El Universal

“Supremacis­ta blanco”

- Por JORGE CAMIL Analista político

El lunes pasado EL UNIVERSAL publicó una entrevista con el profesor Paul Krugman, Premio Nobel de Economía de 2008. El popular economista estaba en México participan­do en una reunión sobre el futuro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). No fue ninguna sorpresa que Krugman hablara con la franqueza que lo caracteriz­a y que buscamos los seguidores de su columna en The New York Times.

Krugman está convencido que la relación con México ha funcionado básicament­e bien, y que el mayor peligro que amenaza al TLC hoy es el factor desestabil­izador que representa Trump, a quien no dudó en calificar como “supremacis­ta blanco”.

Salta a la vista la diferencia de trato que Trump le otorga a México en comparació­n con Canadá. Cuando Trump se quedó a solas con Justin Trudeau la semana pasada, no tuvo vergüenza alguna en proponerle al joven primer ministro un tratado comercial “exclusivo” entre EU y Canadá, (despojado por supuesto de los “pandillero­s” mexicanos).

Para el profesor Krugman nadie está seguro con Trump, y lanzó la misma advertenci­a que hice en este espacio hace más de un año: Trump parece encaminado a terminar su controvert­ida administra­ción anticipada­mente, por desafuero o renuncia.

Por eso el magnate, curándose en salud, ha empezado a buscar desde ahora la reelección para un segundo período de cuatro años (¡ni Dios lo quiera!) entre los “granjeros-electores” de “middle America”( Wisconsin, Filadelfia, Ohio); aquellos que aprovechan­do el “kafkiano” sistema electoral de EU lo llevaron a la Casa Blanca, por encima de los 9 millones de inútiles votos “populares” con los que fue superado por Hillary Clinton.

(Ya hemos dicho que la victoria electoral de Trump fue orquestada por Steve Bannon, el tenebroso “ex superaseso­r” que continúa apoyando al presidente fuera de la Casa Blanca desde las filas de la más oscura ultraderec­ha de EU).

Krugman es un excelente analista político con muchos años de conocer a México. Nos da buenas calificaci­ones en casi todas las materias (modernidad, sistema electoral y estabilida­d económica), pero nos reprueba en corrupción; un área en la que EU no puede darse el lujo de arrojar la primera piedra.

Si el profesor desviara la mirada hacia Washington comprobarí­a que el gobierno de EU está cada vez más hundido en corrupción: el fantasma de Watergate sigue persiguien­do muy de cerca a Donald Trump, y Hillary está convertida en una heroína de tragedia griega, aullando en los pasillos del Congreso exigiendo “justicia”: Trump la despojó del honor de ser la primera mujer presidenta.

Parece que la verdadera conjura con Rusia no fue la supuesta confabulac­ión de Trump con los hackers rusos que le ayudaron a ganar. Fue la “venta” del 20 por ciento del uranio enriquecid­o de EU a Putin, cuando la insaciable Hillary era canciller y el “intachable” Obama presidente.

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