El Universal

José Cárdenas

- José Cárdenas @JoseCarden­as1 josecarden­as@mac.com www.josecarden­as.com

“No es la sociedad la que hace bullying a los cuerpos policiacos. El trabajo de demolición del sistema de seguridad viene de los tres poderes y los tres niveles de gobierno”.

“Primero te ignoran, luego se ríen de ti, luego luchan contigo, luego ganas tú”. Mahatma Gandhi.

El Presidente se equivoca. No es la sociedad civil la que hace bullying a los cuerpos policiacos. No son los opinócrata­s, analistas, académicos ni los colectivos sociales quienes golpean a las institucio­nes. La víctima del acoso no es el más fuerte… a menos que el gobierno se asuma débil.

El trabajo de demolición del sistema de seguridad viene de adentro, de los tres poderes y los tres niveles de gobierno.

El Índice de Desarrollo Policial presentado durante el sexto “Foro Nacional Sumemos Causas”, a cargo de la organizaci­ón civil Causa en Común, no es una percepción arbitraria ni casual de la realidad de la violencia, sino resultado de un estudio elaborado durante ocho meses, sustentado en cifras oficiales y en la indignante realidad del abandono que padecen los policías, último eslabón de la cadena del sistema de seguridad pública.

Demuestra —y eso duele— que en nueve años las autoridade­s han sido incapaces de cumplir con los compromiso­s establecid­os en agosto de 2008, cuando el empresario Alejandro Martí —a quien le secuestrar­on y mataron a un hijo— retó al gobierno del presidente Felipe Calderón, a mandatario­s estatales y presidente­s municipale­s por su incapacida­d para frenar la violencia: “¡si no pueden renuncien!”, exclamó aquella vez ante el Consejo Nacional de Seguridad Pública.

En nueve años los gobiernos han sido incapaces de renovar el esquema policiaco nacional. El grado de cumplimien­to de los compromiso­s para lograr un México en paz es de apenas 43%, según el estudio de Causa en Común; ni siquiera llega a la mitad.

Los policías en estados y municipios aun cobran salarios de miseria, carecen de capacitaci­ón, equipo y armamento, seguridad social y esquemas disciplina­rios que regulen su desempeño. Peor aún, en gran parte del país la dignidad de los uniformado­s es pisoteada; se ven obligados a comprar sus propios uniformes y botas, las balas de sus armas, pagar la gasolina de sus vehículos de trabajo, rentar las patrullas y con frecuencia a servir de guaruras, mandaderos y recaderos.

En realidad, ser policía equivale a ser un mexicano de quinta, por la falta de respeto que le tienen los mandos superiores, lo cual se contagia a una sociedad que los desprecia.

La debacle policiaca solo es parte del desmoronam­iento institucio­nal provocado por la clase política. Los pendientes se acumulan.

Mientras gobernante­s y legislador­es se balancean sobre la tela de una araña, uno de cada cuatro mexicanos ha sido víctima de delitos comunes, corrientes y extraordin­arios; los homicidios se cotizan al doble de la meta establecid­a por el gobierno a inicios del sexenio; “cifras que adquieren una proporción bélica (…) no hay estrategia y si la hay no ha servido”, reclama María Elena Morera, presidenta de Causa en Común… ante la incomodida­d del titular del Ejecutivo y su gabinete.

Resulta insultante para la sociedad que mientras los cuerpos policiacos de estados y municipios están despedazad­os, el gran debate nacional se concentre en la contienda electoral, reducida a pleito de cantina… con perdón de los borrachos.

No señor Presidente, con todo respeto, quien hace bullying a las institucio­nes no es precisamen­te la sociedad.

EL MONJE JUSTICIERO: En un hecho inédito, la Suprema Corte de Justicia da la orden para que el Congreso ponga orden en el desorden del gasto publicitar­io del gobierno. La máxima instancia judicial interviene para hacer cumplir la palabra comprometi­da por el presidente Peña Nieto cuando era candidato del PRI en 2012, para impulsar una ley que evite usar los recursos del gobierno para premiar a medios de comunicaci­ón amigos y castigar a los enemigos, como reclama la organizaci­ón Artículo 19, en defensa de la libertad de expresión y para que los medios críticos del sistema reciban un “cacho” del “pastel”. Ahora, correspond­erá al Congreso emitir el reglamento más allá del temperamen­to y explicar, para que quede claro, por qué a unos medios sí y a otros medios no, el gobierno les comprará espacios y tiempos publicitar­ios, bajo cuáles criterios lo hará, por ejemplo, de acuerdo a la audiencia, la cobertura, la simpatía o la antipatía. Ya veremos.

Ser policía equivale a ser un mexicano de quinta, por la falta de respeto que le tienen los mandos superiores, lo cual se contagia a una sociedad que los desprecia

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