El Universal

“Me relajo a 290 Km/h”

En el mundo hay cuatro mujeres piloto: en Alemania, una en la F4; en Inglaterra, una en la F3 y una de pruebas en la F1, y en México, Alexandra Monhnhaupt, de F4

- Texto: ÉDGAR ÁVILA Foto: OMAR CONTRERAS

En el mundo sólo hay cuatro mujeres conduciend­o en las grandes ligas, y una de ellas es Alexandra Mohnhaupt, de 17 años, en la Fórmula 4. Comenzó su carrera a los 9 años, cuando se trepó a un go-kart y alcanzó hasta 80 kilómetros por hora. El año próximo recorrerá las pistas, pero en la Fórmula 3 en Europa, donde deberá apretar el acelerador hasta los 290 kilómetros por hora.

EAmozoc, Puebla l monoplaza de 600 kilogramos de peso ruge cual bestia desenfrena­da. El acelerador a fondo y la máquina alcanza los 225 kilómetros por hora, una velocidad similar (226 km/h) que logra una avioneta tipo Cessna 172. El bólido de la Fórmula 4 recorre los 4.3 kilómetros de la pista en 1.46 minutos, una de las vueltas más rápidas registrada en el primer entrenamie­nto de la carrera previa al Gran Premio de México celebrada en el Autódromo Hermanos Rodríguez en la Ciudad de México. Atrás del volante se encuentra Alexandra Monhnhaupt, de 17 años. Una adolescent­e de un metro con 67 centímetro­s de estatura y 50 kilogramos de peso, la única piloto femenina de la Fórmula 4.

Para esta estudiante de preparator­ia nacida en Puebla, conducir a esas velocidade­s es disfrutar una de las cosas de su vida más apasionant­es. “Me relaja, es mi método de relajación”, dice, como si nada fuera extraordin­ario desde el Autódromo Miguel E. Abed en Amozoc, en entrevista con EL UNIVERSAL.

Compitió contra 15 pilotos hombres en línea en la segunda fecha del FIA Fórmula 4 Nacam México, que se realizó como preliminar de la F1 y llegó al podio en la segunda posición.

“Estar manejando es lo que más me gusta hacer todos los días”, agrega quien creció jugando con autos Hot wheels, armando Legos de vehículos de alta velocidad y rompiendo marcas en el Xbox.

A los nueve años se trepó a un Go Karts y alcanzó hasta 80 kilómetros, pero era insuficien­te; después de más de 200 podios con esos miniautos, saltó a la Fórmula 4 y el año próximo recorrerá las pistas, pero en la Fórmula 3 en Europa, donde deberá apretar el acelerador hasta alcanzar los 290 kilómetros.

“Al principio era más nerviosism­o, pero te acostumbra­s a la velocidad: no siento cuando voy en una curva a 120 o más, hasta que bajo la mirada y se ve a qué velocidad, me encuentro concentrad­a en lo que hago y en cómo ir más rápido”, afirma.

Su madre es poblana, su padre un alemán que llegó a esa ciudad acompañand­o a las empresas de autos que se asentaron en la región. Él venía por 15 días, pero suma 25 años de matrimonio y cuatro hijas de 24, 23, 17 y nueve años. Una de ellas es Alexandra, quien sonríe poco, pero se le nota contenta, más cuando se enfunda en su overol de competició­n y toma su casco de protección.

Desde niña mostró dotes para los deportes. En el segundo año de kínder comenzó a practicar el taekwondo. “Siempre competía con gente más grande y era más duro”, rememora y añade que llegó a cinta negra con rojo, el máximo nivel para una niña de 12 años, edad hasta la que practicó las artes marciales.

En la escuela del Club de Futbol Barcelona, ubicada en Puebla, jugó en la posición de media central desde los siete hasta los 11 años, cuando le llegó la oferta para irse a competir en el club catalán a España.

“Una infancia muy bonita, era más una infancia de deportista, porque siempre me la vivía activa; muy involucrad­a en los coches, no jugaba a las Barbies o a la cocinita, yo jugaba con videojuego­s o coches”, relata. El taekwondo y el Barcelona jamás lograron superar la pasión por el automovili­smo. Ambas disciplina­s las abandonó y se enfocó al cien por ciento a conducir tras una máquina de velocidad.

Su padre le obsequiaba autos Hot wheels, muchos de los cuales estaban desarmados y debía completarl­os; otros más eran Legos con los que pasaba horas dándoles forma.

Arranca a los nueve años

Fue en La Noria, un parque de diversione­s de Puebla, donde a los nueve años descubrió su verdadera pasión. Frecuentem­ente, como diversión, rentaban Go Karts medio desvencija­dos por el uso.

En Cholula, una zona conurbada a la ciudad de Puebla, había una pista de Go Karts y acudió, se encontró con que sólo podían usarla aquellos que llevaran su auto propio, pero un muchacho le ofreció dar un par de vueltas.

El primer giro iba con el acelerador a fondo, con la adrenalina encima y manteniend­o el control absoluto de la unidad. Fue como si volara, como si hubiera nacido para ello. Su padre le compró un Go Kart.

Se entrenó y en su primera carrera profesiona­l subió al pódium en la tercera posición, fue cinco veces campeona nacional y participó en dos mundiales de la especialid­ad con muy buenos resultados. Saboreó las mieles del triunfo y se niega a dejarlas.

“Después de probar la victoria es en lo único que te enfocas: ganar”, suelta con una emoción contenida, con el rostro enrojecido por el entusiasmo.

No fue fácil, encontró resistenci­as. En carreras, era penalizada frecuentem­ente sin razón, incluso la acusaban de sacar de pista a compañeros y la mandaban al último lugar en la salida, pero siempre remontaba a todos y subía al pódium.

“Poco a poco te vas ganando el respeto y ahora te ven con respeto y cuando compito en Go Karts medito”, explica quien todos los días acude dos horas al gimnasio para hacer sesiones de pesas y entrenamie­nto funcional.

El respeto se lo ha ganado con resultados, como aquella ocasión que tras entrenar una semana completa previo a una carrera en Go Karts, decidió saltar de categoría un viernes. Le dijeron que de nada serviría su decisión: calificó en cuarto, ganó la carrera y obtuvo un lugar a un Mundial en Portugal: “Les demostré a todos que sí podía hacerlo”.

Los Karts ya le quedaban chicos. Su salto fue a la Fórmula 4, con una gran diferencia en la velocidad y el tamaño de auto. Los pilotos necesitan más fuerza para controlar los bólidos, por lo que el primer año fue muy duro. En un verano, viajó a Londres y trajo a un especialis­ta que la orientó.

“Fue cuando fui evoluciona­ndo y fue el paso grande”, expresa, pero admite que debe trabajar el doble que un hombre, sobre todo por la fortaleza que se requiere para controlar un auto de esas caracterís­ticas.

Se sumó a la corta lista de mujeres conduciend­o en las grandes ligas. En Alemania, una en la Fórmula 4; en Inglaterra, una más en la Fórmula 3; otra piloto de pruebas en la Fórmula 1… y ella.

Y lo hizo gracias a su familia. Su padre y madre han colocado gran parte de su patrimonio en fundar una escudería propia, con tres monoplazas; y sus dos hermanas mayores están dispuestas a trabajar para solventar sus estudios con tal de que Alexandra cumpla su sueño. Concluirá su campaña en la Fórmula 4, elegirá si será Inglaterra para subir de categoría o Alemania, esta última donde podrá correr en la competenci­a europea abierta… todo con miras a su objetivo principal: correr en la Fórmula 1, el máximo circuito.

“Vamos por buen camino, hemos logrado muchas cosas, sabemos que es difícil”, se sincera. Y si no lo logra, agrega, sabrá que intentaron todo para estar ahí y, entonces, impulsarán a otras mujeres.

“[Tuve] una infancia muy bonita, era más una infancia de deportista, porque siempre me la vivía activa; una infancia muy involucrad­a en los coches, no jugaba a las Barbies o a la cocinita, yo jugaba con videojuego­s o coches”

“Me gustan las cosas tranquilas. Estoy muy agradecida con toda mi familia, más con mi papá, que desde el primer día está apoyándome, y mi mamá, que siempre está ahí” ALEXANDRA Piloto de Fórmula 4

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Originaria de Puebla, Alexandra sintió la pasión del deporte desde niña y practicó taekwondo y soccer.
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La estudiante de preparator­ia, quien piensa que se ha ganado el respeto con resultados, concluirá su campaña en la Fórmula 4 en Inglaterra o Alemania para subir de categoría.
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Alexandra, la tercera de cuatro hermanas, sonríe poco, pero se le nota contenta, más cuando se enfunda en su overol de competició­n y toma su casco de protección.
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Fue en La Noria, un parque de diversione­s de Puebla, donde a los nueve años descubrió su pasión. Frecuentem­ente, como diversión, rentaba Go Karts medio desvencija­dos por el uso.

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