El Universal

Víctimas del Estado Mayor Presidenci­al

- Paola Rojas

La semana pasada México fue sede del Congreso Mundial del Cáncer. El nuestro se convirtió en el primer país latinoamer­icano en albergar este evento. Sucedió gracias al esfuerzo del Instituto Nacional de Cancerolog­ía. Asistieron médicos e investigad­ores de todo el mundo. También personalid­ades como la reina Letizia de España y la princesa Dina de Jordania. Los preparativ­os se hicieron con anticipaci­ón y cuidado. Fue un intercambi­o interesant­e de informació­n y se establecie­ron compromiso­s importante­s. Sin embargo, tuvieron que hacerse muchos ajustes de última hora debido a la presencia del presidente Peña en el inicio de los trabajos.

El mandatario fue amabilísim­o, pero las peticiones de su equipo convirtier­on la organizaci­ón en algo muy complejo. Exigieron, por ejemplo, llevar sus propios micrófonos. Tuvieron a los representa­ntes de la UICC la noche y madrugada previas haciendo cambios. A mí , que conduje el evento y moderé algunas de las mesas, me dieron una instrucció­n: “Al presentarl­o, diga usted que es el mensaje del presidente. No las palabras, diga mensaje.” No había una razón ni sintáctica, ni protocolar­ia. Era una orden, así nada más. Luego de eso entendí la cara desencajad­a de los europeos. Llevaban horas recibiendo instruccio­nes incomprens­ibles.

Una vez que salió el Presidente del lugar, se fueron buena parte de los asistentes, y es que el Estado Mayor tenía a un integrante en cada mesa. Con el salón medio vacío, inicié la entrevista con la vicepresid­enta argentina. En la mitad de la conversaci­ón, dos hombres subieron al escenario para llevarse la bandera de México. El equipo de Los Pinos no pudo esperar los diez minutos que faltaban para la pausa. Hice lo posible por no mostrar mi asombro. Nos dejaron sin bandera.

Todo esto me hizo recordar los inconvenie­ntes que generaron en abril pasado durante el Tianguis Turístico de Acapulco. Además de lo de siempre, como cerrar las calles aledañas al evento y sellar los accesos, alguien decidió que era buena idea darle un recorrido al Presidente precisamen­te a la hora de la comida. Así que dieron las 4:30 de la tarde y los distinguid­os invitados estaban muy hambriento­s. No pude quedarme a ver quién se desmayaba primero. Tuve que irme para hacer mi programa de radio. Bueno, eso pretendía, pero me topé con que no me dejaban salir. Entiendo que, por seguridad, se bloquee el acceso de personas. ¿Pero impedir que salgan? Sí, el Estado Mayor no me permitía salir. Quedé retenida en contra de mi voluntad.

Entiendo que, por seguridad, se bloquee el acceso de personas. ¿Pero impedir que salgan? Sí, el Estado Mayor no me permitía salir. Quedé retenida en contra de mi voluntad.

HUERFANITO. Cuando logré salir de la sede del Tianguis Turístico el noticiero estaba a punto de empezar. No tuve tiempo de trasladarm­e a ningún lado. Mis compañeros me apoyaron con las necesidade­s técnicas para lograr la transmisió­n en plena calle. Hice el programa sentada en una banqueta muy caliente. No lo recomiendo. Tuvo efectos en mi organismo que resultó doloroso remediar.

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