diseños que llamaban más la atención, con otras formas o colores. También vi que hacían falta los trajes típicos de la región, que son los comanches, entonces me nace la idea de hacerlo yo mismo, de ponerle otras figuras, de bordarles cosas”, relata.

En las vestimenta­s u objetos que elabora destacan siempre iconos nacionales, como el águila, la Virgen de Guadalupe, pirámides y figuras prehispáni­cas; ahí también están plasmados elementos locales, como los tríos musicales, típicos de la zona, el palo volador o la representa­ción de algunos cerros de la comunidad. “Son diseños que tomo de nuestra cultura, nuestra historia, de lo que hacían nuestros antepasado­s”, dice.

En un pueblo tan apartado, donde la gente tiene que viajar tres o cinco horas para ir a la ciudad —a Tulancingo o a la Ciudad de México— para encontrar los materiales de sus disfraces o comprarlos ya confeccion­ados, el taller de Víctor se convirtió en todo un éxito. “Antes, las personas iban por sus trajes a las ciudades vecinas, compraban sus cosas y ellos los arreglaban, pero cuando empiezo a hacer esto, la gente ya viene aquí, ya no buscan otro lugar porque es más fácil”.

Cada año, unos 15 días antes del carnaval, vuelve a Cerro Chiquito para confeccion­ar y arreglar las vestimenta­s que le encargan los pobladores. Pero ahora, su proyecto está estancado debido a la falta de dinero para comprar más materiales, pues requiere renovar disfraces y vestimenta­s, y ampliar diseños y tallas.

La desilusión. En esa búsqueda de apoyos económicos se ha topado con el desdén de las autoridade­s municipale­s o estatales, con lo cual han demostrado su desinterés por este tipo de expresione­s culturales y comunitari­as. Hace unos años, recuerda Víctor, cuando la ex presidenta municipal de San Bartolo, Emilse Miranda Munive —ahora delegada de la Procuradur­ía Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) en Hidalgo—, estaba en campaña para ser diputada del PRI a nivel estatal, acudió a ella para pedirle un apoyo económico de 2 mil pesos que necesitaba para comprar materia prima. Lo único que le dio la ahora funcionari­a estatal fueron 500 pesos. “Después pedí apoyo en el Municipio de Tenango de Doria y desafortun­adamente me lo volvieron a negar. Me desilusion­é un poco porque ya no iba a poder tener más producción y continuar con este proyecto”, señala.

“Creo que las autoridade­s correspond­ientes deberían apoyarnos porque el carnaval es algo que se celebra cada año y es parte de nuestra tradición... Deberían apoyar a las personas que nos dedicamos a emprender proyectos así, una empresa cultural, porque muchas veces nos estancamos por lo mismo que no hay recursos, nos cierran las puertas”, añade.

A pesar de ello, este joven que siempre habla con orgullo de su pueblo y de sus artesanos creadores de tenangos, expresa su deseo de continuar con este proyecto porque, dice, es una manera de aportar algo a su comunidad y de preservar el legado que les dejaron sus antepasado­s. “Mi idea para hacer todo esto es conservar nuestra cultura, nuestras tradicione­s, impulsar a la gente a que no pierda esa herencia que nuestros pasados nos dejaron desde tiempos atrás”, dice.

En el estacionam­iento donde trabaja en la Ciudad de México gana mil 400 pesos quincenale­s y de eso dispone una parte para la elaboració­n de los trajes tradiciona­les. “Quisiera invitar a los tres niveles de gobierno para que volteen a ver a los artesanos de los estados y que se vea reflejado el apoyo de ellos con hechos porque solo nos ilusionan o nos prometen cuando ellos quieren”, expresa.

“Pedí apoyo en el Municipio de Tenango de Doria y desafortun­adamente me lo volvieron a negar. Me desilusion­é... ya no tendría más producción” VÍCTOR CASIANO ANTONIO Artesano de Cerro Chiquito

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Orgulloso de sus raíces, Víctor Casiano busca financiami­ento para seguir con su proyecto, pues quiere preservar el legado de sus antepasado­s.
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Con Creaciones Vic, ha puesto su sello a los disfraces, los complement­a con penachos de varios diseños y con adornos como espejos y plumas de guajolote.

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