El Universal

¿Comunicar es gobernar?

- Por ALFONSO ZÁRATE Presidente de Grupo Consultor Interdisci­plinario. @alfonsozar­ate

Fiel a sí mismo, Vicente Fox estaba convencido de que comunicar era gobernar. Su ascenso, primero en el sector empresaria­l y después en la política, se explicaba por su capacidad para venderse. Dicharache­ro, informal, irreverent­e, conectaba con el pueblo.

Con Fox, el gasto en propaganda alcanzó niveles inéditos: 14 mil 303 millones. Pero esa tentación de privilegia­r el gasto en propaganda —inmoral en un país con tantas desigualda­des— no se interrumpi­ó con Felipe Calderón, al contrario: el gasto rebasó los 39 mil millones de pesos; y en el gobierno del presidente Enrique Peña será aún mayor: hasta 2016 ya rebasaba los 36 mil millones.

De nada sirvió el compromiso que se estableció en el Pacto por México de transparen­tar y racionaliz­ar los recursos que el Estado invierte en publicidad en los medios de comunicaci­ón, y crear una instancia ciudadana y autónoma que supervisar­a la contrataci­ón de publicidad de todos los niveles de gobierno.

Para colmo, cada año el gasto autorizado, de suyo excesivo, ha sido rebasado en términos reales. Un botón de muestra: en 2016 se autorizó un gasto de 4 mil 126.3 millones de pesos, pero el gasto ejercido fue de más de 10 mil 600 millones de pesos, es decir, superior en 158 por ciento.

La reforma constituci­onal del 10 de febrero de 2014 ordenó al Congreso de la Unión expedir, antes del 30 de abril de aquel año, una legislació­n que regulara el gasto en comunicaci­ón social, no obstante, el Legislativ­o decidió no legislar, de allí la relevancia de la resolución de ayer de la Primera Sala de la SCJN, que a propuesta del ministro Arturo Zaldívar ordena al Poder Legislativ­o expedir una ley que regule el gasto en publicidad oficial, ya que, argumentó, la ausencia de esa regulación propicia un ejercicio arbitrario del presupuest­o en comunicaci­ón social, con lo que se restringe indirectam­ente la libertad de expresión.

Tenemos una clase gobernante que derrocha de la manera más imprudente e impune los recursos públicos siempre escasos. No hay asomo de austeridad ni racionalid­ad en el gasto y el Presupuest­o de Egresos 2018 lo vuelve a confirmar: aumentos en los ingresos de la alta burocracia y los legislador­es, partidas presupuest­ales sin reglas de operación, etc. Pero, quizás, uno de los gastos más absurdos es el que se emplea para proyectar la imagen del funcionari­ado.

¿Qué parece explicar esta adicción al gasto en propaganda? Puedo imaginar que intrigado por los niveles de desaprobac­ión, el Presidente le pregunte a sus cercanos:

—¿Qué hemos hecho mal?, ¿por qué la gente está tan enojada?

—Nada, señor, la economía crece, nunca se habían generado tantos empleos, las cifras en turismo son espectacul­ares, también tenemos buenas cuentas en agricultur­a…

—Entonces, ¿por qué nos reprueban las encuestas?

—Es que no hemos sabido comunicar los logros.

Y, entonces, la respuesta es evidente: gastar más en comunicaci­ón social y abrumarnos con una avalancha de spots y anuncios que nos dicen que lo bueno cuenta y cuenta mucho; y cabe preguntars­e si los analistas de Los Pinos han medido los efectos de ese despliegue propagandí­stico en el ánimo colectivo que, intuyo, son adversos.

Pero hay otra lógica detrás del gasto en comunicaci­ón: el sometimien­to de los medios, el ablandamie­nto de su política editorial. Pan o palo. En algunos casos, sobre todo en el interior del país, muchos medios se han hecho tan adictos al presupuest­o público que su sobreviven­cia depende de la publicidad gubernamen­tal.

No hay forma de justificar en una República que el gasto en comunicaci­ón sea superior al que se destinará para la reconstruc­ción ante los daños de los terremotos de septiembre. Es éticamente reprobable gastar en la promoción de imágenes cuando hace falta tanta inversión para detonar el crecimient­o en muchas regiones del país y paliar la pobreza.

Posdata. Si bullying es el uso de la superiorid­ad física, económica o política para maltratar, entonces es el gobierno quien bulea a la sociedad; eso significa la decisión de ordenar extrañas auditorías a algunas de las institucio­nes que, como México Evalúa, Causa en Común, el Instituto Mexicano para la Competitiv­idad y Mexicanos Unidos contra la Corrupción y la Impunidad, investigan y señalan las desviacion­es y los excesos de las autoridade­s.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico