Distintas figuras para su realización.
Rachel Botsman, Dicen las mamás: "Si no te lo has puesto en un año, es momento de regalarlo". Sin duda, la donación es un acto importante que nos solidariza como ciudadanos. Pero también existe el intercambio, el "toma y daca" de productos entre pares, de acuerdo con las necesidades de cada cual. Tal es el espíritu de lo que la conferencista, investigadora y escritora australiana, Rachel Botsman, ha llamado la "economía de consumo colaborativo", que es una puesta al día del antiguo trueque que, según nos dicen los historiadores existió en las economías de antigüedad.
De acuerdo con la analista, en nuestra época de hiperconsumo podemos acumular increíbles cantidades de cosas, de las cuales, al cabo de poco tiempo terminamos utilizando una tercera parte, incluso menos. Por ejemplo, tenemos colecciones de ocho celulares; mil discos compactos o 40 suéteres, de los cuales en realidad solo utilizamos, respectivamente, 2, 150 y 15. La serialidad de los bienes de manera cierta es el gran motor de los mercados actuales, y una economía sana se sustenta en el poder de compra de los ciudadanos.
También es innegable que en muchas ocasiones nos hacemos con una gran cantidad de cosas que, si bien no podríamos calificar de inútiles, sí resultan superfluas o subutilizadas al cabo de poco tiempo.
Deshacernos y conseguirnos.
Entonces, ¿qué podemos hacer con todo aquello que, para fines prácticos, nos sobra? La respuesta es: intercambiarlo utilizando los poderosos recursos de la interconexión electrónica global de nuestro tiempo. De ahí surge el swapping. "Yo tengo lo que tú necesitas, y viceversa; entonces, intercambiemos". Desde anuncios personales hasta páginas especializadas, está tendencia resulta al mismo tiempo interesante y sana. Por un lado, cubre una necesidad; y, por otro, combate la acumulación innecesaria, saneando incluso la economía personal.
Tales interacciones podemos acotarlas como la provisión de productos y servicios (incluyendo talento), acordados desde su origen y sin transferir la propiedad, con o sin contraprestación económica, entre empresas, personas o ambas. Es puntual señalar la relevancia que toman estas acciones a través de la conectividad entregada por plataformas tecnológicas, pues es preciso destacar que la utilización del concepto de “colaboración” no está exento de polémica ante el desarrollo de relaciones comerciales, y que se plantea como alternativa el término “mutualización”.
Lawrence Lessig, abogado y académico especializao en derecho informatico es otro teórico de la economía colaborativa y considera como una necesidad los modelos de comercialización inclusivos, que consideren la participación de los diferentes grupos de interés. Sin embargo, puntualiza que este tipo de mercantilismo no es posible si la madurez y confianza de todos los involucrados no supone una responsabilidad que busque el beneficio mutuo y no el de alguien en particular. Es decir, no se trata de donar algo que alguna de las partes sepa que está siendo ventajoso en comparación a lo que está recibiendo, por ejemplo, dar un alimento que esté por caducar o un electroméstico con anticipadas fallas constantes.