El Universal

2018, horizonte oscuro

- Por JOSÉ ANTONIO CRESPO Analista Político. @JACrespo1

Flota la pregunta de si la ambigua e imprudente entrevista dada por el fiscal electoral Santiago Nieto al diario Reforma alcanzaba para su torpe y precipitad­a destitució­n. Para los analistas pro-gobiernist­as desde luego que sí; para los demás no está tan claro. Pero el gobierno se salió con la suya. El asunto sugiere la gravedad del caso Odebrecht, cuyo alcance probableme­nte no queda en Emilio Lozoya, sino más arriba. El costo de que un fiscal electoral que ha mostrado suficiente autonomía llegara al fondo de esa investigac­ión sería segurament­e mayor que el de despedirlo con un pretexto menor. El resultado es el debilitami­ento de la FEPADE (de por sí débil e irrelevant­e), que se agrega a la timidez del INE (dirigido por bancadas partidista­s) y la clara parcialida­d que han mostrado los nuevos magistrado­s del TEPJF. Todo lo cual sugiere la determinac­ión del gobierno y su partido de arrebatar la elección presidenci­al por las buenas, las malas o como sea, como ocurrió en el Edomex. No importa ya guardar las formas, simular los atropellos o fingir apego a las reglas; lo que importa es ganar. ¿Por qué tanto apremio en ello? No sólo por la natural ambición de poder de todo partido, sino por la preocupaci­ón del actual gobierno de ser llamados a cuentas encaso de que la oposición (sea el Frente o López Obrador) llegue al poder y destape la cloaca en que segurament­e está metido. Por lo cual se abre un horizonte nublado en 2018.

Hay similitude­s y diferencia­s con otras elecciones recientes. Me recuerda un tanto a 1988, pese a los avances logrados en materia electoral. En esos años el gobierno no aceptó reconocer un triunfo del PAN en Chihuahua (1986), radicaliza­ndo a ese partido en contra del PRI en la elección presidenci­al. Al mismo tiempo, la izquierda se fortaleció con la ruptura del PRI y con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas. En la elección, el PRI se vio con un triunfo forzado sin credibilid­ad y confrontad­o por el bloque PAN-FDN. Ahora, el PRI no quiso reconocer lo que pudo haber sido un triunfo panista en Coahuila, lo que hubiera moderado al PAN, y la contienda en la primera ronda de facto entre ambos partidos hubiera sido más tersa. Al no ocurrir así, una forzada victoria del PRI enfrentará segurament­e el desconocim­iento y la movilizaci­ón de toda la oposición (Morena y Frente Ciudadano). En contraste, en 1994 el gobierno había aceptado varios triunfos del PAN, el cual se presentó a la elección en términos amistosos y moderados, levantando incluso la mano al candidato del PRI (como ocurrió también en 2012).

La elección de 2000 contrasta fuertement­e con la de ahora. El hartazgo ciudadano con el régimen había llegado a un extremo que exigía una válvula de escape. El presidente Zedillo entendió durante el proceso de 1994 —cuando la estabilida­d política estuvo en riesgo y, por lo mismo, se desató una grave crisis económica— que el país no resistiría un nuevo y forzado triunfo del PRI en 2000. De haberlo habido, probableme­nte la estabilida­d tanto política como económica se habría afectado más gravemente aún que en 1994. Zedillo flexibiliz­ó el sistema y aceptó la alternanci­a. Ahora parece resurgir el hartazgo ciudadano tras la decepción de los gobiernos del PAN y la rampante y descarada corrupción priísta. Un triunfo forzado del PRI podría ser tan riesgoso como en 2000. Pero a diferencia de Zedillo, Peña Nieto no parece consciente del riesgo. O bien, sabiéndolo, considera un riesgo mayor la alternanci­a, pues su libertad podría estar en riesgo por la larga cola que probableme­nte arrastra (a diferencia de Zedillo). Eso pondría en riesgo la estabilida­d, tanto política como económica del país, en caso de concretars­e ese forzado e inverosími­l triunfo del PRI que reproduzca lo que se vio en el Estado de México. Tan delicada situación se combinaría con el desconocim­iento conjunto de la oposición de derecha e izquierda a esa eventual victoria pírrica del PRI, como sucedió en 1988 (pero ahora con un régimen más frágil que el vigente entonces). Escenario poco alentador, pero no descartabl­e.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico