El Universal

Murales en la CDMX

Un especialis­ta en arte te lleva a tres palacios para descubrir algunos secretos detrás de los murales de Clemente y Diego

- VIRIDIANA RAMÍREZ viridiana.ramirez@eluniversa­l.com

Hay un recorrido guiado por un especialis­ta de arte a tres recintos del Centro Histórico que “se pintan solos”

La calle 5 de Mayo es el punto de encuentro con Diana, nuestra guía. Frente a las vitrinas repletas de buñuelos y merengues de la Dulcería Celaya, ella nos cuenta el primer secreto: “Diego Rivera no es el padre del muralismo mexicano. Tampoco David Alfaro Siqueiros ni José Clemente Orozco”. Dudosos, emprendemo­s la caminata hacia las instalacio­nes de la Secretaría de Educación Pública, en la calle República de Argentina 28, donde inicia el recorrido sobre uno de los movimiento­s artísticos más importante­s del siglo XX en México.

Primera parada: SEP

Diego Rivera fue el elegido para decorar las paredes del antiguo exconvento del Divino Verbo, convertido durante el gobierno de Álvaro Obregón en la Secretaría de Educación Pública (1).

Entramos al Patio de los Trabajos. Es imposible encontrar un espacio libre de pintura; Rivera ocupó todo. De techo a piso plasmó su interpreta­ción sobre nuestra herencia prehispáni­ca, el reparto de tierras y el trato digno a obreros y campesinos. Hay más de 150 murales.

Diana revela otro secreto: el muralismo tuvo su máximo esplendor al término de la Revolución. Diego no sabía las condicione­s en que se encontraba el país, pues el pasó ese periodo en Europa, codeándose con Pablo Picasso.

Para sensibiliz­arlo, Clemente Orozco se lo llevó de viaje. A su regreso, Rivera comenzó a trabajar. Entonces, pudo plasmar la desigualda­d y hasta burlarse de personajes claves en la historia de esos años, como Salvador Novo.

El entonces cronista de la Ciudad de México aparece en el mural El que quiera comer que trabaje. Diego Rivera lo pintó con orejas de burro. Dicen que no lo veía con buenos ojos por ser homosexual. Otro personaje que descubrimo­s es a Antonieta Rivas Mercado, hija del arquitecto que construyó el Ángel de la Independen­cia. Se le ve barriendo una revista dedicada a la burguesía, algo que Rivera aborrecía. Nuestra guía suelta otro “chisme”: María Antonieta fue amante de José Vasconcelo­s y por él se quitó la vida en la catedral de Notre Dame, en París.

Visitamos la segunda planta dedicada a las tradicione­s mexicanas, como el Día de Muertos y la quema de Judas.

No podemos irnos sin ver el mural El arsenal. En él aparecen Frida Kahlo y David Alfaro Siquieros, otro de los máximos exponentes del muralismo. Para conocer su obra hay que visitar el Polyforum Siqueiros, en Insurgente­s Sur.

Diana vuelve hacer uso de experienci­a en arte: Siqueiros creó la pintura acrílica Politec por orden del Instituto Politécnic­o Nacional. El artista hacía sus obras con pintura para autos.

Segunda parada: San Ildefonso

La antigua Preparator­ia Nacional es la cuna del muralismo. Aquí está La Creación, el primer mural de Diego Rivera. La pieza decora el anfiteatro del Antiguo Colegio de San Ildefonso (2), lugar donde se encontrarí­a por primera vez con una adolescent­e de nombre Frida Kahlo.

Sin embargo, el edificio destaca por el trabajo de otro gran muralista, José Clemente Orozco. Son más de 20 frescos los que dan vida a escaleras, arcos y paredes, entre ellos Cortés y La Malinche y El banquete de los ricos, donde critica la división de clases sociales.

Nuestra guía nos da un consejo: “si quieren identifica­r una obra de Clemente Orozco a primera vista, busquen el maguey. La planta siempre aparece en sus murales, como si fuese una firma: si está frondoso quiere decir que eran tiempos buenos (políticos y sociales). Pero si aparece seco o podrido es porque algo no andaba bien en nuestro país”.

Podríamos pasar toda la tarde aprendiend­o sobre la técnica de Orozco, pero tenemos que llegar a Palacio Nacional.

Antes, Diana por fin revela quién es el padre del muralismo: el Dr. ATL. Él tuvo la oportunida­d de intervenir por primera vez algunos espacios de la Preparator­ia Nacional. Lamentable­mente, su obra se perdió por el inicio de la Revolución Mexicana.

Última parada: Palacio Nacional

Caminamos por el jardín botánico de Palacio Nacional (3) y nos remontamos a los tiempos de Moctezuma, pues las plantas actuales son descendien­tes de las especies que existían cuando el tlatoani habitaba la propiedad.

El jardín nos conduce al patio central. Al pie de la escalera nos topamos con la historia de México resumida en tres murales de Diego Rivera. Comprobamo­s que el artista mantenía una buena relación con el Gobierno, a pesar de sus ideales comunistas. Incluso, el símbolo de la hoz lo utilizaba como firma.

El recorrido visual lo hacemos de derecha a izquierda. Diana nos explica que el primer mural es una oda a las culturas prehispáni­cas, con Quetzalcóa­tl y el tianguis de Tlatelolco como protagonis­tas; la zona media es para narrar la Conquista y hasta el fusilamien­to de Maximilian­o de Habsburgo; el último mural es un pasaje de la lucha armada por parte de campesinos y obreros contra la propiedad privada, hasta llegar a la educación como elemento de transforma­ción de una sociedad.

Quién te lleva: Estación México Free Tours.

Precio: 400 pesos por persona. www.estacionme­xico.com.mx

 ??  ??
 ??  ?? Murales de Palacio Nacional.
Murales de Palacio Nacional.
 ??  ?? Jardín botánico de Palacio Nacional, donde habitó Moctezuma.
Jardín botánico de Palacio Nacional, donde habitó Moctezuma.
 ??  ?? José Clemente Orozco decoró parte del Antiguo Colegio de San Ildefonso.
José Clemente Orozco decoró parte del Antiguo Colegio de San Ildefonso.
 ??  ?? “El arsenal”, mural de Rivera en la SEP.
“El arsenal”, mural de Rivera en la SEP.
 ??  ?? Diego Rivera intervino Palacio Nacional en 1929.
Diego Rivera intervino Palacio Nacional en 1929.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico