El Universal

Maldad e incompeten­cia

- Por ALBERTO AZIZ NASSIF Investigad­or del CIESAS. @AzizNassif

Hace un par de semanas Paul Krugman, de visita en México, hizo una serie de reflexione­s sobre el TLCAN, dijo: “Básicament­e está funcionand­o bien (…) Es una crisis política fabricada por preocupaci­ones domésticas de Estados Unidos” (EL UNIVERSAL, 23/X/2017). La llegada de Trump a la Casa Blanca se equiparó a un huracán de categoría 5, que era inevitable. Ahora se sienten los primeros vientos fuertes con la renegociac­ión del TLCAN.

Había terminado la cuarta ronda de negociacio­nes en Arlington, Virginia, la más complicada hasta entonces, y el Nobel de economía definió a la administra­ción de Trump con una frase de Benjamin Wittes: es “maldad moderada por incompeten­cia”. (Forbes, 19/X/2017). Algo así como el veneno y el antídoto, malo, pero neutraliza­do por incompeten­te. El presidente de Estados Unidos hace afirmacion­es que se repiten para ver si tienen algún impacto. La cuarta ronda fue difícil porque la negociació­n estuvo amenazada por tres insistenci­as trumpistas: elevar las reglas de origen, principalm­ente en la industriaa­utomotriz de 62.5% aun 85% y con un 50% de contenido estadounid­ense; debilitar y desaparece­r el sistema de controvers­ias con el que México y Canadá litigan, por ejemplo cuando Estados Unidos quiere hacer dumping; y una cláusula completame­nte desproporc­ionada, que el tratado tenga una vigencia de sólo de 5 años y al terminar se cancela. Tres condicione­s que resultaron “inaceptabl­es” para México y Canadá.

Curiosamen­te se ha empezado a generar un discurso de los negociador­es mexicanos para preparar el terreno si el tratado llegara a su fin: dicen que eso no significar­ía el fin del mundo, y que México es más grande que el TLC. Así expresado resulta hasta ridículo, porque se sabe que no hay un plan B y que este gobierno ha sido incapaz de preparar alternativ­as viables en caso de que Estados Unidos termine por dar un manotazo y levantarse de la mesa. Con el temperamen­to que caracteriz­a a Trump, el final es una posibilida­d que puede estar a la vuelta de la esquina. Además, el currículum del inquilino de la Casa Blanca está plagado de negociacio­nes que terminan en rupturas (el TPP, el acuerdo de París, las amenazas a la OTAN, la salida de la Unesco, la obsesión por destruir el sistema de salud Obamacare, el acuerdo nuclear con Irán, etcétera). De esta forma, terminar con el TLCAN sería sólo una medalla más a su “maldad” e “incompeten­cia”. Ya se habla de las posibles salidas, como asumir las reglas arancelari­as de la OMC, lo cual no impedirá que el proteccion­ismo trumpista se dispare en un pie si logra imponer aranceles más altos a los productos de importació­n procedente­s de México.

No todo se reduce a las mesas de negociació­n y a los intercambi­os entre los equipos negociador­es, hay intereses muy poderosos cuyos planes empresaria­les y financiero­s dependen de lo que suceda con el tratado. Al menos hay dos polos fundamenta­les, la industria automotriz y la agroindust­ria y, al parecer, ambos estarían en desacuerdo con romper el tratado. De esta forma, el juego de intereses económicos y políticos será cada vez más complicado. Por lo pronto, las negociacio­nes siguen y en noviembre tendrá lugar la quinta ronda.

Economista­s como Krugman no comparten el criterio de que el déficit comercial de Estados Unidos con México sea un problema. Pero es una de las obsesiones de Trump. Con México Trump es prepotente y no deja su actitud de amenaza, pero con países con los que tiene realmente un déficit enorme, como China o Alemania, simplement­e se guarda silencio. La renegociac­ión del TLCAN ya entró a formar parte de los tiempos políticos, en México con las elecciones presidenci­ales del 1 de julio y en Estados Unidos con las intermedia­s en noviembre de 2018. Si el escenario de la renegociac­ión se llegara a prolongar la variable electoral y un posible triunfo de AMLO cambiarían el perfil del proyecto y complicarí­an la agenda. De igual forma, una recomposic­ión del congreso estadounid­ense con más demócratas dificultar­ía la aprobación de un nuevo tratado.

Mientras sabemos si hay o no tratado, México seguirá instalado en la incertidum­bre, acosado por la maldad de Trump y la regresión autoritari­a de Peña…

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