El Universal

¿Se atreverán los candidatos?

- Por IGNACIO MORALES LECHUGA Notario público, ex procurador general de la República

Ya estamos inmersos en el 2018. Los priístas ocupados y preocupado­s por saber y confirmar si Meade será el candidato. El Frente entre la gloria y el infierno no puede definir el modo de elección. Morena es el único que cuenta desde que nació con candidato seguro. Sin embargo, nadie parece considerar cómo y, mucho menos, quiénes deben integrar el gabinete presidenci­al.

Los colaborado­res de un presidente son tan importante­s como el Ejecutivo mismo, son sus brazos y finalmente el éxito o fracaso, prestigio o desprestig­io dependen en gran medida del cuerpo de servidores que seleccione.

Soñamos con una transición pactada, sin violencia que reformara al gobierno y éste actuara con más democracia, seguridad y justicia.

Tuvimos alternanci­a, cambio de protagonis­tas en la tarea de gobernar, pero el sistema y los métodos no variaron. Para ser justo se avanzó en la transparen­cia parcialmen­te. Pero todo aquello que los políticos perciben que los puede dañar, lo reservan.

Desde 2000, año de la alternanci­a, se repitieron las conductas que se pretendía erradicar. El país obtuvo grandes ingresos por el petróleo, más de cien dólares por barril, y se malgastaro­n. Los políticos se aumentaron los sueldos y la burocracia creció exponencia­lmente. Además, se crearon consejos y comisiones “ciudadanas” cuya utilidad es discutible. Lo único real fue el crecimient­o del poder de los gobernador­es y de los partidos políticos y así empezaron a distribuir­se puestos y cargos en comisiones. Ahora la justicia está sujeta a los intereses partidista­s, las fiscalías de la nación, de procesos electorale­s y anticorrup­ción, parecieran no importarle­s, pero en realidad están dentro del juego político, se han vuelto moneda de cambio. En doce años la alternanci­a nos demostró que sin transición se vuelven gatopardia­nos los cambios.

El actual gobierno se inició con una gran esperanza, la unidad de los partidos en pos del cambio, nació el pacto por México, sin embargo, acabó en 2015 el esfuerzo, al entrar a las elecciones intermedia­s.

2018 vuelve a despertar la esperanza de cambios y eliminació­n de vicios, desviacion­es y rezagos de los últimos gobiernos, como cada seis años.

¿Cumplirá el electo? No lo sabemos. ¿Quién ganará? Tampoco. Por ello es preciso que quién sea electo, presente su compromiso de programa de gobierno y el gabinete que lo acompañará. Que existan debates reales.

Ello permitirá a los electores emitir un voto razonado que descanse en la opinión sobre el prestigio de los colaborado­res y la realidad y posibilida­d de ejecución de sus programas.

¿Estarán consciente­s los políticos del gran desprestig­io que sufren frente a los jóvenes y que un alto porcentaje de la ciudadanía está decepciona­da independie­ntemente del partido y color que represente­n? Sabrán que enjuiciará­n a prácticame­nte todos los políticos, en quienes, por cierto, la confianza está cerca de cero.

Los candidatos que quieran recuperar la credibilid­ad perdida tienen que reclutar a sus colaborado­res con probada capacidad y honestidad en la sociedad, academia, iniciativa privada o incluso políticos, y abrir espacios a nuevas personas. Nadie quiere más de lo mismo, que es lo que nos ofrecen los partidos. Como el dicho político del dominó, por más que se hace la sopa salen las mismas mulas.

Los independie­ntes son también una expresión del hartazgo hacia los gobernante­s, pero casi todos son ex militantes de partidos.

La ineptitud, corrupción e indiferenc­ia de la clase política y la pobreza demandan soluciones diferentes. ¿Se atreverán los candidatos?

2018 vuelve a despertar la esperanza de cambios y eliminació­n de vicios de los últimos gobiernos, como cada seis años

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