Artemia cortó el cordón de sus hijos
Artemia Ortega González tuvo ocho hijos, de los cuales cinco fueron atendidos por ella, porque recuerda que la partera que la ayudaría a dar a luz “dilató mucho”. Cortó por sí sola el cordón umbilical de sus propios hijos. Tiene 83 años, es partera y vive en la colonia San Francisco, en Huixquilucan, Estado de México.
Desde hace 62 años ejerce el oficio, es considerada por los residentes del pueblo como la partera más famosa y, quizás, una de las últimas que atienden en la región.
A los 21 años, en 1955, Artemia se inició en el oficio, sólo fue seis meses a la primaria —porque cuando aprendió a leer, su papá le dijo que ese era el conocimiento suficiente y la sacó de la escuela—. Su abuela Magdalena Díaz, partera desde 1900 y la cual alcanzó los 105 años, fue quien le enseñó.
La primera vez que cortó el ombligo de un recién nacido, Artemia penas tenía 20 años. Fue el parto de su concuña.
En su comunidad no había hospitales, por eso, los pobladores la buscaban. Con los mil pesos que cobraba construyó en su casa dos cuartos en el que instaló ocho camas para atender a las embarazadas.
En 1960 atendió a una mujer que iba a tener a su bebé de forma prematura. El parto fue un éxito, sin embargo, el médico del pueblo la denunció con el presidente municipal, argumentando que no tenía experiencia.
No obstante, el alcade la apoyó y le brindó la oportunidad para que se capacitara en una clínica de pediatría en la Ciudad de México.
Calcula que probablemente atendió 5 mil operaciones. La edad en que tuvo mayores exigencias en su actividad fue cuando tenía 40 años.
Relata que atendió un parto de trillizos, el tercero nació sin vida y en lugar de darle la noticia a la madre, dice que lo mejor es callarse, porque es preferible que la mamá se dé cuenta.
En otro momento, cuando estaba en las asesorías médicas en el hospital, vio cómo una mujer estaba muy afligida y con temperatura, entonces palpó su vientre y se dio cuenta que el feto venía sentado y el doctor no la atendía.
Fue muy insistente con el especialista, indicándole lo que pasaba con esa mujer, pero la ignoró. Cuando regresó al siguiente día al hospital, la joven seguía en las mismas condiciones. Después de darse cuenta, el experto practicó una operación de emergencia, pero el bebé estaba muerto.
En otra ocasión, cuando también estaba en sus asesorías, percibió que una mexicana estaba a punto de dar a luz, pero el doctor prolongó el parto.
Mientras le explicaba la situación, comezó el alumbramiento, la mujer estaba de pie y la criatura colgando. En ese momento llevaron a la madre a una cama en vez de atenderla en el piso y por esa razón, dice Artemia, el pequeño sufrió una fractura de columna.
Piensa que no cualquiera puede ser partera, a menos que sepa medir, por ejemplo, la pelvis para considerar si la labor será normal o no; cuando son gemelos lo correcto es la cesárea, e ir al médico, también hay que saber cómo hablar con cada mujer y tranquilizarla durante el parto.
Aunque también, declara, hay personas que desaprueban o juzgan su labor, por considerarla asquerosa y poco preparada.
Considera que tiene un talento innato, que lo lleva en la sangre. Varias veces atendió partos en la calle o en hospitales antes de que la mujer entrara a las camillas, por casualidad o destino, ella está convencida de que nació para eso.
Ortega González dejó de atender hace cinco años porque su marido, con quien estuvo casada 60 años, murió.
Ella desistió de su labor porque él era quien la acompañaba al hospital a capacitaciones en el turno nocturno, la dejaba por la noche y regresaba por la mañana.
Actualmente, las personas la siguen buscando para que revise vientres y dé diagnósticos. No ejerce; no obstante, aún brinda algunas asesorías para dar seguimiento a las mujeres que van a dar a luz.
“Cuando son gemelos lo correcto es la cesárea e ir al médico, también hay que saber cómo hablar con cada mujer y tranquilizarla durante el parto” ARTEMIA ORTEGA GONZÁLEZ Partera de 83 años, con 62 de experiencia