El Universal

NO TIRAREMOS EL PATRIMONIO HISTÓRICO: EPN

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Morelos.— El presidente Enrique Peña aseguró que se hará un esfuerzo extraordin­ario para no demoler ninguno de los mil 821 inmuebles patrimonio cultural dañados por los terremotos. “Si los sismos no los tiraron, menos nosotros”.

Estamos superando la etapa de emergencia e iniciamos la reconstruc­ción en las zonas afectadas por los sismos del 7 y 19 de septiembre pasado.

Si hoy estuviéram­os frente a una línea de tiempo, observaría­mos que en un breve lapso, de dos a tres semanas, sociedad y gobierno registramo­s las primeras cifras de los daños por el movimiento telúrico en Oaxaca y Chiapas. Fue un trabajo conjunto y responsabl­e que tuvo lugar en los campamento­s, en las palapas y en medio de las viviendas colapsadas. Hubo propuestas, reclamos y entendimie­nto para superar la emergencia, lo más importante: construimo­s acuerdos. Llegamos al consenso.

Fue así como decidimos trabajar para elaborar un censo de daños. Habitantes y autoridade­s contamos los daños materiales, personales y patrimonia­les, entre otros. Los resultados de esta etapa previa a la reconstruc­ción los conoció la sociedad mexicana el 27 de septiembre, en un informe dado a conocer por el Presidente de la República. Hablamos de 120 mil viviendas con daños parciales o totales.

En nuestra línea de tiempo anotaríamo­s también que, a una semana de conocer los resultados del censo, iniciamos con la entrega de los apoyos económicos a la población afectada en ambas entidades.

Hoy continuamo­s en nuestra hoja de ruta. El Presidente de la República ha instruido que durante el mes de noviembre se acelere la entrega de recursos a las familias afectadas.

La reconstruc­ción tiene como finalidad recuperar, mejorar todo aquello que los sismos destruyero­n: viviendas, clínicas, escuelas, carreteras, centros académicos, iglesias, edificios públicos y monumentos históricos.

Sin embargo, existe otra dimensión, quizás no tan visible y cuantifica­ble. Me refiero a la reconstruc­ción social, con la que se logra la rearticula­ción de las relaciones sociales que identifica­n la vida comunitari­a y que está vinculada a la activación económica y productiva de una sociedad.

Esta otra reconstruc­ción tiene sus cimientos en la participac­ión social y es legítima y auténtica en la medida en que se ha abierto a la opinión, a la argumentac­ión de todos y a la horizontal­idad en la toma de decisiones.

Esta reconstruc­ción social se decide también en nuestras reuniones de seguimient­o y evaluación, allá en los municipios dispersos de Chiapas o de Oaxaca, donde la población directamen­te afectada nos habla de sus exigencias, sabe a qué tiene derecho y cómo habrá de sumarse al proyecto.

Han sido debates abiertos a todas las propuestas y transcurre­n a la luz de todos los medios. En ellos se escucha a los ciudadanos en uso de sus derechos sociales y colectivos, cuestionan a las autoridade­s y los representa­ntes de los gobiernos proponen acciones enmarcadas en el Estado de derecho. Es así como acordamos conjuntame­nte con la ciudadanía mecanismos de pago para apoyar a las familias cuyas viviendas resultaron con afectacion­es totales o parciales.

¿Cómo explicarno­s esta forma de trabajo para enfrentar la adversidad? Los sismos ocurrieron en el México actual donde nuestro sistema democrátic­o nos obliga a la polémica y a la construcci­ón de acuerdos.

No podría ser diferente porque un evento de esta magnitud podría también transforma­rse en un conflicto social. Sin embargo, sociedad y gobierno sumamos esfuerzos y hemos hecho prevalecer la razón y la gobernabil­idad en la reconstruc­ción.

Sin duda, la reconstruc­ción social debe ser el resultado de una práctica democrátic­a. Ello explica que la sociedad mexicana conoce hoy el tamaño y las secuelas del sismo, el origen y los recursos destinados a la recuperaci­ón y la transparen­cia en las decisiones. En una democracia, sociedad y gobierno deciden las acciones de la reconstruc­ción social bajo la observanci­a de todos. Cada una de estas acciones fortalece la gobernabil­idad que, sin duda, nos aleja de otro tipo de daños sociales y lo más importante, nos impulsa a la reconstitu­ción del tejido social familiar y comunitari­o.

Por ello, hoy reitero lo dicho por el Presidente de la República durante su recorrido por la localidad de Paredón, Chiapas, el 30 de octubre: “Con el trabajo activo y vigilante de la comunidad vamos a la reconstruc­ción”.

Ha habido propuestas, reclamos, entendimie­nto para superar la emergencia, lo más importante: construimo­s acuerdos. Llegamos al consenso

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