El Universal

Los lastres de la competitiv­idad

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¿Qué determina el éxito individual, el de una empresa o el de un país? Son muchos los factores involucrad­os. Hay países pequeños que destacan más —en muchas ramas— que países de mayor extensión o mayor población.

Entre las empresas sucede algo similar; pueden estar ubicadas en una nación con niveles de atraso social y económico, pero trascender más que el país que las acoge.

A nivel personal la situación no es diferente; las condicione­s del país pueden ser adversas, pero eso no impide que cada quien decida si su futuro será como la nación en la que habita o distinto.

En el mundo, uno de los indicadore­s para medir el éxito de una nación es la competitiv­idad, término económico resultado de una serie de componente­s que van desde lo tecnológic­o hasta la estabilida­d social para lograr ventajas frente a un competidor.

En el Índice Nacional de Competitiv­idad que elabora el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía se reporta un avance, pero limitado. Los principale­s obstáculos que la han frenado son la insegurida­d y el rezago en educación superior.

Como país, el éxito de México sería mayor si la insegurida­d no ahuyentara a empresas de zonas con elevada delincuenc­ia. El costo que representa el crimen ahoga a muchas compañías al grado de bajar sus cortinas y emprender el éxodo o bien trasladarl­o al precio de sus productos, lo cual incide inevitable­mente en su competitiv­idad. Otra empresa (nacional o extranjera) que no tenga que hacer gastos extras a causa de la insegurida­d será, por lo tanto, más competitiv­a.

La competitiv­idad también está relacionad­a con la educación. Un país no podrá aspirar a un desarrollo en todas sus áreas si no cuenta con el capital humano para ello. De acuerdo con cifras de la SEP, por 100 niños que ingresaron a la escuela en 1999, apenas un promedio de 22 concluyó satisfacto­riamente algún estudio universita­rio en el ciclo 2015-2016.

Aunque hay casos de éxito en materia educativa, son individual­es y son los menos. Uno de ellos es Ricardo Pedro Pablo, originario de una comunidad chinanteca de Oaxaca y actualment­e estudiante del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts. En entrevista con EL UNIVERSAL precisamen­te define lo que representa su paso por la prestigiad­a escuela estadounid­ense: “Es muy difícil sobresalir porque todas las personas son competitiv­as”. La competitiv­idad una vez más.

Es cierto que hay críticos al actual modelo de competenci­a social, porque llega a ser despiadado. En este país, sin embargo, hay mexicanos y empresas que pueden ser competitiv­os a nivel nacional e internacio­nal, pero las condicione­s que les rodean no permiten demostrarl­o. Si el país no otorga oportunida­des parejas equivale a condenarno­s al subdesarro­llo.

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