Anaya, ¿sepulturero de AMLO?
El blindaje moral de Andrés Manuel López Obrador parece haber sido vulnerado. El aura con que ha caminado por décadas en lo que para él y para muchos es el lodazal de la política, habría comenzado a borrarse.
El impoluto plumaje del que se ufana y ha hecho parte fundamental de su búsqueda de la Presidencia, podría mancharse y sus aspiraciones, a ocho meses de las elecciones, derrumbarse estrepitosamente.
—“¡Lo tenemos!”, confió a este espacio un alto funcionario que, por sus responsabilidades sabe, día tras día, quizá minuto a minuto, quiénes, cómo, cuándo, de quién o para quién se mueven cuantiosos recursos en el sistema financiero nacional e internacional.
Categórico, sin dar oportunidad de insistir, repite con cierto júbilo y hasta con un asomo de satisfacción: “¡Lo tenemos!”… En pláticas confidenciales anteriores, comentó: “Le hemos buscado por todas partes… ¡y nada!”.
Si es un político que públicamente ha gastado una fortuna recorriendo el país una y otra vez en su enfermiza idea de llegar a Los Pinos, es evidente que algo oculto debe haber.
La procedencia del dinero que gasta sin límites, ha sido un misterio. Se le han hecho cuentas de todo tipo. Sus egresos nunca corresponden con sus eventuales ingresos.
En ese tren de gastos, debe haber algo turbio, indebido o ilegal. Y hay que saberlo.
No sólo porque es el candidato más adelantado en las encuestas para 2018, sino porque eventualmente se habría estado moviendo con recursos públicos allegados indebidamente. Y quizás hasta con dinero negro.
La información que tiene el sistema gobernante es utilizada para vigilarlo y ubicarlo.
Esa práctica, que permite saber todo sobre los agentes de interés para un gobierno, no es privativa de México. Se la utiliza para precaverse de los enemigos. Para neutralizarlos y, en el extremo, para aniquilarlos. El sacrificio de la parte por el bien del todo, no es ilegítimo.
AMLO fue inmune por años. De haberle detectado alguna acción comprometedora, la habría hecho pública. Se habría terminado con su carrera política. La prisión para él no habría sido nada improbable en ese caso.
Pero siempre se cometen errores. Y el líder de Morena, se infiere de ese “¡lo tenemos!”, habría incurrido en un yerro que lo podría llevar a perderlo todo. Porque si se revisan los últimos acontecimientos alrededor del ex líder del PRD, relacionados con dinero, aparece en automático el presunto fraude que se imputa a la esposa del líder del PT, Alberto Anaya.
Ésta, Guadalupe Rodríguez Martínez, recibió en su cuenta bancaria depósitos multimillonarios del gobierno de Nuevo León, que debían ser destinados al mantenimiento de los Centros Asistenciales de Desarrollo Infantil que el PT ¿administra? en 12 entidades.
Al abrir la PGR una investigación por supuestos malos manejos en los 12 CENDIs, López Obrador saltó de inmediato aduciendo que se trata de una venganza política y ¡claro!, porque va arriba de las encuestas.
¿Se desviaron recursos de los CENDIs a través del PT para financiar la movilización de AMLO en todo el país, mirando a hacer efectiva su sentencia de que “la tercera es la vencida”?
Esa pregunta no tiene una respuesta precisa a este momento. Pero sí cabe colegirla, dada la cercanía entre los dueños del PT y de Morena, Anaya y AMLO que, como “empre- sarios”, ven únicamente a su interés.
En la conducta ayuna de principios de ambos, uno podría ser el sepulturero del otro. Si lo “tienen”, ¿qué no haría Anaya para salvarse?
Viniendo de quien viene, ese “¡lo tenemos!” no se pone en duda y es de esperar que se dé a conocer en el momento más oportuno.
En el juego político actual, la información sobre la (in) moralidad de AMLO que hipotéticamente ha comenzado a documentarse, se mostraría su “honestidad valiente” convertida en “deshonestidad cobarde”. La tercera será su vencida.
La remoción y eventual claudicación de Santiago Nieto estaría relacionada, nos dicen, con lo referido arriba. Pero en particular, con la necesidad de que su sucesor mida a todos a con la misma vara.
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