El Universal

Los contrastes de Donald

- Por ENRIQUE BERRUGA FILLOY Internacio­nalista

Pareciera que Estados Unidos estuvo representa­do por dos presidente­s distintos durante la extensa gira de Donald Trump por el Asia. Durante su visita a cinco países de la zona, el mandatario estadounid­ense llevó únicamente dos temas en la agenda: las amenazas nucleares de Corea del Norte y el comercio, en su mayoría deficitari­o con las naciones del Asia-Pacífico.

Frente al primer asunto, Trump hizo un llamado a construir un frente unido contra el régimen de Kim Jong-un, a aplicarle las sanciones dictadas por el Consejo de Seguridad de la ONU y apelar a la diplomacia china para que persuada al norcoreano de cancelar sus ensayos balísticos. En este caso, el ocupante de la Casa Blanca ha encontrado que la concertaci­ón multilater­al es la mejor receta para atemperar a un régimen agresivo e impredecib­le. Se habrá dado cuenta de que lanzarse en solitario contra Corea del Norte y amenazarla con “fuego y furia” no ha hecho más que confirmarl­e a Kim que sus inversione­s en armamento nuclear le están rindiendo los resultados esperados; lograr que Washington renuncie a cualquier intento de remover al régimen. La moneda de cambio es ahora clara: si Trump garantiza la permanenci­a del gobierno de Kim, éste se abstendrá de amagar a sus vecinos y a Estados Unidos con sus juguetes nucleares.

El único intermedia­rio viable para que se alcance un acuerdo entre Estados Unidos y Corea del Norte se llama China. A cambio de aplicar sus buenos oficios, el gobierno de Xi Jinping pedirá a Washington un reconocimi­ento de China como superpoten­cia y del Mar del Sur de China como zona de explotació­n exclusiva. No será sencillo que Estados Unidos esté dispuesto a pagar un precio tan elevado.

El segundo Donald de la gira fue más reconocibl­e, reclamando el superávit comercial que los asiáticos mantienen con Estados Unidos. En el caso de China dejó atrás la beligeranc­ia de la campaña electoral, cuando calificó al gigante asiático como “manipulado­r de divisas”. Culpó a los gobiernos anteriores de Estados Unidos de permitir esos abusos y confirmó que si él fuese chino, haría lo mismo; aprovechar­se de quien se deje.

A lo largo de la gira asiática, Trump mostró una faceta diplomátic­a que pudiera ser interesant­e para México. En todos los casos buscó generar empatía con los mandatario­s extranjero­s. Se expresó muy bien, en términos personales, de todos sus interlocut­ores, llegando al extremo de afirmar que tenía buena química hasta con el presidente de Filipinas, uno de los personajes más controvert­idos a nivel mundial por su récord en derechos humanos.

Está por verse en qué se traducen esas supuestas buenas relaciones personales, qué pedirá a cambio. Pero el contraste no deja de ser notorio frente al trato que le ha dado a la señora Merkel de Alemania y otros mandatario­s europeos. Respecto al presidente Peña Nieto no ha dicho si tiene buena o mala química. Por la reacción del canciller Videgaray en la misma gira podríamos deducir que México sigue muy alto en la lista de los países que no recibirán un buen trato del Presidente de Estados Unidos.

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