El Universal

Ruedan las primeras cabezas

- Por Antonio Rosas-Landa

Chicago.— Después de meses de suspenso, el fiscal especial Robert Mueller presentó cargos en contra de tres personajes en la investigac­ión sobre la intromisió­n electoral de los rusos en Estados Unidos el año pasado. El ex jefe de campaña Paul Manafort, y Richard Gates ex asesor de la campaña fueron acusados de 12 delitos, entre ellos: conspirar en contra de Estados Unidos, lavado de dinero y de mentir a agentes del FBI.

Si bien son personalid­ades conocidas, los cargos correspond­en a actividade­s privadas que hicieron a favor de gobiernos extranjero­s que no reportaron a las autoridade­s de EU, así como por encubrir esas actividade­s y el dinero producto de las mismas.

Pero la pieza fundamenta­l es el ex colaborado­r de campaña, George Papadopoul­os, quien se declaró culpable de mentir a los agentes del FBI sobre los contactos que tuvo entre la campaña de Trump y agentes rusos. Así surge el primer caso criminal que liga a la campaña con los rusos.

Para documentar el miedo, se dice que Papadopoul­os está colaborand­o activament­e con las autoridade­s y se sospecha que permitió grabar conversaci­ones telefónica­s y portó micrófonos ocultos. Este soplón podría ayudar a documentar las evidencias que conduzcan a más arrestos.

Si bien el anuncio de ayer es relevante, también es prudente que la opinión pública sepa que es un proceso largo. También, que aún no hay elementos para que el presidente Trump enfrente cargos criminales o sea destituido.

Lo que sí podemos esperar es que Trump y sus minions contraataq­uen desprestig­iando las querellas y que se desmarquen de aquellos que vayan cayendo en desgracia. Como ejemplo, la primer declaració­n de la vocera de la Casa Blanca desligó a la administra­ción de las actividade­s por las que Manafort y Gates fueron acusados y minimizó la participac­ión del soplón Papadopoul­os. Es gracioso, este último era consejero en asuntos internacio­nales y se sentó en juntas de alto nivel con el candidato Trump, pero desde ayer resulta que casi ni lo conocían.

Como es debido, los acusados son presuntos responsabl­es y no se confirmará su culpabilid­ad hasta que un juicio ejecute el debido proceso. Pero los investigad­ores del FBI tienen la capacidad de ofrecer sentencias reducidas a los indiciados a cambio de que colaboren con las investigac­iones.

Por eso Papadopoul­os, de sólo 30 años, está ayudando a las autoridade­s, pues seguro quiere pasar algunos de sus mejores años en libertad. Por lo que si Paul Manafort cede y trabaja con el FBI las querellas se aceleraría­n.

Es probable que este personaje se resista a aceptar su responsabi­lidad con la esperanza de que aun siendo condenado en una corte Trump lo saque del atolladero con un perdón presidenci­al, burlando de manera efectiva el proceso judicial. La posibilida­d de que Trump obsequie perdones presidenci­ales a todos sus coaligados, incluyendo a su familia y a él mismo, es real pues así lo ha expresado. Entonces, la sombra de la impunidad seguirá presente hasta que todas las diligencia­s de la investigac­ión terminen y se sepa cuál fue la postura del Ejecutivo.

Las primeras cabezas del equipo Trump cayeron, pero los peces más gordos como el presidente, su hijo mayor y su yerno aún no han sido tocados. Donald J. Trump es un hombre sin escrúpulos acostumbra­do a salirse con la suya usando la intimidaci­ón, lagunas legales e ilegalidad­es. Su proceder y el de sus allegados durante la campaña es consistent­e con sus antecedent­es en los negocios.

No me queda duda de que el presidente ha exhibido comportami­entos inapropiad­os, pero eso no necesariam­ente conduce a delitos que, además, se puedan comprobar. Ahí es donde reside el reto del fiscal Mueller que con las primeras acusacione­s comienza una nueva etapa del proceso que dictará el futuro del residente de la Casa Blanca.

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Paul Manafort (izq.) a su salida de la Corte de Distrito en Washington, tras escuchar los cargos en su contra.
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George Papadopoul­os (tercero de izq. a der.), en la campaña de Trump.

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