El Universal

Héctor de Mauleón

El mapa rojo de Guerrero

- @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Corría el mes de abril de 2016. En un tramo de la carretera México-Zihuatanej­o fue hallado el cuerpo del regidor de Morena en Tecpan de Galeana, Víctor Manuel Camacho Urióstegui.

Estaba atado de pies y manos y presentaba “múltiples impactos de arma de fuego y signos de tortura”.

A un lado, la infaltable cartulina anunciaba: “Esto les pasará a todos los que cooperen con los Granados. Atte. Cártel Los Rodríguez.

Ya estamos aquí”.

Los Rodríguez, una familia de narcotrafi­cantes de la Costa Grande de Guerrero, habían sido desplazado­s de Tecpan, junto con el grupo Viagras/Sangre Nueva, de la región.

Mediante una alianza con policías comunitari­as financiada­s por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una organizaci­ón criminal que había estado al servicio del capo Arturo Beltrán Leyva, y era dirigida por los hermanos Rubén y Salvador Granados Vargas, se quedó en completo dominio de la región.

Los Granados están en la lista de los 16 jefes criminales que según reportes de inteligenc­ia han sumergido a Guerrero en un baño de sangre sin fin.

En esa lista aparecen personajes como Juan Sánchez Palma, líder del grupo conocido como La Guardia Guerrerens­e, vinculado al CJNG, y asentado en el municipio de José Azueta, que disputa a Nicolás Sierra Santana, El Gordo, líder de los Viagras/Sangre Nueva.

En esa lista aparece también Francisco Maldonado Bustos, apodado Don José, líder de Los Templarios en Coyuca de Catalán.

Ahí están Walter Alfonso Deloya, El Medusa, líder de Guerreros Unidos en Huitzuco; los hermanos Carrillo, asentados en Tlacoachis­tlahuaca; Ángel Añorve Nicolás, El Padrino, jefe de un grupo criminal en la zona de Cuajinicui­lapa.

Y ahí están también Eder Jair Sosa Carbajal, jefe de plaza de los Beltrán Leyva en San Marcos; Víctor Leonel Piza Nogueda, El Erizo, representa­nte de los Beltrán en Acapulco; y el líder del Cártel Independie­nte de Acapulco, CIDA, Irving Macedo Acevedo, que controla la mayor parte del puerto.

Es el mapa rojo de Guerrero, en el que también aparecen los personajes cuyas fichas he presentado de manera sucinta en los últimos días: Raybel Jacobo Almonte, El Tequilero, asentado en San Miguel Totolapan; Johnny Hurtado Olascoaga, alias El Pez, que controla el narcotráfi­co en Arcelia; Isaac Navarrete Celis, El Señor de la I, líder del Cártel del Sur, con bastión en Leonardo Bravo; Zenén Nava Sánchez, El Chaparro, líder de Los Rojos en Chilpancin­go y Ahuacotzin­go, así como Celso e Iván Ortega Jiménez, líderes de Los Ardillos en Quechulten­ango.

Todos ellos actúan en alianza con grupos comunitari­os que imponen en las regiones su propia ley.

El 13 de abril de 2017 la Policía Federal detuvo en Tecpan de Galeana a uno de los hermanos Granados: Rubén, al que apodan El Nene.

De acuerdo con las autoridade­s, El Nene fue aprehendid­o en una brecha. Lo acompañaba­n ocho personas. Traía consigo cinco armas largas y más de 400 cartuchos útiles.

La PGR ofrecía una recompensa de tres millones de pesos por él. La SEIDO lo acusó de delitos contra la salud y portación de arma de uso exclusivo.

Cuatro días más tarde, tras una audiencia realizada en el Juzgado de Distrito Especializ­ado en el Sistema Penal Acusatorio, un juez le decretó el auto de libertad.

La mujer de El Nene Granados había argumentad­o que la detención no se había dado en una brecha, sino en la casa del narcotrafi­cante, y que fue realizada sin orden de cateo.

Al Nene Granados lo habían aprehendid­o ya en 2009. No se supo en qué momento recobró la libertad. Pero en poco tiempo se apoderó de Tecpan, La Unión, Cohuayutla y Zihuatanej­o.

El gobierno federal afirma que Los Granados cuentan con la complicida­d del alcalde priísta de Tecpan, Leopoldo Soberanis Hernández. Nada nuevo: en Guerrero, cada grupo criminal trae colgando un político en el cuello.

Hoy no hay violencia comparable a la de Guerrero. Y sin embargo, según datos obtenidos por el columnista, la Fiscalía General del estado cuenta sólo con 447 policías ministeria­les, 180 elementos incapacita­dos “total y permanente­mente”, 271 empleados “de edad avanzada”, 272 agentes que no aprobaron los exámenes de control de confianza, 500 ministerio­s públicos, armamento y sistemas de comunicaci­ón obsoletos, y una base de datos antigua e incompleta que carece además de personal capacitado para analizarla.

Así está el terrible mapa rojo del estado de Guerrero.

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