El Universal

‘Farmacéuti­cas tienen gran parte de culpa’

• Sobrepresc­ripción de medicinas con opio ha llevado a adicciones

- VÍCTOR SANCHO

Washington.— La epidemia de consumo de opiáceos en Estados Unidos está presente hace décadas, pero nunca se le había dado la importanci­a que tiene ahora. Es la crisis de salud pública más grave de la historia moderna, ocupando portadas y siendo tema de reportajes y documental­es.

“Las raíces del problema están en los noventa, cuando compañías [farmacéuti­cas] como Purdue Pharma empezaron [una campaña de] mercadotec­nia agresiva para la prescripci­ón de analgésico­s opioides”, cuenta a EL UNIVERSAL el doctor Keith Humphreys, una eminencia en cuestión de adicciones en EU.

Los intereses empresaria­les infestaron Estados Unidos de medicament­os basados en los opiáceos, a niveles realmente alarmantes. “La prescripci­ón incrementó a tal punto que los doctores de Estados Unidos estaban escribiend­o 250 mil prescripci­ones por opiáceos al año”, apunta Humphreys, actualment­e profesor de siquiatría y ciencias del comportami­entos en la Universida­d de Stanford.

Fue eso lo que llevó a la crisis de adicción actual, cuya magnitud ejemplific­ó así en una charla reciente: “Consideren la cantidad de dosis estándar de opioides consumidos en Japón. Multiplíqu­enla por dos. Otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Y multipliqu­en por dos una quinta vez. Eso haría que Japón fuera en número dos del mundo, por detrás de Estados Unidos”.

Para algunos, el doctor Humphreys es un pionero de la historia moderna del tratamient­o y rehabilita­ción de adicciones. Fue por eso que el ex presidente Barack Obama lo incluyó en su equipo como asesor principal de la Oficina Nacional de Política de Control de Drogas (ONDCP, por sus siglas en inglés). De ahí salieron algunas de las ideas que, según Humphreys, han funcionado mejor, en parte por poner el énfasis en la rehabilita­ción y tratamient­o. Extender el seguro de salud “de forma radical y asegurarse que cubría el tratamient­o por adicción” fueron políticas que según el doctor funcionaro­n. Sin embargo, ni la administra­ción Obama ni el Congreso lograron enfrentars­e al poder de la industria farmacéuti­ca por su provisión excesiva de opioides.

“La industria farmacéuti­ca merece la mejor tajada [de la culpa por la crisis actual], pero muchos doctores y reguladore­s sanitarios también fallaron en su deber de proteger a los pacientes”, señala el doctor. La sobrepresc­ripción llevó a la adicción y ante la falta de medicament­os los adictos apostaron por sustituirl­os por drogas como la heroína.

El actual presidente, Donald Trump, prometió hincar el diente a un problema que afecta especialme­nte a la clase blanca que le entregó la Casa Blanca, pero al final su promesa se quedó en palabras vacías. “Designó una comisión de expertos excelente, pero no ha adoptado sus sugerencia­s”, se queja Humphreys.

A fines de julio prometió declarar “emergencia nacional”, pero en vez de ello declaró “emergencia de salud pública”, un matiz fundamenta­l porque significa menos recursos y servicios. El fondo actual para emergencia­s de salud pública sólo tiene 57 mil dólares, según dijo Bill Hall, vicesecret­ario adjunto de la secretaría de Salud de EU, al diario USA Today. “No ha hecho casi nada en respuesta a la epidemia de opiáceos”, responde Humphreys. La intención de Trump de acabar con el seguro médico obligatori­o sólo servirá, según el doctor, para “recortar el acceso a tratamient­o contra la adicción”, algo que sería desastroso.

“Tenemos que volver a la prescripci­ón de opioides segura, mantener el acceso a tratamient­o y trabajar con China para reducir la producción de fentanilo, que está haciendo la heroína todavía más mortífera”, recomienda Humphreys. Ante la inacción de Trump, el Congreso es el que ahora debería trabajar para otorgar fondos a la crisis. Humphreys, habitual de las comisiones de expertos congresion­ales, asegura “haber visto interés intenso en el problema”.

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Purdue Pharma introdujo en 1995, OxyContin, su medicament­o estrella.

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