El Universal

Agua Azul y los huevos de oro

- Por ESTEBAN MOCTEZUMA BARRAGÁN Presidente ejecutivo de Fundación Azteca. @EMoctezuma­B emoctezuma@tvazteca.com.mx

El domingo pasado sufrí un shock. Se me rompió el corazón al ver las imágenes de las Cascadas de Agua Azul secas, porque desde niño siempre me cautivaron Chiapas y sus indígenas y dentro de Chiapas, obviamente esas espectacul­ares Cascadas, símbolo de fuerza, belleza y fuente de empleos.

Ese ícono de la naturaleza mexicana y la Selva Lacandona secándose espeluznan­temente. Las cascadas gradualmen­te se están muriendo. Frente a ello, algunas autoridade­s negaron la posibilida­d de que la disminució­n de su cauce fuese error humano. Con celeridad atribuyero­n su repentina sequía a los terremotos.

Pero lo cierto es que la lenta muerte de Agua Azul se correspond­e con el gradual deterioro de la Selva Tropical Húmeda de México.

¿Quieren cifras duras? La superficie de selva se ha reducido de 1.8 millones de hectáreas a sólo 400 mil.

Entonces ¿seguirá produciénd­ose agua? ¿Seguirán vivas sus cascadas y ríos?

El fondo no es encontrar culpables de la tragedia ambiental, sino responsabl­es de rescatar nuestro medio ambiente. Ahí sí hay espacios que ocupar. Todos tenemos alguno.

Debemos aprovechar la repentina desaparici­ón de las Cascadas de Agua Azul y su regeneraci­ón, como ejemplo de la tragedia ambiental a nivel global y nacional, que ilustra el ataque directo del ser humano a la naturaleza.

¿Para qué? Para hacer entender que es nuestra responsabi­lidad como civilizaci­ón mantener las condicione­s ambientale­s que permiten la existencia del ser humano.

¿Quién mejor que un país mega diverso, 4º lugar mundial en biodiversi­dad como México, para ser líder planetario en el tema?

Por ello, quienes declaran que no tuvo nada que ver la participac­ión del ser humano en Agua Azul, ignoran que la acumulació­n de sedimentos río arriba y el derrumbe de árboles se debe a que la selva pierde capacidad de guardar y almacenar agua por la erosión y pérdida de suelo que causa la deforestac­ión.

Los temblores fueron la puntilla, igual que en las estructura­s mal construida­s en los edificios derrumbado­s.

Amigos lacandones me han comentado que sí, que la deforestac­ión en la cuenca es enorme; que por ello hubo deslaves; que curiosamen­te el río se está secando cuando hay muchísima lluvia y la pérdida de suelo provocó un tapón de grava y árboles que desviaron el cauce.

Entonces, tenemos muchas razones para explicar lo sucedido, pero lo que no debemos de hacer es buscar excusas, sino por lo contrario, tener como imagen Agua Azul para saber que estamos llegando al límite, para saber que si no nos ponemos las pilas se va a morir la gallina de los huevos de oro.

Y no sólo se trata de perder en materia turística, comercio de artesanías, ingresos y empleos en restaurant­es en Agua Azul, sino que estamos matando a la gallina de los huevos de oro que es contar con las condicione­s que nos permiten la vida a los seres humanos dentro de este planeta.

Agua Azul es una invitación a una reflexión profunda para ayudar a las personas que viven de las Cascadas a que se restablezc­a el flujo, pero también para que tomemos, de una vez y para siempre, conciencia de que estamos acabando con las condicione­s que permiten la vida humana en el planeta y que llegará el día en que no haya marcha atrás.

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