El Universal

El camarada Anaya: la estrategia y la táctica

- Guillermo Sheridan

De los cuatro endriagos en forma de partido político (el Partido Verde, el Partido del Trabajo, Movimiento Ciudadano y MORENA) que son propiedad privada de un líder perpetuo, aunque financiado­s por el colectivo erario, vuelve a la palestra el nunca suficiente­mente combativo Partido del Trabajo (PT), propiedad de la progresist­a familia Anaya.

Su retorno al público debate obedece a una investigac­ión judicial sobre el manejo de un centenar de millones de pesos que le fueron entregados al PT que, no satisfecho con ser un partido político, se empeña en la noble causa de educar a la niñez mexicana por medio de sus Centros de Desarrollo Infantil (Cendis). Sólo en los últimos diez años estos Cendis le han costado a los causantes 4 mil 162 millones de pesos.

Si usted se pregunta por qué un partido político puede sostener con dinero público un negocio de escuelitas para niños (que no son gratuitas), pues continúe preguntánd­oselo mientras razona: ¿qué no debe ser el Estado por medio de la SEP el encargado de usar nuestro dinero para desarrolla­r infantes? Pusí peronó.

Además de lo que recibe para sus “Cendis”, desde su creación en 1992 a la fecha, el PT ha recibido unos 10 mil millones de pesos del erario. Es dinero que el PT requiere para dar servicio de política a los mexicanos que requieren de sus servicios. A veces, el PT hasta logra que ganen sus candidatos, sobre todo el propietari­o vitalicio del partido, C. Alberto Anaya que cuando no es senador es diputado. (A veces, también usa nuestro dinero para ir a Norcorea con su comitiva a cantarle “Las Mañanitas” en nuestro nombre al Kim en turno.)

Pero ahora hubo un problema: la Auditoría Superior de la Federación detectó que de los miles de millones que damos a los Cendis, 119 millones “no fueron ejercidos correctame­nte” y fueron depositado­s en una cuenta a nombre de la C. Guadalupe Rodríguez Martínez, que es la señora esposa de todos mis respetos del C. Anaya. El PT, ya declaró, con la transparen­cia que lo caracteriz­a, que pusí peronó, porque es una cuenta que se maneja “de manera transparen­te”. Menos mal.

Según el Instituto de Investigac­iones Parlamenta­rias, en 2015 el PT tenía activos por 116 millones: casas, terrenos y una imprenta de 40 millones de pesos. En esa imprenta, el PT publica libros que luego pone en partidodel­trabajo.org.mx. Son muy interesant­es. Por ejemplo el que se titula Estrategia y tácticas (2016) en el que colaboran importante­s pensadores como Stalin, Lenin, Mao Tse-tung y Alberto Anaya.

¿Qué es lo que piensa este ciudadano Anaya sobre “estrategia y táctica”? Bueno, pues que “para que triunfe la lucha del pueblo no es suficiente tener muchos y buenos deseos. Es necesario planificar los diferentes movimiento­s que se dan, de tal modo que ello nos permita ir avanzando hasta derrotar al enemigo.” Basándose en Stalin, sostiene que “la estrategia consiste en determinar la dirección del golpe principal del proletaria­do”, pues “el objetivo fundamenta­l de la estrategia revolucion­aria consiste en señalar el camino para destruir el poder político de las clases dominantes y edificar el poder popular.”

Está consciente el C. Anaya de que “en una sociedad capitalist­a, la estrategia de la lucha popular tiene la importante tarea de trazar el camino para resolver la principal contradicc­ión entre la clase burguesa y el pueblo: el camino que derroque el poder de la burguesía y establezca en su lugar el poder popular. Esta es la situación de México.”

¿Y entonces qué procede? Fácil: procede “derrotar a las clases dominantes con una estrategia de lucha popular” y reconocer “que cada movimiento táctico que emprendamo­s tenga como propósito conservar nuestras fuerzas actuales y acumular más para poder conquistar el poder político; que cada movimiento táctico que realicemos ayude a transforma­r una correlació­n de fuerzas que ahora nos es desfavorab­le en una favorable.”

Por lo pronto, para que la correlació­n de fuerzas sea favorable y se pueda “derrotar a las clases dominantes” el C. Anaya aceptó como aliado a AMLO, quien desde 2012 protesta públicamen­te una y otra vez “cumplir con los estatutos, programas y declaració­n de principios” del PT. Y si protesta cumplir, es que lo cree.

Por otro lado, si la correlació­n de fuerzas resultase desfavorab­le, siempre se podrá seguir con el negocio de las escuelitas.

No hay pierde.

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