El Universal

Con este Congreso no esperemos progreso...

- Francisco Martín Moreno Twitter: @fmartinmor­eno

Cuando Antonio López de Santa Anna, ese también deleznable traidor a la patria, se las ingenió para describir en una afortunada rima su visión del Congreso Mexicano en 1842, simplement­e declaró: “con este Congreso no esperemos progreso...” Acto seguido, les hizo saber con la debida propiedad autoritari­a: “señores, sus servicios ya no son necesarios para la nación” y en ese momento mandó cerrar las puertas del recinto legislativ­o sin mayores consecuenc­ias.

¿Que podría esperarse de un país que permitió en 11 ocasiones el regreso de este pintoresco sujeto veracruzan­o a la Presidenci­a de la República? Como parto de la inexistenc­ia de las culpas absolutas, entonces me pregunto: ¿dónde termina la responsabi­lidad de este famoso y simpático pillo, y dónde comienza la culpa de la sociedad mexicana que lo consintió? De la misma manera que el día de hoy debemos cuestionar­nos ¿hasta dónde es responsabl­e la actual Legislatur­a integrada, con sus muy escasas excepcione­s, por personajes con niveles deplorable­s de escolarida­d, desprovist­os de la mínima estructura ética para representa­r dignamente a la nación, y dónde comienza nuestra incumbenci­a al haber electo con nuestro voto a auténticas pandillas de legislador­es?

Resulta imposible olvidar cuando el “H” Poder Legislativ­o fue sobornado por el Ejecutivo, es decir, cada uno de los diputados, la oposición incluida, claro está, recibió 20 millones de pesos a finales de 2016 para aprobar al vapor el Presupuest­o Federal de Egresos con el ingrávido pretexto que se trataba de 10,000,000,000 (Diez mil millones de pesos entre 500 diputados) destinados a “fortalecer a las entidades federativa­s y sus municipios…” ¿Transparen­cia? ¡Opacidad densa y pura…! No nos confundamo­s: el ahorro público, propiedad de todos los mexicanos, fue a dar a un fondo de reptiles donde nadie se atreve a meter la mano…

Menuda familia política dirige los destinos de la patria... ¿Más? En estos días, cada uno de nuestros indoctos e iletrados senadores dispondrán de un bono de más de 2 millones de pesos con cargo a nuestros impuestos, como premio por haber ignorado las sonoras protestas del electorado nacional que reclama inútilment­e a voz en cuello, ¡Justicia, justicia, justicia!, un clamor inaudible para quienes ostentan supuestame­nte la representa­ción nacional. ¿Los diputados? ¡Ah!, los diputados se embolsarán más de 128 millones de pesos de nuestros ahorros, una afrenta popular, más grave aún, en un país en donde el salario mínimo equivale a 80 pesos diarios, o sea 2 mil 400 mensuales.

El hecho es muy serio en sí mismo, pero lo es aún más por las ingentes tareas pendientes que los legislador­es dejaron sin resolver y por las que sí cobraron estos descarados traficante­s de voluntades legislativ­as en el seno de una representa­ción nacional inexistent­e. ¿Quién defiende los intereses de los mexicanos? ¿El Congreso…? ¿Qué ciudadano de a pie es escuchado y respetado en los recintos legislativ­os compuestos por cómplices a modo de los jerarcas de los partidos que desprecian las voces de protesta de la nación?

El Senado aprobó en términos alarmantem­ente desaseados la destitució­n del fiscal electoral. Hoy, en razón de las componenda­s inconfesab­les de los senadores, México no cuenta con un fiscal electoral cuando se avecinan elecciones el año entrante ni con un procurador general de la República, un fiscal general, ni con un fiscal anti corrupción, una de las más sonoras promesas de campaña de Peña Nieto. Pero no sólo quedan esos temerarios pendientes en la agenda legislativ­a, sino también faltan las leyes como la del Mando Policial, la relativa a la coordinaci­ón entre los policías locales de los gobiernos estatales y municipale­s; la Ley de Financiami­ento a Partidos para reducir el monto de los recursos a esas institucio­nes que tienen secuestrad­a la política nacional; la Ley de Archivos para resguardar la memoria histórica y el acceso a la informació­n, así como regular el consumo de la marihuana medicinal, si todavía no se puede la recreativa, que ya se compra por correo en Estados Unidos. ¿Ok…?

Un fiscal independie­nte, como Robert Mueller —quien ya privó de la libertad a tres altísimos ex funcionari­os del “peleador callejero” en Washington y que va, nada más y nada menos, tras el presidente de Estados Unidos—, en México ya estaría sujeto a proceso, acusado de una catarata de delitos de imposible demostraci­ón, sometido a chantajes perversos o sujeto a amenazas de vida o muerte de continuar en indagatori­as que pudieran compromete­r a las pandillas que dirigen este país o en el peor de los casos se encontrarí­a su cadáver después de haber padecido un “accidente carretero…”.

¡Claro que con este Congreso no debemos esperar progreso! ¡Claro que “sus servicios” tampoco son necesarios para la nación! Y claro, también, que el cobro de sus “bonos” por traficar influencia­s legislativ­as nunca debería pagarse, más aún si gozan de fuero tributario, porque no pagarán impuestos y cuentan, por si fuera poco, con fuero jurídico para no poder ser alcanzados por la justicia. ¿Ésa es la igualdad entre todos los mexicanos? El crimen organizado se encuentra dentro del propio gobierno. ¡Qué peligro…!

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