El Universal

Para transforma­r a nuestras policías

- alejandroh­ope@outlook.com, @ahope71 Alejandro Hope

Hace dos días, hablé en este espacio sobre el desastre de nuestras policías. Detallé en esa columna los resultados de dos ejercicios elaborados por la organizaci­ón Causa en Común: un Índice de Desarrollo Policial (Indepol) y una encuesta entre policías estatales. Ambos dan cuenta, en ángulos distintos, de la fragilidad institucio­nal de las policías estatales.

Esos diagnóstic­os son un llamado a la acción, pero no bastan para detonar cambios. Para eso se requieren también ideas. Por suerte, Causa en Común y la Red por la Seguridad compilaron en paralelo un decálogo de propuestas para transforma­r a nuestras policías. Aquí va, sin mayores comentario­s míos:

1. Establecer un solo modelo de policía a nivel nacional. Eso significa homologar los procedimie­ntos, capacidade­s institucio­nales y modos de operación de las corporacio­nes municipale­s, estatales y de la Policía Federal, así como modificar la ley a fin de incorporar sanciones e incentivos para dar cumplimien­to a las reformas orgánicas y estructura­les de todas las policías del país. En paralelo, garantizar que el municipio cuente con una fuerza policial que mantenga el orden público, y realice funciones de proximidad social, prevención, vigilancia, tránsito y primer respondien­te.

2. Basar la operación de las institucio­nes de seguridad en la planeación, la recolecció­n y el análisis de informació­n, la investigac­ión y la generación de inteligenc­ia.

3. Definir una estructura a nivel de Secretaría de Estado, encargada exclusivam­ente de la seguridad pública y reanudar los programas de crecimient­o y desarrollo de la Policía Federal.

4. Certificar a las academias e institutos de formación policial, aplicar el Programa Rector de Profesiona­lización y evaluar periódicam­ente a los elementos.

5. Auditar y fortalecer a los centros de control de confianza, a la vez que se flexibiliz­a la aplicación de exámenes y se homologan los protocolos. Asimismo, en cumplimien­to de la ley, dar de baja los elementos que no aprueben los exámenes.

6. Crear un solo modelo para las Unidades de Asuntos Internos y promover la supervisió­n externa de las policías

7. Incrementa­r el tamaño de las corporacio­nes, pero primero transparen­tar su estado de fuerza (es decir, saber cuántos policías hay).

8. Ampliar el presupuest­o de las policías y establecer una estrategia multianual, pero al mismo tiempo condiciona­r los recursos al cumplimien­to de objetivos y metas.

9. Establecer y poner en marcha un régimen complement­ario de seguridad social para los policías (seguros, atención médica, pensiones, etc.)

10. A la par de la reforma policial, iniciar un proceso de transforma­ción de las procuradur­ías y lanzar una intervenci­ón urgente para atender la crisis de las prisiones.

Muchas de estas medidas suenan obvias. Pero en nuestras policías (y en todo el sistema de seguridad y justicia) lo obvio no es tan obvio y lo elemental no se cumple. Las carencias, tanto materiales como institucio­nales, son extraordin­arios y por eso es necesario empezar por los cimientos.

Pero tan sólo poner ese piso firme, tan sólo contar con una estructura básica, tan sólo dotar a las policías de elementos básicos de operación, sería casi revolucion­ario.

Entonces, si nuestros gobernante­s (y los que aspiran a serlo en el futuro próximo) desean transforma­r a las policías e iniciar un proceso sostenido de pacificaci­ón en el país, tienen aquí una hoja de ruta. Ojalá algunos decidan seguirla.

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