Elaboración de velas, tradición familiar
• Mitzy es la tercera generación que realiza actividad • Sus abuelos y tías laboran de 03:00 a 12:00 horas
Nacajuca.— Mitzy tiene 11 años, cursa el quinto grado de primaria y forma parte de la tercera generación de la familia De la O Peralta, que lleva más de 15 años dedicada a la elaboración de velas, que son utilizadas para rendir culto a los santos difuntos durante el Día de Muertos, celebración que los lleva a producir hasta 80 mil piezas.
La familia De la O vive en la ranchería Jiménez, del municipio de Nacajuca, ubicada a 15 minutos de Villahermosa. El patio trasero de los hermanos Asunción y Raymundo se ha convertido en el taller donde tres meses antes de la festividad, trabajan sin parar, no sólo ellos, también sus esposas, hijos y nietos.
La pequeña Mitzy aprendió el oficio de su abuelo Raymundo y a su corta edad conoce todo el proceso, desde la compra del sebo del ganado, su paso por los tanques de 200 litros —que son colocados en el fuego— hasta el secado y armado de cada uno de los mazos de velitas, previamente envueltos en papel periódico.
“Todos los días llego a ayudar a mi abuelo; hago mi tarea y me vengo para acá, mira, estas velas son delgadas y también hay gruesas”, refiere Mitzy cuando muestra a EL UNIVERSAL el oficio de su familia.
Su abuelo, cuenta, no se encuentra en casa, porque salió a vender la primera producción que elaboró. Mientras ella, su abuela María y sus tías continúan trabajando.
Su hora de labores inicia a las tres de la mañana: “Nos levantamos a las tres de la mañana y terminamos casi a las 12 del día; esto es de todos los días, mi esposo recoge la grasa fresca, la tiene que freír y comienza a hacer las velas”, relata María.
En fechas recientes se han enfrentado a los altos costos de la materia prima; sin embargo, no bajan la guardia, porque además de ser una fuente de trabajo, también se trata de una tradición familiar que, afirman, no dejarán morir y por esa razón preparan a las nuevas generaciones.
“Trabajamos todo el año, porque vendemos a un señor que nos compra en Villahermosa, pero la producción fuerte es en octubre, este mes si tenemos mucho trabajo”, dice Mary.
Asunción, mejor conocido como don Chon, vive al lado de su hermano Raymundo, y también ha creado su empresa junto con sus hijos, está dedicado de tiempo completo al oficio.
El proceso. Don Chon explica que este proceso inicia con la recolección de grasa de ganado durante un año, ésta se almacena en un tambo de 200 litros y ahí permanece hasta octubre, cuando se utiliza la mayor cantidad.
“Después se pone a hervir, se hace el procedimiento de la grasa y luego se cura con la parafina y se deja hasta que se combine para llegar al procedimiento de la vela”, detalla.
A los 200 litros de grasa se les coloca un empaque de parafina de 25 kilogramos, se derrite y se dejan pasar dos horas para que se enfríe; luego se remoja el molde para engrosarlo y dejarlo al día siguiente.
“El procedimiento que sigue es amarrarlo con un hilo, se mete en un molde y marrar los mazos gruesos, ya que esté elaborado el mazo y que ya vaya a salir ya para su envoltura”.
Son cerca de 80 mil velas que cada familia produce, que son distribuidas en mazos que contienen 10 unidades a los mercamos y centros de abasto de la ciudad de Villahermosa y los 17 municipios, porque es aquí en Nacajuca donde se produce 80% de este producto utilizado principalmente para rendir culto a las ánimas en casas, iglesias y panteones.
En Mazateupa, Tecoluta, Arroyo y la Manga son algunos de los poblados de Nacajuca donde el oficio de elaborar velas de sebo se niega a morir, está más vivo que nunca.
“Todos los días llego a ayudar a mi abuelo; hago mi tarea y me vengo para acá, mira, estas velas son delgadas y también hay gruesas” MITZY Habitante de Nacajuca