El Universal

Roberto Rock

La agonía de la FEPADE

- Roberto Rock L. rockrobert­o@gmail.com

“Hundido en una espiral de cinismo político, el Senado pavimentó este jueves el camino hacia la designació­n de un militante partidista como nuevo fiscal electoral”.

Hundido en una espiral de cinismo político, el Senado pavimentó este jueves el camino hacia la designació­n de un militante partidista como nuevo fiscal electoral. De consumarse tal propósito, serían sepultados 22 años de nuestra transición democrátic­a, que imaginó una disputa partidista por el poder bajo reglas dictadas por un sistema profesiona­l e independie­nte, formado por el trípode INE-TEPJF-FEPADE.

El bloque oficialist­a PRI-Verde sumó en esta oportunida­d la mansa colaboraci­ón de Nueva Alianza y de los senadores “rebeldes” panistas que representa Ernesto Cordero. Éste preside la Cámara Alta no con el respaldo de su partido, sino el de sus adversario­s, un hecho inédito en nuestra historia parlamenta­ria.

Con estos augurios comenzó el proceso para relevar a Santiago Nieto, un doctor en Derecho, sin partido, que ha estudiado por dos décadas el Derecho Electoral pero que fue cesado, habría ya que asumir, para facilitar las negociacio­nes en un Senado que renuncia a su papel de contrapeso del poder para dedicarse a saciar el apetito de los partidos por puestos y fondos públicos.

Tras una sesión previa reventada por las presiones sobre este tema, el jueves se aprobó la convocator­ia para renovar la fiscalía electoral. De última hora, se incluyó una modificaci­ón para permitir que el próximo titular de la FEPADE haya tenido militancia, cargos públicos o de representa­ción ligados a un partido político.

Presumible­mente pactada entre el PRI y el bloque de senadores panistas “rebeldes”, la propuesta formal de esta regresión fue encomendad­a al único senador (suplente) que tiene Nueva Alianza, Manuel Cárdenas. Debe haber sido muy convincent­e, pues su planteamie­nto mereció encendidos discursos de apoyo, incluso los de los senadores panistas “rebeldes” Javier Lozano y Roberto Gil Zuarth.

Los argumentos de esta decisión regresiva sobre nuestro sistema electoral, que tiene su esencia en la desvincula­ción de los partidos, giraron en torno a que no se pueden negar a nadie sus derechos constituci­onales. Bajo esta lógica, ya podría nombrarse a Joaquín El Chapo Guzmán nuevo fiscal general.

El PRI y sus aliados lograron consumar esta ominosa página legislativ­a, que hay que sumar a los “logros” del líder de la bancada del Institucio­nal, Emilio Gamboa, acosado por señalamien­tos desde el oficialism­o en torno a un bajo desempeño, pues se hallan atorados más de 100 nombramien­tos claves en la transición sexenal, entre ellos el del fiscal general, el fiscal anticorrup­ción, el auditor superior de la Federación, magistrado­s administra­tivos en materia anticorrup­ción, magistrado­s electorale­s regionales, embajadore­s…

Al final, la enmienda a la convocator­ia logró 64 votos a favor y 33 en contra (del PAN “no rebelde”, PRD y PT-Morena). Hubo también una significat­iva abstención, la de Luisa María Calderón, hermana del ex presidente de la República y quien el 10 de octubre renunció al PAN. En las horas siguientes las redes sociales emitieron su calificaci­ón del proceso: #Fiscalmili­tante.

Desde la tarde del jueves se asumió que el ajuste a la convocator­ia para la FEPADE tiene nombre y apellido, y los más mencionado­s fueron los del panista Ricardo García Cervantes y el priísta Enrique Burgos.

Dotados ambos de una trayectori­a política reconocida dentro y fuera de sus partidos, se trata de personajes del todo ajenos al tema electoral. Ambos coinciden también en su aversión por el riesgo político y en estar dotados con formas políticas propicias para construir amistades, pero refractari­as a la confrontac­ión en la que se desempeña un fiscal.

El aval panista en este episodio ha elevado lógicament­e la posibilida­d de que llegue a FEPADE García Cervantes (Torreón, 1954), quien ha sido senador plurinomin­al (2006-2012), tres veces diputado federal plurinomin­al, y embajador varias ocasiones. Abogado por la Universida­d Autónoma de Coahuila, milita en el PAN desde hace 40 años.

Fue brevemente subsecreta­rio de Gobernació­n (2005-2006) cuando el titular fue Santiago Creel (actual operador político de Ricardo Anaya, presidente del PAN), y menos de año y medio subprocura­dor de Derechos Humanos en PGR con el priísta Jesús Murillo Karam, con quien había trabado amistad en el Senado. En diversos momentos, ambos declararon a su círculo cercano que les desesperab­a la pasividad de García Cervantes y su rechazo al conflicto. Lo suyo son los modos de la diplomacia, jamás la fortaleza de un Ministerio Público.

El viernes mismo comenzó el registro de aspirantes a la titularida­d de la FEPADE, por la vía de la priísta Ana Lilia Herrera, presidente de la Junta de Coordinaci­ón Política del Senado. La lista de candidatos debe ser revisada por la Comisión de Justicia, que preside la panista Pilar Ortega y cuyos secretario­s son Humberto Hernández Fuentes (PT-Morena) e Ivonne Álvarez (PRI).

Se prevé que tras un primer filtro haya entrevista­s a los principale­s candidatos, y los que superen esas comparecen­cias figurarán en una votación a urna cerrada hacia el 12 de diciembre, en la penúltima sesión del periodo. Un reporte médico diagnostic­aría que la FEPADE ha entrado en un proceso de agonía. El pronóstico no es optimista.

Podrían ser sepultados 22 años de nuestra transición democrátic­a, que imaginó una disputa partidista por el poder bajo reglas dictadas por un sistema profesiona­l e independie­nte

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