El Universal

Multiplici­dad riojana

- —Carlos Borboa es periodista gastronómi­co, sommelier certificad­o y juez internacio­nal de vinos y destilados.

¿ Cuál es el estilo riojano? La respuesta, dirían algunos, se debate entre la tradición y la modernidad, entre el peso de la madera y el esplendor de la fruta. La realidad, querido lector, es que Rioja posee múltiples formas y expresione­s, incapaces de ser catalogada­s en un par de polos absolutos.

La semana pasada asistí a la última reunión del “Círculo Rioja”, ejercicio impulsado por la Denominaci­ón de Origen Calificada con el propósito de promover la región y sus vinos en México. El encuentro ayudó a probar que, hoy como nunca, Rioja está abierta a la variedad.

Decía Marcos Flores, sommelier responsabl­e de guiar el recorrido, que “la DOCa Rioja reúne 144 municipios con caracterís­ticas propias; es decir, 144 identidade­s vínicas diferentes.” Es cierto, si bien es posible apuntar a caracterís­ticas sensoriale­s perfectame­nte definidas en las subzonas de la Rioja Alta, la Alavesa y la Rioja Baja, también es imposible resumir en tan cortas palabras el amplio rango de estilos que se producen a lo largo y ancho de la denominaci­ón. Para muestra, cinco etiquetas.

Empezaré haciendo mención al ejemplar más peculiar del ejercicio: el Tempranill­o Blanco de Nivarius. Esta variedad autóctona apareció en los años ochenta como consecuenc­ia de una mutación genética natural en una cepa de Tempranill­o en Murillo del Río Leza, La Rioja. Típicament­e, deriva en vinos con matices cítricos, aromas de frutas tropicales y flores blancas. En el caso particular de Nivarius, se fermenta en foudres de tres mil 500 litros y después se cría nueve meses sobre sus propias lías, resultando en un blanco untuoso y fresco que se debate entre un Garantía de Origen y un Crianza.

Justamente del lado de los Crianza contamos con dos tintos bien particular­es. Primero, el Torno de Hacienda el Ternero, un monovariet­al de Tempranill­o con 12 meses en barrica de roble francés. En este, pareciera haberse minimizado al máximo la influencia de la madera para mostrar la pureza de la fruta, una herbacidad particular y una textura mucho más viva. Segundo, el Señorío de Somalo Tinto Crianza, mezcla de Tempranill­o y Garnacha también con 12 meses en barrica de roble americano. Aquí, los matices predominan­tes son de cacao tostado, de especias cálidas y frutas confitadas. Sí, dos caldos de categorías afines, diametralm­ente opuestos. Nuevamente, variedad es la palabra.

En la cúspide del ejercicio apuntamos a los estilos más clásicos. Repleto de notas pasificada­s, bien torrefacto y amplio en boca, el Lagar de Cayo Reserva mostró la cara más tradiciona­l de la denominaci­ón ibérica. Por el contrario, el Gran Reserva de Ramón Bilbao se mostró sorpresivo; imagine usted un tinto con 30 meses de barrica americana y otros 30 de botella, que ofrece un carácter herbáceo, agradable frutalidad y acidez viva... Esa, querido lector, es la diversidad riojana.

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Vinícola en Tinta Por CARLOS BORBOA @Carlos_Borboa carlos.borboa.s@gmail.com

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