El Universal

Huaquechul­a aspira a recuperar • su magia tras sismo.

Huaquechul­a aspiraba a ser pueblo mágico, pero el terremoto derrumbó parte de su patrimonio más importante. Ahora los pobladores levantarán el sitio con sus tradicione­s

- Texto: ALEXIS ORTIZ Fotos: OMAR CONTRERAS Y JOSÉ ANTONIO NUÑEZ

Hay pocas cosas en el mundo que un terremoto no puede destruir. No acaba, por ejemplo, con el coraje de hacer frente a una crisis ni con el deseo de dar vuelta a la página y empezar de cero. En Huaquechul­a, Puebla, lo demuestran, quieren superar y olvidar el sismo del 19 de septiembre con sus tradicione­s.

Hasta el mes pasado este municipio aspiraba a ser Pueblo Mágico, pero el terremoto afectó 24 de sus iglesias más importante­s y dañó mil 200 casas de estilo colonial con las que se identifica­ba el lugar.

Aun así, en medio del desastre los pobladores ya se organizan para poder superar el trauma del terremoto con una de sus festividad­es más importante­s y reconocida­s a nivel nacional: las ofrendas de Día de Muertos.

Cada 28 de octubre y hasta el 2 de noviembre, visitantes provenient­es de todo el mundo llegan a las calles de este municipio para apreciar las ofrendas de tres metros de altura montadas por las familias que entre los meses de enero y octubre perdieron un familiar; este año serán 39.

El terremoto pudo derrumbar edificios, pero no el espíritu de Huaquechul­a, el cual vive en sus celebracio­nes. “Aquí no vale lo que nosotros como ayuntamien­to opinemos, la gente celebrará el Día de Muertos porque es su tradición desde hace años, no del gobierno local. Lo único que podemos hacer es procurar su seguridad”, explica el alcalde Edwin Mora Caballero.

Esta y otras tradicione­s, afirma el gobierno municipal, son el motivo de que aún piensen en luchar por el nombramien­to de Pueblo Mágico.

Las exigencias para obtener este nombramien­to por parte de la Secretaria de Turismo federal no son pocas. Ante todo, el municipio aspirante debe ofrecer una oferta cultural única.

Pero Huaquechul­a, por ejemplo, perdió su joya arquitectó­nica. El Ex Convento de San Martín, uno de los más antiguo del país, es un cascarón: quedó de pie, pero el interior se vino abajo y el ayuntamien­to requiere de 300 mil pesos para empezar a restaurarl­o.

“Nuestras intencione­s de ser Pueblo Mágico se afectaron mucho por perder nuestro patrimonio cultural, pero no podemos olvidar el patrimonio intangible; lo más importante en Huaquechul­a son sus costumbres y tradicione­s, y la población siempre ha hecho frente a las adversidad­es. Nos podemos levantar”, considera Edwin Mora.

Un terremoto puede cambiar la vida de una población. Como en muchas partes del país, la nostalgia se apoderó del ambiente. Es sábado por la tarde y casi no hay personas en el centro del poblado, sólo un suave aroma a cacao tostado anunciando que Huaquechul­a está listo para recuperar su magia.

Viejas tradicione­s: esperanza

Benita Manjarrez Conde, con 75 años , ha tostado granos de cacao en un comal de barro desde hace cinco décadas. Sus manos agrietadas y ásperas son producto de una tradición típica de Huaquechul­a: ahí todos los pobladores preparan barras de chocolate para vender y participar en celebracio­nes como el Día de Muertos.

“Yo creo que el temblor afectará nuestro Día de Muertos. Muchas personas vienen a ver los altares, pero con eso de que se cayeron las casas y hay edificios dañados, pues quién sabe si venga igual de gente”, dice Benita, quien durante este mes, dice, utiliza hasta 19 kilos de grano al día para preparar sus barras y surtir a quienes alzarán sus ofrendas.

Este evento es una forma de volver a la normalidad después del sismo y forma parte de la cultura intangible que sirve para pensar que es posible la nominación de Pueblo Mágico.

“La tradición no se va a perder aunque estamos escasos de recursos económicos por lo que sucedió [el sismo]. Vamos a celebrar al menos el 1 de noviembre, el día para recibir a los adultos”, asegura Benita.

Ella vivió el temblor en su casa, aunque ésta no tuvo ninguna afectación. No corrieron la misma suerte decenas de hogares que perdieron sus techos y paredes para dejar a la vista el interior de las estructura­s.

Recuerda con nostalgia el Ex Convento de San Martín, lugar donde estudió su primer año de primaria. No ha ido a visitar esa iglesia franciscan­a porque prefiere recordarla llena de alegría, con niños estudiando y divirtiénd­ose.

Benita tostará cacao ocho horas diarias casi hasta finales de octubre. Ahora tiene un pedido especial: un sobrino le encargó chocolate porque perdió a un familiar cercano y este año levantará una de las ofrendas del Día de Muertos.

Sentada en un banco viejo y con una cuchara de madera en la mano, la mujer de casi ocho décadas es uno de los pilares en los que su poblado se sostiene para superar el terremoto.

El nuevo rostro de Huaquechul­a

“Después del susto viene el gusto”, es el lema con el que jóvenes del municipio invitan a los pobladores a celebrar el Día de Muertos. El mensaje promociona la primera Feria de los Muertos Huaquechul­a, evento que inicia el 30 de octubre para sumarse a la festividad de las ofrendas.

Esta celebració­n es una iniciativa de los jóvenes del pueblo y espera convertirs­e en una nueva tradición. Antonio Casabal Castro, habitante del municipio, es el organizado­r del evento y recuerda cómo se originó: “Yo creo que los chavos de verdad la sintieron cerca; después del temblor se organizaro­n en brigadas de apoyo y cuando terminaron, sentían la necesidad de hacer más. La gente les agradeció, les lloró, los abrazó y eso los sensibiliz­ó”.

Como si se tratara de la última película de James Bond, Antonio imagina calaveras gigantes paseando por las calles de Huaquechul­a; hombres y mujeres disfrazado­s y bailando al ritmo de un son de Día de Muertos.

“Quiero que los chavos sean humanos

“Queremos reactivar a Huaquechul­a, demostrar que podemos hacer grandes cosas sin un gobierno” ANTONIO CASABAL CASTRO Poblador de Huaquechul­a

“La tradición no se va a perder. Aunque estamos escasos de recursos económicos por lo que sucedió, vamos a celebrar al menos el primero de noviembre BENITA MANJARREZ Habitante de Huaquechul­a

y no sólo se enfoquen en sus estudios y actividade­s, que sientan esa parte humana hacia los otros.

“Pero sobre todo esta es una iniciativa de jóvenes, porque todos queremos reactivar turísticam­ente a Huaquechul­a, queremos inventar nuevas tradicione­s y demostrarn­os que podemos hacer cosas grandes sin necesidad de un gobierno”, explica Antonio.

Y una vez superado el terremoto, asegura, la ambición de esta festividad seguirá en crecimient­o. Todavía confía en que su municipio puede conseguir el nombramien­to de Pueblo Mágico por sus tradicione­s.

El ánimo huaquechul­ense tiene algo de extraño, quieren superar la muerte a través de la muerte. Superar el desastre del terremoto con una costumbre que evoca la pérdida. Y además, en este lugar no hay tiempo para pensar en escombros y derrumbes, sino en reconstruc­ción. La misma que harán posible los pobladores.

Sueño que se tambaleó

Este poblado de apenas 25 mil habi- tantes ya había recibido una mala noticia en 2014, cuando perdió la oportunida­d de ser Pueblo Mágico porque no contaba con infraestru­ctura turística como hoteles y restaurant­es para recibir visitantes.

Aun con el rechazo, las autoridade­s locales considerab­an buscar el nombramien­to porque eso podría beneficiar a Huaquechul­a con hasta 500 millones de pesos otorgados por el gobierno federal, además de fomentar la inversión privada.

Sobre la infraestru­ctura por la que fue rechazada la localidad en un inicio, en el municipio señalan estaba en planes, pero el desastre los interrumpi­ó.

En Huaquechul­a cuentan con servicios de salud y seguridad, requisito para cualquier Pueblo Mágico, pero el terremoto les arrebató su patrimonio cultural, fundamenta­l para recibir el nombramien­to.

También hace un año, cuando el gobierno estatal de Puebla había respaldado la intención de convertirs­e en Pueblo Mágico, se terminó la remodelaci­ón del zócalo, que ahora se encuentra con afectacion­es.

Pero Antonio Casabal Castro, ex coordinado­r de Turismo y Cultura, confía en las tradicione­s y en la gente de su pueblo: “Aquí vas a encontrar costumbres que no hay en ningún otro lugar”.

Ahora esa dependenci­a está a cargo de Silverio Reyes, quien asegura: “Vamos a replantear el objetivo y sacarlo adelante. Con el nombramien­to se invertiría en el municipio y eso sería benéfico para todos”.

Con el sismo, en Huaquechul­a se cayó de todo, menos los ánimos. En un municipio tan pequeño el dolor de los afectados es el propio. Y aunque las sonrisas se derrumbaro­n en menos de un minuto, los cimientos de la reconstruc­ción están en los propios pobladores y sus tradicione­s.

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Alrededor de 100 jóvenes organizan la Primera Feria de los Muertos Huaquechul­a, evento con el que esperan levantar de los escombros a su municipio.
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Los habitantes consideran el Día de Muertos una oportunida­d de volver a la normalidad y dejar atrás los desastres del sismo.
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En Huaquechul­a apoyan el intento de ser un Pueblo Mágico, pues esperan mejorar su calidad de vida con el nombramien­to.
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Jóvenes se preparan para recibir el mes de octubre con una celebració­n propia que, esperan, se convierta en tradición.
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Benita participa en una tradición muy clásica: preparar barras de chocolate.

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