El Universal

¿Desastre?

- Por MANUEL CLOUTHIER Diputado federal independie­nte. @ClouthierM­anuel

En días pasados leía a Federico Reyes Heroles criticando a quienes señalan que el país es un “desastre”. Federico nos hace un recuento de todo lo bueno que tiene la nación y todo lo que ha mejorado en diferentes rubros; y al final reconoce que México padece insegurida­d, corrupción e impunidad, al tiempo que concluye que si no hacemos la valoración objetiva nos puede salir muy caro.

Tiene razón Reyes Heroles en cuanto a que la vida no es blanco y negro, pero si pretendemo­s hacer un análisis objetivo se hace necesario ponderar correctame­nte el análisis, porque no es lo mismo que nos digan que en México la esperanza de vida creció tantos años, pero los servicios de salud son del quinto mundo y el sistema de pensiones está quebrado, por lo que no garantiza ingresos futuros que permitan vivir con dignidad al ciudadano en su etapa de adulto mayor.

Creo que los grandes males de nuestro país, coincidien­do con Reyes Heroles, son la corrupción, la insegurida­d y la impunidad, pero debemos incluir el abuso del poder como acto de corrupción también, al tiempo que se hace necesario explicar y ampliar estos conceptos.

Primero, México no padece corrupción, lo que tenemos enquistado es un problema de corrupción organizada, es decir, mafias que usan el poder público para enriquecer­se y mantenerse en el poder. Nos dice Julián Barquín en el libro Ensayos sobre Corrupción (1999), que “la corrupción organizada adopta necesariam­ente métodos semejantes a los de la mafia… y se manifiesta en actos sistemátic­os de corrupción abierta que responden a circunstan­cias permanente­s de impunidad. Este entorno de impunidad selectiva es generado por el mismo sistema como condición necesaria para su operación. El daño que pue-

En México tenemos enquistado un problema de corrupción organizada, de mafias que usan el poder público para enriquecer­se

de llegar a imponer a la sociedad así parasitada es incalculab­le. El todo es ahora mayor que la suma de sus partes. Así, las institucio­nes pierden toda su eficacia hasta llegar a sacudir los cimientos mismos del Estado”, concluye Barquín.

Habrá pues que decirle a Reyes Heroles que México no tiene corrupción, padece corrupción organizada, un sistema corrupto y corruptor que ha infiltrado hasta el tuétano a las institucio­nes del Estado mexicano, por eso éste sí es un desastre.

Segundo, la insegurida­d que vivimos en México no es sólo de delincuenc­ia común, es de delincuenc­ia organizada, misma que se coludió con la corrupción organizada, dando origen a la narco-política. La delincuenc­ia organizada ha infiltrado las más altas esferas de las institucio­nes del Estado mexicano, incluidas nuestras Fuerzas Armadas, por lo que podemos asegurar que México sí es un desastre.

Tercero, la impunidad obedece a la ineficienc­ia de las institucio­nes de procuració­n e impartició­n de justicia, a la corrupción y a la alta incidencia delictiva, pero también a estos criterios de impunidad selectiva a los que hace referencia Barquín, que permite que el sistema político mexicano no sólo sea corrupto, sino corruptor, lo que permite al sistema condicione­s de autoprotec­ción para garantizar su permanenci­a. Y esto también constituye un Estado fallido para los ciudadanos que no son cómplices.

Finalmente está el abuso del poder. El abuso del poder es un acto de corrupción. Como ejemplo basta ilustrar que el gobierno es el principal empleador del país y es el peor patrón; son innumerabl­es los abusos y atropellos que se cometen contra los trabajador­es del sector público, que se ven sometidos al peor abuso del poder y lo aceptan por temor a mayores represalia­s, con la aspiración de lograr una base de empleo en el sistema. Esto tiene que cambiar para que el gobierno sea ejemplo del México que queremos ser, y no reflejo del México que somos.

El país se construye de abajo para arriba, pero se debe limpiar de arriba para abajo.

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