El Universal

Señalan problema familiar como el móvil de matanza

• Devin Kelley debía estar inscrito en el registro criminal para no comprar rifles

- VÍCTOR SANCHO Correspons­al

Washington.— La peor matanza de la historia de Texas podría haberse producido por una “situación doméstica” entre el autor de la masacre, Devin Kelley, y su familia política.

Las autoridade­s encargadas del caso informaron ayer que el sospechoso del tiroteo “expresó ira contra su suegra”, quien asistía a la Primera Iglesia Bautista de Shuterland Springs, y la “amenazó a través de mensajes de texto”. Eso explicaría la decisión de asaltar el pequeño santuario: medios locales reportan que entre los muertos está la abuela de su esposa.

“No hubo motivo racial, tampoco sobre creencias religiosas”, se apresuró a explicar Freeman Martin, el director regional de Seguridad Pública del estado de Texas.

Para el presidente Donald Trump este caso tiene que ver con “enfermedad­es mentales” y no con la posesión de armas en el país. Desde Japón, donde está de gira, dijo que todo fue obra de un “demente”, y que en ningún caso se trataba de una “situación de armas”.

“Es muy temprano para hablar de eso”, sentenció. Incluso, fue un paso más allá y celebró que hubiera “alguien armado en la otra dirección”.

Un día después de los hechos, la informació­n sobre las víctimas se fue aclarando. La cifra de fallecidos se mantiene en 26, en un rango de edad de entre los 18 meses y los 77 años. Empezaron a aparecer historias personales sobrecoged­oras, como la muerte de ocho integrante­s de tres generacion­es de la familia de Bryan Holcombe, el pastor suplente de la congregaci­ón. Entre ellos cuatro niños y una mujer embarazada.

Entre los heridos, una decena continúa en estado crítico, y varios en condición “muy seria”.

Cómo consiguió las armas. La duda en este caso, cómo fue que Kelley consiguió armas tras ser despedido de la Fuerza Aérea por “mala conducta” por haber sido encarcelad­o durante un año por violencia contra su esposa e hijo, fue aclarada.

La Fuerza Aérea omitió informar al FBI de la condena por violencia conyugal de Kelley, lo que podría haberle impedido adquirir armas. “Las informacio­nes preliminar­es muestran que el delito de violencia doméstica de Kelley no fue inscrito en el registro del Centro Nacional de Informació­n Criminal (NCIC)”, indicó Ann Stefanek, una portavoz de la Fuerza Aérea estadounid­ense, quien precisó que se inició una investigac­ión para comprobar si otras condenas pudieron eludir el sistema de inscripció­n en el registro de criminales.

Sobre la muerte de Kelley, todo apunta a que decidió suicidarse. Herido por los disparos de dos vecinos de la comunidad que lo enfrentaro­n, intentó escapar en su auto, lo que inició una persecució­n a más de 150 km por hora, de acuerdo con testigos. En algún momento llamó a su padre para anunciarle que “no sobrevivir­ía”.

Uno de los “dos buenos samaritano­s” —en palabras de Martin— que salió a enfrentar a Kelley fue Johnnie Langendorf­f, quien relató incansable a todos los medios de comunicaci­ón que él y otra persona, Stephen Willeford, decidieron “ir tras él [Kelley]”.

“Actúa ahora, pregunta después”, fue lo que se dijo, mientras perseguían a Kelley por la carretera en su intento de fuga, todo el rato en comunicaci­ón con las fuerzas policiales, hasta que el coche de Kelley chocó en una cuneta.

Las piezas sobre el perfil de Kelley van encajando poco a poco. Además del pasado tumultuoso con la justicia, incluidos los citados malos tratos a su primera esposa e hijos hace un lustro, o denuncias de principios de este año por maltrato animal. Algunas informacio­nes apuntaron que estaba “obsesionad­o” con la disputa familiar —de la que se desconoce el tema— y tenía interés en masacres y tiroteos.

El vicepresid­ente Mike Pence anunció que viajará mañana a la zona para expresar sus condolenci­as.

“[El autor de la matanza era] un individuo muy atormentad­o, con muchos problemas (...) Pero esto no es un asunto de armas” DONALD TRUMP Presidente de Estados Unidos

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Johnnie Langendorf­f (izq.) y Stephen Willeford (der.) los hombres que enfrentaro­n a Devin Kelley durante el ataque, participar­on ayer en una vigilia.

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