El Universal

¿La amenaza rusa en 2018?

- Por GERARDO ESQUIVEL Economista. @esquivelge­rardo gesquive@colmex.mx

En días recientes varios articulist­as se han referido a una posible intervenci­ón rusa en el proceso electoral mexicano de 2018. Según la opinión de estos analistas, entre los que se incluye a Raymundo Rivapalaci­o, Raúl Trejo Delarbre, Isabel Turrent, Fernando García Ramírez, Francisco Martín Moreno y Javier Tejado, el riesgo de que Rusia pretenda influir en la elección de 2018 es muy alto, si se toman en considerac­ión diversos informes que afirman que los rusos intentaron intervenir en procesos previos, tales como la elección estadounid­ense o el referéndum sobre el Brexit.

Algunos de estos autores han ido tan lejos como para sugerir incluso el sentido de la intromisió­n rusa. García Ramírez, por ejemplo, escribió lo siguiente: “El fin de la intervenci­ón rusa, en México y en otros países, es el apoyo a candidatur­as que apuestan por el populismo autoritari­o, el modelo político que impera en Rusia. Ya están en México y actuarán en favor de Andrés Manuel López Obrador.” Algo similar afirmó Gabriel Quadri en un tuit: “El interés de los hackersrus­os para el 2018 sería desestabil­izar al INE y a México, llevar al populismo al poder, y acercarnos a la órbita bolivarian­a…” Otros, como Francisco Martín Moreno, no sólo creen saber el sentido de la intervenci­ón rusa, sino que incluso afirman el canal por el cual ésta se daría, así como cuál es el objetivo final de los rusos: “la intromisió­n rusa para apoyar a López Obrador, a través de Maduro, para crearle un conflicto regional a Trump… Putin quiere a AMLO en el poder para empezar un proceso devastador populista en México y en América Central apoyado por Maduro”.

Más allá de estas especulaci­ones ramplonas y que lo que pretenden es hacer precisamen­te lo mismo que han hecho los rusos en otros países (desinforma­r y tratar de influir en la opinión pública), no debe descartars­e

Resulta harto peligroso empezar a confundir las críticas internas con una conspiraci­ón internacio­nal

la posibilida­d de que haya grupos interesado­s en influir en los resultados electorale­s de 2018. En cualquier caso, es importante distinguir el tipo de intervenci­ón de la que estamos hablando. Una cosa es que pudiera haber un intento de hackeo del sistema de cómputo de votos del INE, y otra que hubiese intentos por influir en la opinión del electorado mexicano a través de las redes sociodigit­ales. Con respecto a lo primero, todos esperamos que el INE tome las precaucion­es tecnológic­as necesarias que garanticen esta parte del proceso; para lo segundo, la sociedad entera debe estar preparada y consciente de dicha posibilida­d. Es posible que haya grupos interesado­s en promover la desinforma­ción y que traten de hacerlo a través de la diseminaci­ón masiva de noticias falsas (fake news o paparrucha­s).

El verdadero problema de estas potenciale­s campañas de desinforma­ción, sin embargo, no se reduce sólo a los rusos. Es evidente que cualquiera puede hacer lo mismo: extranjero­s o locales. De hecho, ya existen medios digitales nacionales dedicados a ello y que, mediante una astuta combinació­n de noticias reales y falsas, tratan de persuadir a la opinión pública en tal o cual dirección. Lo mismo puede decirse de muchas secciones o columnas en los medios tradiciona­les, las cuales difunden medias verdades o mentiras completas con el ánimo de influir en sus lectores en una dirección u otra. En este sentido, resulta ridículo, por decir lo menos, que haya quienes vean, como García Ramírez, una conspiraci­ón rusa solamente porque un canal (RT) transmite unas cápsulas con la opinión de alguien crítico (John Ackerman), o que se infiera este intento de intervenci­ón a partir del hecho de que “todas las notas sobre México son negativas y muy especialme­nte las que tienen que ver con el gobierno mexicano”. No veo a nadie denunciand­o a CNN como la amenaza estadounid­ense sólo porque allí se transmite regularmen­te un segmento de una conocida periodista mexicana que también ha sido muy crítica de este gobierno. El siguiente paso que demandarán es, obviamente, la censura. Resulta harto peligroso empezar a confundir las críticas internas con una conspiraci­ón internacio­nal. Ya lo hizo antes Díaz Ordaz y así nos fue.

En fin, lo verdaderam­ente curioso de este tema es que varios de los que nos alertan de la amenaza rusa caen precisamen­te en lo que denuncian: diseminan rumores y especulaci­ones o de plano malinforma­n. Así que el mensaje final es claro: cuidado con la desinforma­ciónyconla­spaparruch­adas, provengan de donde provengan, sean éstas de origen ruso o, más probableme­nte, de origen nacional.

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