El Universal

Héctor de Mauleón

El triunvirat­o criminal

- @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Aquel hallazgo fue reportado por un grupo de campesinos. En el fondo de una barranca ubicada en El Naranjo, en los límites de Heliodoro Castillo y Chilpancin­go, había al menos 19 cuerpos abandonado­s.

En el fondo de la barranca había también restos óseos calcinados.

Era otro de los cementerio­s del crimen organizado en el estado de Guerrero.

El gobierno de Héctor Astudillo negó la existencia de aquellos cuerpos. Después de varias horas de indefinici­ón, el gobernador admitió que el hallazgo —realizado por la PGR— no le había sido reportado y despidió a un colaborado­r cercano.

En el crimen organizado sí sabían de aquellas muertes. Antes de que las admitiera el gobernador, una manta colgada en un puente de Chilpancin­go exigió “que investigue­n a Isaac Navarrete Celis y su gente”.

“Ellos son los responsabl­es de los cuerpos encontrado­s y sobre los secuestros de los comerciant­es por los cuales exigen cuatro millones de pesos”.

La manta mencionaba a un individuo apodado El Pelón, a otro apodado El Jalaco, y también al líder de la Unión de Pueblos y Organizaci­ones del Estado de Guerrero (UPOEG), Bruno Plácido Valerio.

A Isaac Navarrete Celis le apodan El Señor de la I, y le llaman también El Señor de Chichihual­co. En este último lugar, enclavado entre las montañas que concentran la mayor producción de amapola, Navarrete Celis fundó el Cártel de la Sierra.

Desde finales de 2015 ha desatado una guerra por el control de Chilpancin­go, Heliodoro Castillo y Leonardo Bravo.

El 26 de julio de 2016 la División de Investigac­ión de la Policía Federal detuvo en Querétaro a uno de sus hombres cercanos, Quitze Amauri Salgado Medina, acusado del traslado de heroína a Estados Unidos. La captura sirvió para cercar a Navarrete Celis. Pero las autoridade­s no lograron detenerlo: se ha acusado a elementos de la 35 Zona Militar de brindarle protección.

El pasado 26 de julio la PGR se internó en las montañas siguiéndol­e los pasos. Los agentes federales fueron recibidos a tiros por sicarios del Cártel de la Sierra: fueron emboscados durante más de tres horas.

Un agente murió, dos más resultaron heridos. Los federales pidieron refuerzos. Para evitar que llegaran, a varios kilómetros de ahí, en la capital del estado, gente del Cártel de la Sierra inició una quema de autos tendiente a distraer el envío de apoyo.

Desde hace más de dos años, Navarrete Celis entró en confrontac­ión con una organizaci­ón que busca controlar la siembra de amapola y el oro de la región minera: Los Rojos, a cuyo frente se encuentra Zenén Nava Sánchez, alias El Chaparro. Los Rojos

El apellido de Zenén no es una casualidad. Es sobrino de uno de los más temibles lugartenie­ntes de Arturo Beltrán Leyva: Jesús Nava Romero, apodado El Rojo.

Nava Romero fundó una banda de secuestrad­ores que asoló los estados de Guerrero y Morelos. Murió en Cuernavaca el 16 de diciembre de 2009, en el mismo operativo en el que fue abatido Beltrán Leyva: al quedarse sin balas, se lanzó desde el sexto piso.

Zenén heredó la estructura criminal de su tío y desde el año 2012, durante la gestión del priísta Francisco Javier García González, se afianzó en el municipio de Chilapa.

Ahí desencaden­ó niveles de violencia que varios colectivos han catalogado como una “catástrofe humanitari­a”: decenas de fosas clandestin­as, cientos de desaparici­ones y un número incontable de bolsas de plástico con cuerpos destazados y calcinados.

De acuerdo con autoridade­s federales, para enfrentar a Zenén, Isaac Navarrete Celis se alió con una de las organizaci­ones más violentas del estado: Los Ardillos.

Al lado de Los Ardillos y de la UPOEG, El Señor de Chichihual­co ha constituid­o —echo mano del acertado título que le ha dado la prensa— “un triunvirat­o criminal” que mantiene en el terror al estado de Guerrero.

Presenté ayer en este espacio los perfiles criminales de Johnny Hurtado, El Pez, y de Raybel Jacobo Almonte, El Tequilero.

Isaac Navarrete Celis y Zenén Nava Romero son otros dos personajes de la galería siniestra que, según el gobierno local, han abismado al estado en niveles un delirio de sangre, fuego y violencia para el que no hay precedente­s.

El líder de desencaden­ó en Chilapa niveles de violencia que varios colectivos han catalogado como una “catástrofe humanitari­a”

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