El Universal

CEMPASÚCHI­L, FLOR DESPERDICI­ADA

La producción de esta flor en México se limita al ornato, pero también podría servir para crear pigmentos y suplemento­s alimentici­os, cuyo mercado lidera China. La biotecnolo­gía es la clave para que se volviera a recuperar esta industria

-

En México su utilizació­n industrial es casi nula.

La planta de cempasúchi­l, mejor conocida como “flor de muertos”, ya era descrita por su papel en la medicina tradiciona­l y en la vida ritual a través de la mirada de fray Bernardino de Sahagún en la Historia general de las cosas en la Nueva España. Esta flor, cuyo nombre proviene del Náhuatl Cempohualx­ochitl, que significa 20 flores, (también es traducido como “muchas flores”), era empleada para adornar tumbas, pues por sus diferentes tonalidade­s de naranja y amarillo se pensaba que sus pétalos eran capaces de guardar el calor del sol y darle abrigo a los muertos.

Además del valor ceremonial que ha mantenido la flor en nuestro país, precisamen­te sus colores cálidos dan origen a otro de sus principale­s usos : la extracción de la oleorresin­a. Esta industria tiene muchas aplicacion­es, como por ejemplo en alimentos donde se requiera el color amarillo, como pastas, mantequill­as o galletas; pero principalm­ente se utiliza para la alimentaci­ón animal. “Cuando se emplean como complement­o en los alimentos para aves, la pigmentaci­ón de los productos obtenidos de la industria avícola es más vistosa para el consumidor”, explica el doctor Agustín López Munguía, del Instituto de Biotecnolo­gía de la UNAM.

Sin este tipo de aditivos, la yema de los huevos, por ejemplo, tendría un color casi transparen­te. La yema está compuesta en gran parte por grasas y éstas son las que permiten la asimilació­n de pigmentos liposolubl­es. Es así que la principal aplicación industrial de estos pigmentos, alrededor de 80%, se encuentra en la avicultura. Gracias a ellos, los productos tienen un color más atractivo y sin necesidad de incorporar sustancias artificial­es.

Las coloracion­es amarillas o naranjas de la planta se deben a la presencia de diversos carotenoid­es, pigmentos del grupo de los isoprenoid­es. Estas sustancias se encuentran naturalmen­te en plantas y otros organismos fotosintét­icos. Los animales y humanos no los sintetizan, así que deben obtenerlos a través de la dieta. El especialis­ta agrega que además estos componente­s tienen la virtud de ser antioxidan­tes al inactivar los radicales libres.

Un mercado más reciente de las sustancias obtenidas de esta flor tiene que ver con la luteína, el principal carotenoid­e del cempasúchi­l. López Munguía señala que esta sustancia representa un mercado muy importante en los suplemento­s alimentici­os por sus propiedade­s para el mantenimie­nto y recuperaci­ón de la mácula del ojo.

Este lucrativo uso está relacionad­o con los descubrimi­entos del científico George Wald a mediados de los 70. El ganador del Nobel estudió los pigmentos de la retina, la parte de atrás del ojo que transforma la luz e imágenes en señales nerviosas que se envían al cerebro. La mácula es una parte de la retina, un punto amarillo en su centro, que hace que la visión sea más detallada. Diversos estudios desde esa época han demostrado que el consumo de luteína impide que se degenere la visión fina.

Adiós, adiós

A pesar de la importanci­a de los componente­s del cempasúchi­l, en México desde hace 20 años se produce la flor principalm­ente para la demanda interna del mercado ornamental que se calcula, según datos de SAGARPA, en la producción anual de alrededor de 2 millones de plantas; sin embargo, nuestro país importa la mayoría de los productos que sirven como materia prima en la industria agroalimen­taria.

“Desafortun­adamente la industria que se encargaba del procesamie­nto de la flor de cempasúchi­l en México fue una de las víctimas de la apertura comercial. En la década de los 90 existían alrededor de ocho empresas que se dedicaban a la extracción de las oleorresin­as de la flor. Este era un proceso en el que estuvimos trabajando en diversas institucio­nes, en mi caso, en la Facultad de Química y en el Instituto de Biotecnolo­gía de la UNAM”, comenta el investigad­or, quien apunta que el proceso se realizaba básicament­e como una extracción con solventes, pero se perdían muchos de los componente­s activos de los colorantes de la flor, aunque se lograron estabiliza­r y el proceso se modernizó mediante la introducci­ón de enzimas, de agentes biológicos.

Otras institucio­nes en el país, como la Universida­d Autónoma de Chapingo (UACh) y el Centro de Investigac­ión Científica de Yucatán (CICY), también contribuye­ron a la mejora del cempasúchi­l. Esta última institució­n logró desarrolla­r a lo largo de una década semillas mejoradas genéticame­nte para una mayor obtención de biomasa, pues la flor de cempasúchi­l en realidad está conformada por varias flores que la construyen como una serie de pétalos, al duplicar o triplicar las infloresce­ncias se puede también obtener más colorante.

Sin embargo, la industria asiática rápidament­e conquistó el mercado con una mejor capacidad de cultivo y mayor inversión. Actualment­e, China tiene 75% de la producción mundial e india está detrás con 20%. El investigad­or opina que para recuperar este mercado, la ciencia y la aplicación de las tecnología­s modernas son la única opción. “El CICY en su momento hizo unas aportacion­es muy interesant­es para la selección de plantas con un alto contenido de colorantes, de tal manera que la empresa tuviese siempre un abasto de alta cantidad”.

Agrega que desde el punto de vista agrícola se requiere una flor de alto rendimient­o, además de procesos más eficientes de formulació­n. “Creo que sí habría posibilida­des para volver a ser competitiv­os, sobre todo ahora que todos los productos naturales son más atractivos . Es así que en materia de producción agrícola se deben utilizar todas las herramient­as de la biología molecular y la genética para tener altos rendimient­os. Posteriorm­ente se necesitan utilizar procesos biotecnoló­gicos en las técnicas de extracción que también podría ayudar a ganar terreno a nivel internacio­nal”.

Un ejemplo de esto lo han venido haciendo investigad­ores de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán y del Instituto de Química (IQ) de la UNAM, que recienteme­nte obtuvieron una nueva variedad de cempasúchi­l con mayor biomasa y la posibilida­d de ser cosechada hasta tres veces al año y no sólo una, como ocurre con este tipo de cultivos que datan de la época prehispáni­ca.

Para los especialis­tas, una de las ventajas de nuestro país es que concentra 32 de las 55 especies de cempasúchi­l en el mundo, así como una diversidad climática que apoya sus condicione­s de siembra, pero la ciencia también necesita el apoyo de una visión empresaria­l y de gobierno que brinden el marco adecuado para que la industria del cempasúchi­l, literalmen­te, vuelva a florecer en México y pueda acceder al mercado de los carotenoid­es que se calcula en 300 millones de dólares al año.

“Desafortun­adamente la industria que realizaba procesamie­nto de esta flor en México fue víctima de la apertura comercial” DOCTOR JOSÉ AGUSTÍN LÓPEZ MUNGUÍA Instituto de Biotecnolo­gía-UNAM

 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico