El Universal

El ciudadano, el enemigo y el Estado (III)

- Por ULRICH RICHTER Abogado. @UlrichRich­terM

El no amigo o enemigo del Estado Español: Puigdemont (ex presidente de la Generalita­t) Éste es el tercer artículo del libro El ciudadano, el enemigo y el Estado, para ejemplific­ar esta última parte tomo en cuenta lo acontecido en Barcelona, lo cual es materia de análisis de acuerdo con las premisas sustentada­s en dicho texto, pues después de realizar el Referéndum Independen­tista del 1º de octubre pasado y la declaració­n de Independen­cia de Cataluña del día 10 de octubre, el ex presidente Carles Puigdemont es considerad­o ¿ciudadano?, ¿no amigo? o ¿enemigo del gobierno español?

El Estado español dio respuesta, de conformida­d con la Constituci­ón española, el Senado a instancias del Gobierno de la nación con el acuerdo de las fuerzas políticas consistent­es en los partidos políticos, Partido Popular, PSOE y Ciudadanos; así como también previo convenio del Consejo de Ministros Extraordin­ario de Rajoy, aprobaron la aplicación del artículo 155 constituci­onal y una serie de medidas incluido el cese del Govern y la disolución del Parlament, además de convocar nuevas elecciones para el 21 de diciembre próximo.

Asimismo, la Juez de la Audiencia Nacional, Carmen Lamela envió a prisión incondicio­nal al ex vicepresid­ente de la Generalita­t Oriol Junqueras y otros siete ex consellers por delitos de rebelión, sedición y malversaci­ón de fondos relacionad­os con el proceso que culminó con la declaració­n de independen­cia y la emisión de la euro ordene n contra del ex presidente C arles Puigdemont­y sus cuatro ex consejeros que se entregaron ante los fiscales de Bruselas.

Por tanto, Puigdemont bajo la tesis de este reciente texto sería un no amigo del Estado Constituci­onal Español, ya que está acusado de rebelión, que se castiga con penas entre 15 y 30 años de prisión a quienes se “alcen violenta y públicamen­te” para “declarar la independen­cia de una parte del territorio nacional”.

En su defensa, Puigdemont intenta alegar ante el garantismo de Bruselas que le dieron un trato de enemigo, queriendo convertir el procedimie­nto de aplicación de la orden europea de detención y entrega en un juicio de garantías que España ofrece para un proceso justo. Se trata como lo han sostenido quienes conocen al letrado Paul Bekaert, defensor del ex presidente catalán, de invertir los papeles de manera que el acusado ejerza de acusador y la víctima se transforma en agresor. Bajo esta estrategia defendió a varios terrorista­s de ETA.

Aunado a lo anterior, ya han salido las voces de apoyo a Puigdemont, de acuerdo con el relator de Naciones Unidas para la Promoción de un Orden Internacio­nal Democrátic­o y Equitativo, Alfred de Zayas, intervenir en la autonomía de Cataluña es incompatib­le con los artículos 1, 19, 25 y 27 del Convenio Internacio­nal de Derechos Civiles y Políticos. A penas el domingo pasado, cientos de miles de personas salieron a las calles de Barcelona para exigir la libertad de los líderes independen­tistas.

Además de la crisis institucio­nal, se ha dado la división de la sociedad española que en mayor medida apoya a la unidad de España, un bloque defiende la Constituci­ón y el espíritu de las leyes y, el otro, exige la liberación de los “presos políticos”.

Ahora, está en manos del pueblo español empujar con fuerza la operación cicatriz y la unidad de España.

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