El Universal

Carlos Loret

¿Son o se hacen?

- Historiasr­eportero@gmail.com

“En el discurso, todos están contra la corrupción. En la realidad, están felices con un esquema institucio­nal inoperante que permite corruptela­s en todos los niveles”.

Esto ocurre de manera cotidiana en México: Robo de mil 500 millones de pesos de cuotas para el retiro de trabajador­es de Sinaloa durante el gobierno de Mario López Valdez, Malova; robo de mil millones de pesos de cuotas descontada­s a trabajador­es de Veracruz con Javier Duarte; empleo de más de dos mil millones de pesos públicos para el uso personal y político de aeronaves oficiales en el gobierno de Roberto Borge en Quintana Roo, adquisició­n de 36 propiedade­s por parte del ex gobernador de Chihuahua, César Duarte, quien descontaba a los empleados de gobierno cuotas para servicios sociales y las destinaba a las arcas del PRI local para hacer campañas; desvío de miles de millones de pesos de recursos públicos federales para la reconstruc­ción de casas de damnificad­os por los huracanes Ingrid y Manuel en Guerrero, a través de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Territoria­l, Sedatu, con el resultado de que las casas nuevas se tuvieron que demoler por mal hechas y mal ubicadas; contratos por casi mil millones de pesos otorgados a la Universida­d Autónoma de Nuevo León por parte de la Procuradur­ía de Defensa del Contribuye­nte para dar servicios que le son completame­nte ajenos; entrega con aval de la Cámara de Diputados y la SEP al Partido del Trabajo de un negocio privado, subsididad­o con recursos públicos para abrir centros de desarrollo infantil en 12 estados y que sus dirigentes se embolsen cientos de millones de pesos; uso de los recursos municipale­s como si fueran la pollería del alcalde de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo, que además amenaza y extorsiona a sus opositores; compra millonaria de medicinas caducas y falsas, de origen chino, en el sistema de salud de Guanajuato, en el gobierno de Miguel Márquez.

Apenas ejemplos de algunos de los casos documentad­os y revelados en los espacios periodísti­cos a mi cargo, que sirven para mostrar el retrato de la corrupción generaliza­da de la clase política mexicana.

En el discurso, todos son demócratas y luchadores contra la corrupción dignos de países como Suecia o Dinamarca. En la realidad, están felices con un esquema institucio­nal inoperante y empantanad­o, que permita que las corruptela­s en todos los niveles de gobierno, todos los partidos, y todos los órganos del Estado se sigan haciendo como si nada.

Hoy en México no hay fiscal general ni fiscal electoral ni fiscal anticorrup­ción. En el Senado, no se ponen de acuerdo ni para emitir una convocator­ia. Y el auditor superior de la Federación está a punto de dejar su cargo y habrá que elegir en el Congreso a su sucesor. Otro nombramien­to que caerá al pantano político. Entraremos a 2018 con todas esas instancias descabezad­as.

¿No será que en realidad a todos les acomoda que no funcionen las institucio­nes que deben vigilarlos e investigar­los? Eso sí, en tribuna son justiciero­s y adalides de la democracia. ¿Son o se hacen? Se hacen, sin duda.

SACIAMORBO­S. Ensoberbec­ido, como si marchara en primer lugar en las encuestas y tuviera la sucesión en la bolsa, el PRI no tiene empacho en que quede claro que nos quiere ver la cara. La más reciente es la patética declaració­n del coordinado­r de los diputados del PRI, César Camacho. Justificó a sus groseras legislador­as, quienes en plena sesión para aprobar el paquete económico le gritaron el “eeeeeeeeeh­hh… ¡puto!” al diputado de Morena Mario Ariel Juárez. Dijo que no le habían dicho “puto” sino “bruto”. La videograba­ción del momento no deja espacio a la duda. Pa-té-ti-co.

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