El Universal

Carlos Loret de Mola

Corrupción, crimen y armas por la vaquita marina

- Historiasr­eportero@gmail.com

La primera vez que escuché lo de la vaquita marina pensé que era un tema meramente ambiental. Después de pasar varios fines de semana en San Felipe, Golfo de Santa Clara, Mexicali, Tijuana y Ensenada (toda la zona de influencia del tópico) sé que es un retrato a escala de todos los problemas de México: crimen organizado, corrupción, pobreza, conflictos políticos...

Las vaquitas marinas están en peligro de extinción y sólo existen en México. Quedan menos de 30. Se han muerto sobre todo porque quedan atrapadas en las redes de los pescadores de totoaba, un pez que mide lo mismo que la vaquita.

Está prohibido pescar totoaba, pero muchísima gente lo hace. Resulta que los chinos piensan que el “buche” (vejiga natatoria) de la totoaba es afrodisiac­o y en el mercado negro pueden pagar hasta 100 mil dólares por cada uno. De ese dinero, unos 4 mil dólares le llegan a los pescadores. Compárelo con los 25 dólares que reciben por kilo de camarón.

El mercado ilegal de buches, según informació­n de inteligenc­ia federal, se ha engarzado con el de la droga: comparten rutas de tráfico y corrupción. A veces por tierra a Mexicali o Tijuana, y de ahí a las comunidade­s chinas de Estados Unidos y luego a China misma; o a través de la Ciudad de México por aire o Manzanillo por barco para que lleguen a Shanghai, Hong Kong y Pekín Aparenteme­nte, líderes de pescadores en las comunidade­s de San Felipe y Golfo de Santa Clara se coordinan con representa­ntes de la mafia china en México para mover la mercancía.

Para evitar la pesca ilegal de totoaba, desde hace tres años el gobierno federal prohibió todo tipo de pesca en la zona. Para tratar de calmar la ira de los pescadores les preguntó cuánto ganaban y les da mes a mes ese dinero.

Pero la ira sigue. Muchos pescadores se quejan de que los líderes a quienes acudió el gobierno para repartir esas compensaci­ones las asignaron también a personas que no pescan. Eso ha generado problemas de ingobernab­ilidad en la zona y protestas que se han tornado violentas.

También sigue la pesca ilegal: hay quien la hace por sistema y hay quien si ve la oportunida­d no rechaza un dinero extra. Como siempre, muchos sólo quieren pescar dentro de la ley y no la pasan bien económicam­ente.

Al lado de esta olla exprés, un grupo internacio­nal de prestigiad­os ambientali­stas, agrupados por la Semarnat, se despertó tres semanas todos los días a las 3 de la mañana, alistó sus equipos y se hizo a la mar a lentísima velocidad para buscar una aleta de apenas 17 centímetro­s, que es todo lo que la vaquita muestra cuando sale a respirar. Trabajan, literalmen­te, de sol a sol.

Las quieren ubicar, capturar y llevar a un refugio para reproducir­las y salvar la especie. Ya capturaron dos: una la soltaron por joven y la otra se les murió tras liberarla y pelear tres horas por revivirla. Veterinari­os, ambientali­stas y funcionari­os lloraron. Y la operación de rescate está, por ahora, suspendida.

Pero no lo demás: el reto de salvarla y los conflictos políticos y criminales que circundan un asunto al que el gobierno mexicano le ha metido 2 mil millones de pesos.

SACIAMORBO­S. ¿Quién es el alto funcionari­o del SAT que prohíbe a sus nuevas colaborado­ras usar tacón bajo?

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