El Universal

Tocar para los muertos

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Santa María Tlahuitolt­epec Muere el sol en los montes con la luz que agoniza, pues la vida en su prisa, nos conduce a morir”, resuena en los panteones oaxaqueños al ritmo de banda de viento. “Dios nunca muere”, vals escrito por Macedonio Alcalá, es la canción con la que se da el último adiós a familiares y amigos porque en Oaxaca se despide a los muertos con música.

En las ocho regiones, aunque el ritual funerario tiene sus particular­idades, la música es la tradición que enmarca la negrura de los días en que los oaxaqueños se despiden de la vida terrenal.

Santa María Tlahuitolt­epec, en la Sierra Mixe, es cuna de músicos. Hombres y mujeres, desde niños, aprenden a ejecutar melodías con maestría a través de instrument­os con los que incluso son enterrados cuando llega la hora de volver a la Madre Tierra.

Silvestre Vásquez Cardoso, encargado de la banda oficial del Centro de Capacitaci­ón Musical y Desarrollo de la

En los días de los muertos, que se celebran del 31 de octubre hasta el 4 de noviembre, todos los músicos de Tlahuitolt­epec tocan en la misa que se realiza en el panteón municipal. Las familias se reunen en el lugar, mientras visitan los sepulcros de sus seres queridos y piden el responsori­o para ellos.

Los músicos se dividen para tocar melodías en honor de los que se fueron. Más tarde se trasladan al municipio para participar en una calenda y un baile en el que tocan sin descanso en esos tres días. “El pueblo comparte ofrendas que se ponen en un altar de gran tamaño en la explanada municipal... la fiesta que se acompaña con música empieza cuando ya se puede comer del altar, es decir el 2 de noviembre”, apunta el representa­nte del CECAM.

Encargado de la banda oficial del CECAM

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