El Universal

La Hiyab Entre la religión y la represión

Mujeres musulmanas cubren sus cabezas, cuerpos y ojos. La religión les exige no mostrarse a extraños y sólo los familiares pueden verlas. “Seamos honestas. Si utilizas algo muy revelador para salir a la calle, los hombres de todo el mundo te van a mirar c

- Texto y fotos: TERESA MORENO Enviada Infografía: ELIHU GALAVIZ

Qatar.— Cubren su cabello con sus hiyab, y sus cuerpos con sus chadores y sus niqab, los ropajes que utilizan las mujeres musulmanas para mostrar sus cuerpos sólo a otras mujeres de sus familias y a los hombres más cercanos: sus padres, hermanos y esposos. Son las mujeres musulmanas catarís o que viven en Doha, la capital de Qatar, una de las ciudades más ricas del mundo quienes dicen llevar esta vestimenta como una manera de protegerse y celebrar su propia belleza.

“Hay muchas formas de vestir para una mujer musulmana pero en mi cultura utilizamos un velo negro y, como puedes ver, vamos muy a la moda. La cultura se muestra en el color, la forma y el diseño pero la religión islámica nos requiere que utilicemos la hiyab. Muchas mujeres no lo utilizan pero la religión así nos lo exige”, señala en entrevista Maha Al-Hijiji.

Para esta administra­dora de 26 años, quien egresó hace tres años de la Universida­d de Qatar, su vestimenta es una manera de mostrar humildad pero también le permite protegerse de las miradas de otras personas.

“Seamos honestas. Si utilizas algo muy revelador para salir a la calle, los hombres de todo el mundo, de cualquier lugar, te van a mirar como si fueras un pedazo de carne. Si eres mujer, los hombres te van a mirar así en todo el mundo pero cuando usas la hiyab es una manera de protegerte a ti misma. Así me siento”, contó.

Existen diferentes tipos de pañuelos o ropajes que utilizan las mujeres musulmanas, sean indias, cataríes o filipinas como se pudo constatar en diferentes recorridos por la ciudad de Doha. Algunos son pañuelos muy coloridos que se colocan en la cabeza para ocultar alguna parte del cabello, esas son las shaylas.

Después las hiyab, pañuelos que envuelven toda la cabeza y los hombros, no dejan ver el cabello, solamente el óvalo del rostro; también está el chador como el que utilizan Maha y su amiga Roqaia, que las cubre de la cabeza a los tobillos, permite mostrar sus manos, el óvalo de la cara y sus pies.

Pueden mostrarse femeninas

A través de los pies, estas mujeres expresan otra parte de su femineidad y una amplia diversidad y pluralidad en el pensamient­o. Por medio de ese pequeño fragmento de piel que pueden mostrar al mundo debajo de las telas ligeras de sus chadores negros, las mujeres usan zapatos que pueden ser bajos, discretos y sencillos, hasta altísimos, de más de ocho centímetro­s, y elegantes tacones en colores que van del negro, el beige y el blanco, hasta el azul eléctrico y el amarillo.

Quienes así lo deciden, se maquillan resaltando sus ojos con delineador y sombras y realzando sus cejas perfectame­nte depiladas y diseñadas para ajustarse a su tipo de cara. La boca la pintan en colores discretos como rosa o café.

La niqab es el velo que las cubre de pies a cabeza y para muchas de ellas implica que sólo pueden mostrar sus ojos y sus manos al mundo, aunque para otras ni siquiera eso está permitido puesto que utilizan la burka, un ropaje que les cubre las manos e inclusive los ojos con una tela traslúcida para que puedan ver.

Lo hacen porque así lo establece su tradición pero también para mostrar el profundo amor que sienten por el Islam, su religión; para ellas, la vestimenta resalta su belleza, que no es la del cuerpo sino la espiritual.

“La belleza es más la personalid­ad y el carisma, no tanto tus rasgos físicos. Creo que hay diferentes tipos de belleza y no creo en los estereotip­os sino en la manera en la que te presentas ante la gente, como los tratas”, contó Roqaia Alyousuf de 22 años, recién egresada de una especialid­ad en recursos humanos.

Shimaa Hassan, maestra egipcia de 36 años de edad, que llegó a vivir a Doha hace alrededor de 10 años, asegura que ella como mujer no juzgará a otras por no cubrir su cabello, ni su cara y eligen ir por la vida descubiert­as.

“Depende de cada una”, asegura, pero le resta importanci­a a la opinión de una mujer sobre otra y sugiere preguntarl­e a un hombre que pensaría. Shimaa utiliza una hiyab rosa con estampados florales.

“Te voy a poner un ejemplo. Cuando vas a comprar un dulce o un pastel, ¿cuál preferiría­s comprar? ¿El que está abierto, que no está tapado y ha estado expuesto todo el día a las moscas, el calor y la suciedad de la calle? ¿O el que estuvo cubierto y protegido todo el día? Por eso nosotras nos cubrimos. Creo que soy un diamante o ese dulce del que hablamos y por eso decido cubrirme”, señala.

“Para mí, como mujer, creo que está bien que no te cubras. Pero no se lo preguntes a una mujer, pregúntase­lo a un hombre”, dice. Por una Barbie multicultu­ral Que como adultas musulmanas decidan cubrir sus cuerpos para preservarl­os de las miradas ajenas, no implica que cuando fueron niñas no hayan deseado vestir de otra forma o lucir diferentes.

En específico, seguir los cánones de belleza que la marca Mattel hizo llegar hasta el Medio Oriente a través de su muñeca Barbie: mujeres altas, delgadas y rubias de ojos azules, con poco parecido a las niñas de piel aceitunada y ojos negros que jugaban con sus muñecas norteameri­canas hace algunos años y que hoy, al cursar el bachillera­to, decidieron contar su experienci­a.

"Los juguetes que le das a una niña realmente la afectan: si les das una Barbie que usa bikini, tiene un carro y sale a todos lados va a tener un impacto en una niña musulmana que vive en una cultura diferente. Cuando era niña pensaba que tenía que ser como mis Barbies, pero no es así porque la nuestra es una cultura diferente. Es muy importante que haya muñecas de todo el mundo que reflejen las diferentes culturas", consideró Fatma AlFadala, de 17 años.

Para ella y su amiga Al-Reem, ambas musulmanas que visten con su chador, el lanzamient­o de la primera Barbie con hiyab, que se anunció el 14 de noviembre, es una buena noticia y lo consideran una señal de apertura, pero también es un mensaje poderoso para sus hermanas o sobrinas pequeñas en el sentido de que está bien ser ellas mismas y que la belleza se presenta de muchas maneras.

"Yo jugaba con la Barbie y pensaba que era más bonita que yo. Finalmente eres una niña y es muy confuso porque escoges y quieres tener la muñeca aunque no se parezca a ti. Debería haber diferentes variedades de muñecas y que no te creas esta idea de que sólo vas a ser perfecta si eres rubia, súper delgada, alta y de ojos azules", explicó Al-Reem Al Sulaiti, una joven de 17 años quien estudia el bachillera­to en Qatar.

“Jugaba con la Barbie y pensaba que era más bonita que yo. Finalmente eres una niña y es muy confuso porque escoges y quieres tener la muñeca aunque no se parezca a ti” AL-REEM AL SULAITI Joven musulmana “Te voy a poner un ejemplo. Cuando vas a comprar un dulce o un pastel, ¿cuál preferiría­s comprar? ¿El que está abierto, que no está tapado y ha estado expuesto todo el día a las moscas?” SHIMAA HASSAN Maestra egipcia “Si utilizas algo muy revelador para salir a la calle, los hombres de todo el mundo te van a mirar como si fueras un pedazo de carne” MAHA AL-HIJIJI Administra­dora

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Las mujeres musulmanas de Qatar viven entre las costumbres de su religión y la opinión del mundo occidental que ven en ello un sometimien­to al machismo.
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Aunque la mayoría viste conforme a las normas que impone su sociedad, muchas mujeres señalan que de niñas hubieran deseado portar otras prendas.
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A pesar de que su vestimenta es estricta, en los ojos expresan su lado femenino.

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