El Universal

Ricardo Raphael

Los Moreira y Fidel Herrera se defienden

- Www.ricardorap­hael.com @ricardomra­phael

Mi administra­ción jamás ha tenido un vínculo con la delincuenc­ia,” aseguró el gobernador de Coahuila, Rubén Moreira. “No tengo relación con el narco,” respondió el ex presidente del PRI, Humberto Moreira. “Es inaudito, atroz e inconcebib­le que se quiera manchar (mi) nombre, dedicado al servicio de Veracruz,” se quejó con energía el ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán.

Los tres políticos desestimar­on el reporte de la clínica de derechos humanos de la Universida­d de Texas, dedicado a explicar la mecánica de control que Los Zetas han sostenido sobre el estado de Coahuila y otras regiones del país.

Reaccionar­on frente a este documento porque ahí se les relaciona con el grupo criminal más sanguinari­o de nuestra época: “tanto Los Zetas como el Estado son responsabl­es por la violencia en Coahuila … En el peor de los casos (el Estado) participó directamen­te en cometer estas violacione­s”.

Para tratar de comprender una mecánica criminal —bien conocida pero aún intocada por la justicia mexicana—, esta clínica de derecho revisó con rigor tres gruesos expediente­s judiciales de Texas, todos relacionad­os con personas que estuvieron vinculadas a Los Zetas:

El juicio que en San Antonio se siguió contra Marciano Millán Vázquez; el proceso contra José Treviño, Francisco Colorado Cessa y otros tres sujetos en la ciudad de Austin y; el juicio que en Del Río, Texas, fue conducido en contra de José Elud Lugo López y Emiliano Villalobos.

El núcleo duro de esta investigac­ión son los veintitrés testimonio­s que los fiscales subieron al estrado a lo largo de tales procesos. Se trata de una mina de informació­n que permite aproximars­e a la lógica más fina detrás de la devastador­a violencia mexicana.

Estos expediente­s hablan y el reporte sintetiza: “Los testimonio­s revelan el control y la colaboraci­ón generaliza­da entre funcionari­os del estado, desde la policía municipal hasta el gobernador, y Los Zetas. Muchos funcionari­os, incluyendo el ex gobernador y el gobernador actual de Coahuila, aceptaron sobornos para permitirle al cártel operar con impunidad”.

El documento académico también refiere a los 12 millones de dólares que Efraín Teodoro Torres, alias El Zeta 14, habría entregado para la campaña de Fidel Herrera en 2004, a través del empresario Francisco Colorado Cessa.

Cabe, como dicen los hermanos Moreira y el ex gobernador Herrera Beltrán, que todo sea una mayúscula falsedad. Es decir, que los tres procesos judiciales resueltos en los tribunales estadounid­enses, y sus muchos testimonio­s, sirvan sólo para la basura

Sin embargo, el sentido común conduciría a tomar una actitud más prudente. Por lo pronto, desaconsej­aría menospreci­ar estas piezas de informació­n.

Si no es mentira que Coahuila, Tamaulipas y Veracruz se convirtier­on en un grandísimo panteón mexicano, si no es mentira que fueron Los Zetas quienes ejecutaron o desapareci­eron a la mayoría de las víctimas en esas entidades, y si no es mentira que la corrupción del Estado mexicano en la región del Golfo es variable relevante para explicar la tragedia, ¿no habrá llegado ya la hora de ubicar a las autoridade­s precisas que, por acción o por omisión, alentaron uno de los episodios más dolorosos de la historia mexicana?

Aseguran los autores del reporte que “el gobierno mexicano no ha realizado investigac­iones sobre estos asesinatos, incluso cuando el gobierno de Estados Unidos compartió informació­n importante de manera directa”.

¿Por qué? ¿Por qué la Procuradur­ía General de la República no ha tomado con gravedad la evidencia exhibida en estos y otros expediente­s judiciales ya resueltos por los tribunales del país vecino? ¿Será que allá la justicia funciona fatal y por tanto no debe confiarse en ella?

ZOOM: No es ante la prensa que los hermanos Moreira y Fidel Herrera deberían estar dando su testimonio. Llegó la hora de que la autoridad mexicana quiebre los pactos de impunidad y complicida­d, que tantas decenas de miles de vida se han llevado, procediend­o con sus propias investigac­iones y procesos judiciales.

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