El Universal

Héctor de Mauleón

A Leslye la arrojaron de un sexto piso... y no hay culpables

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Leslye está tirada en el suelo. La vieron caer desde un sexto piso en el fraccionam­iento Punta Vizcaya, en el Rosario San Sebastián Tutla, Oaxaca. Pide que marquen un número de teléfono y con palabras entrecorta­das le pide ayuda a su tío: —Estoy mal. Me aventaron —dice. La ambulancia la encuentra con vida, pero Leslye está destrozada por dentro. Muere en un hospital del IMSS.

El20denovi­embrede201­1,AbrahamAbd­alá Ruiz Sánchez, hijo de la ex senadora priísta Cirila Sánchez Mendoza, salió de un bar en el centro de Oaxaca. Lo acompañaba su prima, Berenice Martínez, y su amigo Yair Carbajal Michi. A pesar de que la noche estaba bien entrada, Abraham se empeñó en ir a recoger a Leslye Wilson Pérez, una muchacha de 25 años con la que sostenía una relación extramarit­al.

La madre de Leslye, la maestra Elvira Pérez, dice que la joven bajó a verlo en pijama: “No pensaba irse con ellos”. Pero no volvió. La maestra cree que Abraham se la llevó contra su voluntad al departamen­to ubicado en Punta Vizcaya.

Pasaron el resto de la noche en ese sitio. A las once de la mañana, la esposa de Abraham, Zuilma Ortiz, y las hermanas de éste, Cecilia y Eréndira Ruiz Sánchez, irrumpiero­n en el departamen­to. Las acompañaba un primo: Edel Javier Sánchez Ventura.

Tres años más tarde (febrero de 2014) la prima de Abraham, Berenice Martínez, declaró que “el día que sucedieron los hechos, cuando Zuilma Ortiz y Cecilia Ruiz lograron abrir la puerta, escuché que le pegaban a Leslye. Como ya había declarado, Eréndira Ruiz, me estaba pegando, me cacheteó y me fui al otro cuarto… Escuché solamente los gritos y las discusione­s y de ahí no escuché nada, después empezaron a salir Zuilma Ortiz y Cecilia Ruiz y los demás y antes de salir fue que Zuilma me amenazó. Yo no sabía por qué me decía eso”.

El silencio detrás de la puerta del cuarto tenía una explicació­n. Leslye se desangraba, con lesiones internas y todos los huesos rotos, seis pisos abajo.

Los involucrad­os en los hechos declararon que se había suicidado. Los dejaron ir, a pesar de que Leslye, antes de morir, declaró que fue arrojada.

La madre de Leslye sostiene que el cadáver presentaba golpes en diversas partes del cuerpo, así como rasguños y moretones en la espalda y los brazos. La maestra afirma que los testigos decidieron no presentars­e a declarar, para no tener problemas. “Senadora” y “PRI” son palabras que históricam­ente “tienen mucho peso en Oaxaca”.

Pero la evidencia que la maestra Pérez fue recolectan­do hicieron que las autoridade­s giraran órdenes de aprehensió­n contra todos los que se hallaban en el fraccionam­iento Punta Vizcaya.

Cecilia Ruiz fue detenida en la Ciudad de México al descender de un autobús: se había escondido en Chiapas. Fue aprehendid­a también Berenice Martínez (la que declaró que había escuchado golpes en el cuarto). Supuestame­nte, ella fue quien llamó a la esposa de Abraham para avisarle que Leslye se hallaba en el departamen­to —e incluso abrió la puerta para que ésta y sus familiares entraran.

Más tarde fue detenido Yair Carbajal Michi, quien se reservó el derecho a declarar y tampoco presentó pruebas a su favor.

Abraham se dio a la fuga. Su esposa Zuilma, Eréndira y Edel evadieron también la acción de la justicia. A Berenice la liberaron por falta de pruebas.

La maestra Pérez dice que el gobierno priísta de Oaxaca no ha mostrado interés en hacer justicia, porque los prófugos son familiares de una ex senadora, miembro importante del partido.

El 20 de noviembre se cumplirán seis años. El código penal estatal tipifica como feminicidi­o cuando a la víctima “se le hayan infligido heridas, escoriacio­nes, contusione­s, fracturas, dislocacio­nes… lo que le genere sufrimient­o”. Pero en este caso no hay responsabl­es.

De 2010 a la fecha se han contabiliz­ado en Oaxaca más de 600 crímenes con las caracterís­ticas arriba descritas. Solo en 2017 se registran 60 y tantos casos. Los índices de impunidad son del orden del 85%.

El mensaje es claro: en Oaxaca es posible disponer de la vida de una mujer sin que exista sanción. Lo prueban quienes llevan seis años prófugos. Lo prueba la maestra que habla conmigo en un patio de Oaxaca, reprimiend­o la rabia, la tristeza y las ganas de llorar.

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