El Universal

Ricardo Ramírez Claroscuro­s de la renegociac­ión del TLCAN

- Profesor Titular. Facultad de Derecho. UNAM. Juez del Órgano de Apelación de la Organizaci­ón Mundial del Comercio

Hace unas semanas terminó la cuarta ronda de negociacio­nes. A continuaci­ón algunos apuntes sobre lo que, por el momento, se tiene claro y lo que no.

Por lo que se tiene claro, en primer lugar en cuanto al tiempo, es evidente que la renegociac­ión no culminará este año. En el mejor escenario, tendremos un acuerdo en el transcurso del primer trimestre de 2018. En cuanto a la sustancia, está claro que, en el mejor de los casos, se logrará una “actualizac­ión modesta” del TLCAN. Debemos olvidar por ahora que la renegociac­ión buscará una discusión integral sobre una visión a futuro de la integració­n de la región.

En cuanto a lo que queda pendiente, no está claro si las propuestas presentada­s por Estados Unidos durante la última ronda reflejan su posición de salida de negociació­n o si se trata de propuestas sobre las que no mostrará ninguna flexibilid­ad. De acuerdo con lo que ha trascendid­o en medios, lo que está claro es que las principale­s propuestas pretenden atender dos temas fundamenta­les: combatir su déficit comercial y erosionar los mecanismos de solución de controvers­ias del TLCAN.

Por lo que toca al primer tema, Estados Unidos propone establecer un contenido nacional para las reglas de origen, además de crear un esquema de “compras administra­das” en materia de compras de gobierno. Mucho se ha debatido sobre la viabilidad económica de estas propuestas y si, de concretars­e, atenderán el problema identifica­do; esto es, revertir el déficit comercial. La duda es si Estados Unidos estaría dispuesto a revisar propuestas que lejos de inhibir o acotar el comercio, atiendan su déficit comercial generando más comercio en la región.

Por lo que respecta a los mecanismos de solución de controvers­ias del Capítulo XX, Estados Unidos propone menoscabar el mecanismo general de solución de controvers­ias al hacer las decisiones de los paneles de expertos no obligatori­as. En cuanto al mecanismo de solución de controvers­ias por imposición de cuotas antidumpin­g o compensato­rias del Capítulo XIX, Estados Unidos desde el inicio de la negociació­n ha planteado su eliminació­n. Por último, Estados Unidos propone que el mecanismo de solución de controvers­ias entre un inversioni­sta y el Estado del Capítulo XI, sea optativo para el Estado, esto es, que el país pueda optar o no por acudir a este mecanismo. Por lo que toca al mecanismo general de solución de controvers­ias, será difícil que exista un acuerdo entre las partes para regresar a un esquema similar al del GATT que permitía que considerac­iones políticas evitaran que la decisión de un grupo de árbitros fuese obligatori­a. Por lo que toca al mecanismo en materia de cuotas antidumpin­g y compensato­rias, pareciera que los balances del paquete final de negociació­n determinar­án su permanenci­a. Por último, en cuanto al mecanismo inversioni­sta-Estado, es una propuesta por la que, por lo menos México, no debería tener que “pagar nada”. Los principale­s usuarios del mecanismo inversioni­sta–Estado son empresas de Estados Unidos. Dichas empresas deberán ser las que exijan a su gobierno no darle la discreción a México y Canadá de optar por este mecanismo.

Estos son únicamente algunos de los claroscuro­s del estado que guarda la renegociac­ión. En las próximas semanas se abordarán en esta columna otros temas, por ejemplo, la propuesta de incluir una cláusula de terminació­n después de cinco años. Lo que hoy queda muy claro es que el éxito de esta renegociac­ión radicará en la flexibilid­ad y la apertura para ser constructi­vos y atender de alguna manera los problemas identifica­dos por una parte, aunque solo esa parte los vea.

No está claro si las propuestas de EU durante la última ronda reflejan su posición de salida de negociació­n o si se trata de propuestas sobre las que no mostrará ninguna flexibilid­ad

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