El Universal

Cada solicitud merece un examen a fondo

- Por XIMENA PUENTE Comisionad­a del Inai. @XimenaPuen­te

En un país democrátic­o, el grado de seguridad que experiment­a su ciudadanía guarda una estrecha relación con el clima de confianza que pueda prevalecer. Hablamos de la (in)seguridad en términos más amplios que los de su procuració­n y vigilancia; nos referimos también a la atención, defensa, asistencia, protección y reparación de las víctimas. Esto es, a la forma en que el Estado da certeza y tranquilid­ad, a través de mecanismos e institucio­nes, a aquellas personas que han visto vulnerado alguno de sus derechos humanos.

Para abonar al desarrollo pleno de la población en esta materia, el Estado mexicano ha emitido y signado diversas normativas. Sin embargo, resulta sencillo saber de casos en los que las medidas de resarcimie­nto, indemnizac­ión y asistencia a víctimas, que derivan de esos tratados o leyes, parecieran no existir. Prueba de ello es que en la Encuesta Nacional de Victimizac­ión y Percepción sobre Seguridad Pública 2017, realizada por el Inegi, 76.9% de las mujeres, y 71.3% de los hombres se siente inseguro en sus entidades federativa­s.

Para contrarres­tar esta idea tan permeada entre la población hay que redoblar esfuerzos. Las institucio­nes y los funcionari­os debemos ser cuidadosos y favorecer siempre las prerrogati­vas individual­es en nuestros juicios, acciones y funciones. En este sentido, a través del derecho a saber, se está construyen­do un camino donde la informació­n pública es una herramient­a más para generar seguridad, tranquilid­ad.

Hay un caso que permite un análisis interesant­e en este sentido. Deriva de que un particular solicitó a una secretaría “el número de servidores públicos, a nivel estatal, que se encargan de brindar atención a víctimas o que tienen contacto directo con esta población en específico”. La dependenci­a contestó que no tenía personal dedicado “específica­mente” a esas tareas, sino que por ley todo funcionari­o tiene la obligación de hacerlo. Este hecho ocasionó que el interesado interpusie­ra una inconformi­dad, en la que indicaba que no le habían contestado lo preguntado.

A favor del derecho del interesado, en el Inai analizamos la respuesta concluyend­o que no sólo no habían contestado la pregunta planteada en la solicitud, sino que había mucho más que abonar a la reflexión del caso. Era claro que el ciudadano no quería saber la cantidad de personas dedicadas“específica­mente” alas labor es de atención a víctimas, pero del examen a fondo del caso se puede llegar a entender la relevancia de que siempre sea meritoria la búsqueda amplia y hasta creativa de lo solicitado. Con ello se trasciende la mecánica entrega (o no entrega) de informació­n, y se comienza a entender el proceso entero como una poderosa herramient­a.

En el caso analizado, se puso de manifiesto que existe el Sistema Nacional de Atención a Víctimas, a través del cual autoridade­s federales y locales brindan ayuda y asistencia. En segundo lugar, que entre los programas del Sistema están incluidos algunos que lleva la secretaría a la que se le hizo la solicitud y que necesariam­ente incorporan el apoyo a víctimas. De lo anterior fue fácil desprender que, dar a conocer el número de operadores de esos programas puede comenzar a dar respuesta a la pregunta planteada y liberan la interpreta­ción restrictiv­a inicial del sujeto obligado.

En suma, el caso ilustró cómo el solicitar informació­n permite el seguimient­o de las acciones de gobierno, pero también entender que el acceso a la informació­n debe partir de búsquedas exhaustiva­s que debemos hacer los servidores públicos para contribuir a crear un clima de mayor confianza y seguridad entre la ciudadanía.

Hay que entender que el acceso a la informació­n debe partir de búsquedas exhaustiva­s, para contribuir a crear mayor confianza

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